FIJEMOS NUESTRA MIRADA EN JESÚS

Paso a Paso a la Eternidad.

FIJEMOS NUESTRA MIRADA EN JESÚS
En el presente, un número importante de niños, adolescentes y jóvenes, se dejan cautivar fácilmente por la popularidad de los artistas, actores y deportistas de renombre. Esta admiración, los lleva hasta el grado de imitarlos en la forma de vestirse, en la forma de expresarse, o hasta en la forma de comportarse. La admiración a estos personajes populares llevan a los niños, adolescentes y jóvenes a fijar sus miradas en sus personajes favoritos, hasta el punto de idolatrarlos y querer llegar algún día a ser como ellos. Este deseo por imitar a los hombres de renombre, no solo se dan en los inconversos, sino también entre los creyentes. Ya que, en el cuerpo de Cristo, existe un número considerable de cristianos que fijan sus miradas en sus líderes y pastores de turno o en los personajes populares.
Ante la proliferación de creyentes que admiran a otros hombres en vez de admirar al Unigénito Hijo de Dios, el escritor de la carta a los Hebreos en uno de sus pasajes, exhorta a todos los creyentes para que no fijen sus miradas en hombres de carne y hueso que nada pueden hacer, sino únicamente en Aquel que entregó su preciosa vida para dar la salvación y vida eterna a todos los que en Él confían. El escritor nos exhorta a que: “Fijemos nuestra mirada en Jesús, pues de él procede nuestra fe y él es quien la perfecciona. Jesús soportó la cruz, sin hacer caso de lo vergonzoso de esa muerte, porque sabía que después del sufrimiento tendría gozo y alegría; y se sentó a la derecha del trono de Dios.” Hebreos 12:2 DHH.
La mirada de un verdadero seguidor de Jesucristo, no debe estar puesta en los hombres similares a nosotros, sino que debe estar puesta en Aquel que entregó su vida para rescatarnos de la condenación eterna. Nuestra fe procede únicamente de Jesucristo, ya que Él es el autor y consumador de nuestra fe. Jesucristo vino a este mundo en forma de hombre, Él se hizo carne para otorgarnos la salvación y vida eterna en los lugares celestiales; Jesucristo es quien crea, continúa y lleva nuestra fe a la perfección en el reino de los cielos. Él es el objeto y la causa de nuestra fe verdadera, que nos da algo para creer y la fe para creerlo. Cristo Jesús soportó con firmeza el dolor y el amargo sufrimiento de la cruz del calvario, y menospreció su vergüenza, sostenido por una fe que tan vívidamente contemplaba el gozo y la gloria que habían de venir, como para hacer desvanecer la conciencia del dolor y vergüenza presentes. El Unigénito Hijo de Dios, perseveró para recibir el gozo de haber cumplido la voluntad y exaltación de su amoroso Padre a la diestra. Por todo esto, Jesús debe ser nuestro ejemplo a seguir, nuestras miradas deben estar enfocadas al cien por ciento en el Hijo de Dios, quien es el autor y consumador de nuestra salvación y la vida eterna.