Goce, descanso y culpa

Una Mujer Es Una Casa

Chocolate sin azúcar y sin grasas, cerveza sin alcohol, leche que no tiene lácteos, café sin cafeína, postres sin dulce y pasta sin trigo...la gran alegoría del goce, pero con límites, del sí, puedes pasarla bien pero que no tenga consecuencias; como si la vida pudiese estar aislada en un saquito plástico de aeropuerto. Más allá de las razones de restrcciones saludables, lo que me llama la atención es cómo hemos normalizado socialmente, que aquello que nos da goce, inclusive el descanso, tiene que cumplir con ciertos estándares y estár además debidamente justifacado porque de lo contrario ¡Pum! Culpa, ya estás por aquí de nuevo • Preguntémonos cuándo fue la última vez que descansamos en serio, sin hacer de ello un asunto digno de influencer o sin cuestionarnos si lo merecíamos o no. En qué momento nos desconectamos de la simpleza de la niñez que juega en el parque sin hacer el drama mental de que "es que yo no debería estar acá en el columpio pasándomela divinamente porque no me comí la sopa que hizo mi mamá". Lo sé, nuestra psique es compleja, pero tenemos suerte de vivir en un momento donde estamos recordando que el cuerpo sabe, así que preguntemos, disminuímos el ruido y escuchamos lo que aquí/ahora es.