Episode 460: Escuela Sabática - Lectura 16 de Enero del 2025
Manage episode 461339614 series 3531584
====================================================
SUSCRIBETE
https://www.youtube.com/channel/UCNpffyr-7_zP1x1lS89ByaQ?sub_confirmation=1
====================================================
LECCIÓN DE ESCUELA SABÁTICA
I TRIMESTRE DEL 2025
Narrado por: Miguel Páez
Desde: Bogotá, Colombia
Una cortesía de DR'Ministries y Canaan Seventh-Day Adventist Church
JUEVES 16 DE ENERO
UN OBJETIVO DIGNO
Al amparo de la misericordia y la mediación de Dios, él se complace aun en la más pequeña respuesta positiva a su amor. Por medio de aquel que es el único digno de amor y perfectamente justo, cada uno de nosotros puede ser considerado justo y contado entre los amados de Dios que vivirán con él en perfecto amor por la eternidad. Esta es la gran esperanza de la Redención, que implica la obra de Cristo por nosotros en el Cielo.
Pero, tal vez te preguntes: ¿Puede esto incluirme aun a mí? ¿Y si no soy lo suficientemente bueno? ¿Y si carezco de la fe suficiente?
Lee Marcos 9:17 al 29. ¿Cómo responde Dios al hombre del relato? ¿Cuánta fe es suficiente?
Los discípulos no pudieron expulsar al demonio. Para este padre y su hijo, toda esperanza parecía perdida. Pero Jesús se acercó y le dijo al padre: “Si puedes creer, al que cree todo le es posible” (Mar. 9:23). Y el padre clamó diciendo: “¡Creo! ¡Ayuda mi poca fe!” (Mar. 9:24).
Jesús no dijo al hombre: “Vuelve a mí cuando tengas más fe”. En lugar de eso, su clamor: “¡Ayuda mi poca fe!” fue suficiente.
Sin fe es imposible agradar a Dios (Heb. 11:6). Sin embargo, Jesús acepta aun la fe más pequeña. Podemos agradar a Dios por la fe en virtud de la mediación de Cristo. Por medio de la fe y gracias a la obra de Cristo en nuestro favor, podemos responder de forma que agrademos a Dios, así como un padre humano se complace cuando a lo mejor su hijo le da un regalo que, objetivamente, carece de valor en sí mismo.
Por lo tanto, debemos seguir el consejo de Pablo de que nuestro objetivo sea “agradar” a Dios (2 Cor. 5:9, 10; compara con Col. 1:10; 1 Tes. 4:1; Heb. 11:5). Además, debemos pedir a Dios que transforme nuestros intereses para que incluyan los mejores de aquellos a quienes amamos y que expanda nuestro amor para que alcance a otros. “Ámense unos a otros con afecto fraternal. En cuanto a la honra, den preferencia a los otros. En el trabajo no sean perezosos. Sean fervientes en espíritu, sirviendo al Señor; gozosos en la esperanza, sufridos en la tribulación, constantes en la oración. Contribuyan a las necesidades de los santos. Practiquen la hospitalidad” (Rom. 12:10-13).
Si Dios nos acepta en virtud de Cristo, ¿cuánto más debemos aceptar a los demás? ¿Qué luz arrojan sobre esta idea el mandamiento de amar al prójimo como a uno mismo (Lev. 19:18; Mat. 22:39) y la Regla de Oro de tratar a las personas como uno quiere ser tratado?
29 episodios