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1923. Fructosa e hígado graso.

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No es cierto que las personas con hígado graso no puedan comer fruta; sin embargo, la confusión surge por el contenido de fructosa en las frutas y su impacto en el metabolismo hepático.
¿Por qué se relaciona la fruta con el hígado graso?
La fructosa, un tipo de azúcar natural presente en frutas, se metaboliza en el hígado. Cuando se consume en exceso, especialmente a través de fuentes concentradas como refrescos, jarabe de maíz alto en fructosa y dulces procesados, puede contribuir a la acumulación de grasa en el hígado. Sin embargo, la fructosa de las frutas enteras no tiene el mismo efecto negativo.Diferencias clave entre la fructosa de la fruta y la fructosa añadida:
  1. Fibra en la fruta entera:
    • La fibra retrasa la absorción de fructosa, evitando picos de glucosa e insulina. Esto reduce la sobrecarga metabólica en el hígado.
    • También mejora la salud digestiva y ayuda a controlar el apetito.
  2. Cantidad de fructosa:
    • La fructosa en una fruta entera (por ejemplo, una manzana) es mucho menor que la contenida en un refresco o jugo procesado. Las frutas se consumen en cantidades razonables, mientras que los alimentos procesados tienden a ser más concentrados en azúcares.
  3. Otros nutrientes beneficiosos:
    • Las frutas aportan vitaminas, minerales y antioxidantes (como vitamina C, potasio y flavonoides) que son hepatoprotectores y antiinflamatorios.
  4. Evidencia científica:
    • No hay pruebas sólidas de que el consumo de frutas enteras empeore el hígado graso. De hecho, dietas equilibradas que incluyen frutas suelen estar asociadas con una mejora en la salud metabólica.
La cantidad de fructosa en una manzana y en un refresco azucarado varía significativamente. Aquí tienes una comparación aproximada:Fructosa en una manzana:
  • Cantidad promedio: 5-7 gramos de fructosa por una manzana mediana (150-200 g).
  • Contexto nutricional:
    • Contiene fibra (aproximadamente 3-4 g), que ralentiza la absorción de azúcares.
    • Proporciona vitaminas y antioxidantes como la vitamina C.
Fructosa en un refresco azucarado:
  • Cantidad promedio: Un refresco estándar de 330 ml contiene aproximadamente 15-20 gramos de fructosa, dependiendo de la fórmula.
    • Esto es parte de los 35-40 g de azúcar total, ya que los refrescos suelen contener sacarosa (50% fructosa, 50% glucosa) o jarabe de maíz alto en fructosa (55-65% fructosa, dependiendo de la marca y el país).
Comparación clave:
  1. Volumen de fructosa: Un refresco azucarado tiene 3-4 veces más fructosa que una manzana.
  2. Fibra y nutrientes:
    • La manzana aporta fibra, antioxidantes y vitaminas, modulando la respuesta metabólica.
    • El refresco es una fuente de calorías vacías: alta concentración de azúcar sin fibra ni micronutrientes beneficiosos.
Impacto en el hígado:
  • La fructosa en el refresco se absorbe rápidamente, sobrecargando el hígado y promoviendo la síntesis de grasas (lipogénesis de novo).
  • La fructosa en la manzana, debido a la fibra y los nutrientes, tiene un impacto mucho menor en la acumulación de grasa hepática.
En conclusión, mientras una manzana es un alimento saludable con fructosa natural, un refresco representa una carga de azúcar concentrada que puede contribuir al hígado graso y otros problemas metabólicos.
El hígado graso, también conocido como esteatosis hepática, es una acumulación de grasa en las células hepáticas, generalmente relacionada con el síndrome metabólico, obesidad, resistencia a la insulina, consumo excesivo de alcohol (hígado graso alcohólico) o una dieta alta en fructosa (hígado graso no alcohólico). Aquí tienes recomendaciones dietéticas y de tratamiento general:
Recomendaciones dietéticas:
  1. Reducir el consumo de fructosa:
    • Limitar alimentos y bebidas con alto contenido de fructosa, como refrescos, jugos industriales, y productos procesados con jarabe de maíz alto en fructosa.
    • Priorizar frutas enteras en lugar de jugos, ya que su contenido de fibra modula la absorción de fructosa.
  2. Controlar el consumo de grasas:
    • Evitar grasas trans y saturadas (productos ultraprocesados, fritos, bollería industrial, carnes procesadas).
    • Incorporar grasas saludables como las del aceite de oliva virgen extra, aguacates, frutos secos y pescado azul rico en omega-3 (ej. salmón, sardinas).
  3. Aumentar la fibra dietética:
    • Consumir más vegetales, frutas enteras, legumbres, cereales integrales y semillas. La fibra ayuda a regular los niveles de glucosa e insulina.
  4. Evitar el consumo excesivo de alcohol:
    • Reducir o eliminar el alcohol, especialmente en casos de hígado graso alcohólico.
  5. Optimizar la ingesta de proteínas:
    • Consumir proteínas magras (pollo, pescado, huevos, tofu) para promover la reparación hepática y el metabolismo saludable.
  6. Reducir alimentos ricos en carbohidratos refinados:
    • Evitar pan blanco, dulces, pasteles y productos ricos en harinas refinadas. Sustituirlos por carbohidratos integrales.
  7. Hidratarse adecuadamente:
    • Consumir suficiente agua para apoyar las funciones metabólicas del hígado.
  8. Incluir alimentos con propiedades hepatoprotectoras:
    • Café: Puede ser beneficioso en dosis moderadas, ya que está asociado con menor acumulación de grasa hepática.
    • Té verde: Rico en antioxidantes que pueden ayudar a reducir la inflamación.
    • Ajo y cúrcuma: Por sus posibles efectos antioxidantes y antiinflamatorios.
Tratamiento general y estilo de vida:
  1. Pérdida de peso gradual:
    • Perder entre un 5-10% del peso corporal puede mejorar significativamente el hígado graso y la inflamación hepática.
  2. Actividad física regular:
    • Realizar ejercicio aeróbico y de fuerza 3-5 días por semana para mejorar la sensibilidad a la insulina y reducir la grasa visceral.
  3. Control metabólico:
    • Mantener niveles normales de glucosa, colesterol y triglicéridos, ya que el hígado graso a menudo está relacionado con el síndrome metabólico.
  4. Monitoreo médico:
    • Seguimiento regular con un médico, hepatólogo o nutricionista para evaluar la progresión del hígado graso y ajustar el tratamiento.
  5. Evitar medicamentos hepatotóxicos:
    • Consultar al médico antes de tomar cualquier medicación que pueda afectar al hígado.
  6. Suplementación (si es necesario):
    • Algunos estudios sugieren beneficios de la vitamina E, ácidos grasos omega-3 y probióticos, pero siempre deben ser indicados por un profesional.

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No es cierto que las personas con hígado graso no puedan comer fruta; sin embargo, la confusión surge por el contenido de fructosa en las frutas y su impacto en el metabolismo hepático.
¿Por qué se relaciona la fruta con el hígado graso?
La fructosa, un tipo de azúcar natural presente en frutas, se metaboliza en el hígado. Cuando se consume en exceso, especialmente a través de fuentes concentradas como refrescos, jarabe de maíz alto en fructosa y dulces procesados, puede contribuir a la acumulación de grasa en el hígado. Sin embargo, la fructosa de las frutas enteras no tiene el mismo efecto negativo.Diferencias clave entre la fructosa de la fruta y la fructosa añadida:
  1. Fibra en la fruta entera:
    • La fibra retrasa la absorción de fructosa, evitando picos de glucosa e insulina. Esto reduce la sobrecarga metabólica en el hígado.
    • También mejora la salud digestiva y ayuda a controlar el apetito.
  2. Cantidad de fructosa:
    • La fructosa en una fruta entera (por ejemplo, una manzana) es mucho menor que la contenida en un refresco o jugo procesado. Las frutas se consumen en cantidades razonables, mientras que los alimentos procesados tienden a ser más concentrados en azúcares.
  3. Otros nutrientes beneficiosos:
    • Las frutas aportan vitaminas, minerales y antioxidantes (como vitamina C, potasio y flavonoides) que son hepatoprotectores y antiinflamatorios.
  4. Evidencia científica:
    • No hay pruebas sólidas de que el consumo de frutas enteras empeore el hígado graso. De hecho, dietas equilibradas que incluyen frutas suelen estar asociadas con una mejora en la salud metabólica.
La cantidad de fructosa en una manzana y en un refresco azucarado varía significativamente. Aquí tienes una comparación aproximada:Fructosa en una manzana:
  • Cantidad promedio: 5-7 gramos de fructosa por una manzana mediana (150-200 g).
  • Contexto nutricional:
    • Contiene fibra (aproximadamente 3-4 g), que ralentiza la absorción de azúcares.
    • Proporciona vitaminas y antioxidantes como la vitamina C.
Fructosa en un refresco azucarado:
  • Cantidad promedio: Un refresco estándar de 330 ml contiene aproximadamente 15-20 gramos de fructosa, dependiendo de la fórmula.
    • Esto es parte de los 35-40 g de azúcar total, ya que los refrescos suelen contener sacarosa (50% fructosa, 50% glucosa) o jarabe de maíz alto en fructosa (55-65% fructosa, dependiendo de la marca y el país).
Comparación clave:
  1. Volumen de fructosa: Un refresco azucarado tiene 3-4 veces más fructosa que una manzana.
  2. Fibra y nutrientes:
    • La manzana aporta fibra, antioxidantes y vitaminas, modulando la respuesta metabólica.
    • El refresco es una fuente de calorías vacías: alta concentración de azúcar sin fibra ni micronutrientes beneficiosos.
Impacto en el hígado:
  • La fructosa en el refresco se absorbe rápidamente, sobrecargando el hígado y promoviendo la síntesis de grasas (lipogénesis de novo).
  • La fructosa en la manzana, debido a la fibra y los nutrientes, tiene un impacto mucho menor en la acumulación de grasa hepática.
En conclusión, mientras una manzana es un alimento saludable con fructosa natural, un refresco representa una carga de azúcar concentrada que puede contribuir al hígado graso y otros problemas metabólicos.
El hígado graso, también conocido como esteatosis hepática, es una acumulación de grasa en las células hepáticas, generalmente relacionada con el síndrome metabólico, obesidad, resistencia a la insulina, consumo excesivo de alcohol (hígado graso alcohólico) o una dieta alta en fructosa (hígado graso no alcohólico). Aquí tienes recomendaciones dietéticas y de tratamiento general:
Recomendaciones dietéticas:
  1. Reducir el consumo de fructosa:
    • Limitar alimentos y bebidas con alto contenido de fructosa, como refrescos, jugos industriales, y productos procesados con jarabe de maíz alto en fructosa.
    • Priorizar frutas enteras en lugar de jugos, ya que su contenido de fibra modula la absorción de fructosa.
  2. Controlar el consumo de grasas:
    • Evitar grasas trans y saturadas (productos ultraprocesados, fritos, bollería industrial, carnes procesadas).
    • Incorporar grasas saludables como las del aceite de oliva virgen extra, aguacates, frutos secos y pescado azul rico en omega-3 (ej. salmón, sardinas).
  3. Aumentar la fibra dietética:
    • Consumir más vegetales, frutas enteras, legumbres, cereales integrales y semillas. La fibra ayuda a regular los niveles de glucosa e insulina.
  4. Evitar el consumo excesivo de alcohol:
    • Reducir o eliminar el alcohol, especialmente en casos de hígado graso alcohólico.
  5. Optimizar la ingesta de proteínas:
    • Consumir proteínas magras (pollo, pescado, huevos, tofu) para promover la reparación hepática y el metabolismo saludable.
  6. Reducir alimentos ricos en carbohidratos refinados:
    • Evitar pan blanco, dulces, pasteles y productos ricos en harinas refinadas. Sustituirlos por carbohidratos integrales.
  7. Hidratarse adecuadamente:
    • Consumir suficiente agua para apoyar las funciones metabólicas del hígado.
  8. Incluir alimentos con propiedades hepatoprotectoras:
    • Café: Puede ser beneficioso en dosis moderadas, ya que está asociado con menor acumulación de grasa hepática.
    • Té verde: Rico en antioxidantes que pueden ayudar a reducir la inflamación.
    • Ajo y cúrcuma: Por sus posibles efectos antioxidantes y antiinflamatorios.
Tratamiento general y estilo de vida:
  1. Pérdida de peso gradual:
    • Perder entre un 5-10% del peso corporal puede mejorar significativamente el hígado graso y la inflamación hepática.
  2. Actividad física regular:
    • Realizar ejercicio aeróbico y de fuerza 3-5 días por semana para mejorar la sensibilidad a la insulina y reducir la grasa visceral.
  3. Control metabólico:
    • Mantener niveles normales de glucosa, colesterol y triglicéridos, ya que el hígado graso a menudo está relacionado con el síndrome metabólico.
  4. Monitoreo médico:
    • Seguimiento regular con un médico, hepatólogo o nutricionista para evaluar la progresión del hígado graso y ajustar el tratamiento.
  5. Evitar medicamentos hepatotóxicos:
    • Consultar al médico antes de tomar cualquier medicación que pueda afectar al hígado.
  6. Suplementación (si es necesario):
    • Algunos estudios sugieren beneficios de la vitamina E, ácidos grasos omega-3 y probióticos, pero siempre deben ser indicados por un profesional.

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