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Jorge Juan, el sabio español.
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Los planetas giran, las estrellas giran, nuestro Sol gira… Todo gira en este Universo hecho tan a nuestra medida y tan comprensible para los seres humanos, que asusta. El ecuador del Sol rota a una velocidad de una revolución cada 25 días aproximadamente. Y digo el ecuador, porque el resto del Sol rota más despacio. Júpiter también rota muy rápido: unas 10 horas emplea el rey de los planetas en dar una vuelta sobre sí mismo. Esta velocidad enorme hace que su achatamiento sea perceptible incluso al ojo del telescopio del aficionado. No es de extrañar, por tanto, que hacia el siglo XVIII, esto fuera conocido. Ya en épocas más modernas, hemos descubierto que algunas estrellas giran tan rápido que más parecen discos que otra cosa, siendo su física bien distinta a la que gobierna las estrellas más “normales”, entendiendo por normal una estrella que rote más despacio, como nuestro Sol.
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Los planetas giran, las estrellas giran, nuestro Sol gira… Todo gira en este Universo hecho tan a nuestra medida y tan comprensible para los seres humanos, que asusta. El ecuador del Sol rota a una velocidad de una revolución cada 25 días aproximadamente. Y digo el ecuador, porque el resto del Sol rota más despacio. Júpiter también rota muy rápido: unas 10 horas emplea el rey de los planetas en dar una vuelta sobre sí mismo. Esta velocidad enorme hace que su achatamiento sea perceptible incluso al ojo del telescopio del aficionado. No es de extrañar, por tanto, que hacia el siglo XVIII, esto fuera conocido. Ya en épocas más modernas, hemos descubierto que algunas estrellas giran tan rápido que más parecen discos que otra cosa, siendo su física bien distinta a la que gobierna las estrellas más “normales”, entendiendo por normal una estrella que rote más despacio, como nuestro Sol.
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×Astrobiología: un neologismo desde 1960. Desde los tiempos de Galileo, las ciencias astronómicas han avanzado enormemente. Nuestra tecnología nos permite tener hoy en día una cosmovisión, en un sentido astronómico, muy parecida a la realidad y muy distante de la visión de siglos atrás. Sin embargo, hay preguntas que siguen sin respuesta. Hemos tenido que acuñar neologismos impensables antaño, como la palabra exoplaneta y tenemos naves espaciales que han salido ya de los límites físicos de nuestro Sistema Solar. Uno de esos neologismos acuñado recientemente es la palabra Astrobiología. El término apareció en el año 1960, en un artículo que publicó en Science Joshua Lederberg, profesor de genética en la Universidad de Standford. En cierto modo, Astrobiología es un neologismo que no necesita mucha explicación. De hecho, Lederberg menciona el término pero en ningún momento explica su significado. Es obvio. Pero algunos, hoy en día, siguen dudando de que el tema de estudio de la Astrobiología exista realmente, como por ejemplo George Gaylord Simpson, gran biólogo evolutivo que, también en Science, publicó cuatro años después del artículo de Lederberg uno propio en el que afirmaba: “Esta ciencia tiene que demostrar que su tema de estudio existe”. Han pasado sesenta y cinco años desde el artículo de Lederberg y, en cierto modo, seguimos prácticamente igual: no hemos encontrado vida extraterrestre, ni tenemos restos fósiles hallados en otros planetas que demuestren que existió vida fuera de la Tierra, aunque sea en el pasado. Y eso, a pesar de que hoy, prácticamente todo astrónomo es astrobiólogo. En 2005, la revista Science publicó una encuesta entre varios científicos. Jeffrey Bada, reputado oceanógrafo, indicaba en aquel entonces que “ahora, casi todo el mundo es astrobiólogo. Hace diez años, no había ninguno”. Al igual que con el término exoplaneta, algunos científicos prefieren Exobiología a Astrobiología. Pero esto no deja de ser algo relacionado con el lenguaje. Lo importante es que todos tengamos claro que la Astrobiología se relaciona con la vida en el Universo, en el marco de la Astronomía y de las Ciencias Planetarias y, desde mi punto de vista, sí que tiene un tema de estudio claro. Un tema de estudio que obsesiona a algunos científicos, pero también al público en general. Volvamos a Bada. Si en 1960 se acuña el término Astrobiología y en 2005 todo el mundo es astrobiólogo, es evidente que algo debió de ocurrir entre medias. Y, desde luego, algo ocurrió. Algo que todavía hoy no está exento de cierta polémica. Fue en agosto de 1996, cuando se encontró una roca proveniente de Marte que presumiblemente contenía microfósiles. 1996 es, por tanto, el año en el que muchos fijan el nacimiento de esta nueva ciencia. Y hablo de nueva ciencia, aunque no esté exenta de suposiciones. Pero ciencia al fin y al cabo. Y ciencia que, además, ha conseguido aglutinar para un mismo objetivo a disciplinas muy dispares. Se entiende, por tanto, que la Astrobiología interese tanto a los científicos y también a la gente del común. No quiero ni imaginar qué pasará el día que se descubra un alienígena en toda regla. Pero esta ciencia tiene un gran problema. La vida. La definición de la vida, más bien. Francisco Anguita Virella y Gabriel Castilla Cañamero lo resumen muy bien en su libro “Planetas”, publicado por la editorial Rueda. Virella y Castilla recopilan cinco definiciones de vida dadas por científicos e intelectuales reputados que reflejo a continuación: Según Christian de Duve, Premio Nobel de Fisiología, “la vida es desequilibrio”. Para el astrofísico Carl Sagan, “un ser vivo es algo capaz de reproducirse, mutar y transmitir sus mutaciones”. “La vida es información y ADN replicable, al abrigo de una membrana”, dice Chris McKay, un astrobiólogo. Leslie Orgel, bioquímico, sostiene que “un ser vivo es un objeto complejo que contiene información, se reproduce, y evoluciona por selección natural”. Mientras que el premio Nobel de Fisiología Francis Crick se inclina por lo esotérico: “Por su complicación, la vida es casi un milagro. Pocas cosas hay más complicadas que definir la vida. Algunas de las definiciones anteriores se basan en cómo se transmite la información, o en la capacidad de mutar o de transmitir cambios. Muchos astrobiólogos reconocen que lo importante no es la definición, sino saber reconocer la vida cuando la encontremos. Pero no está claro que la vida extraterrestre se tenga que parecer tanto a la nuestra como para que la reconozcamos si nos damos de bruces con ella. No está nada claro. La definición de vida es un problema, pero es un problema salvable. La Astrobiología, como ciencia, establece una serie de requisitos teóricamente imprescindibles para la vida: agua líquida, carbono, energía y nutrientes, como el nitrógeno, el fósforo y el azufre. También es importante el factor tiempo, ya que todo lo anterior debe operar durante un lapso de tiempo suficiente. Pero no sabemos si todo ser vivo requiere agua como soporte vital. Y no sabemos si sus moléculas se construirán a base de carbono. De ahí que los científicos hablen siempre de “la vida que conocemos”.…
Trabajar en la Antártida es muy duro. No sólo para los científicos. Para cualquier persona. Duro y peligroso. El viento frío castiga la piel. En tu mente debes tener siempre presente que no debes tocar nada metálico con las manos desnudas, sopena de sufrir terribles quemaduras. Nunca debe hacerse un movimiento violento. El Polo Sur es tan terrible, que enseguida puedes terminar agotado y desorientado. Y son precisamente las personas agotadas y desorientadas las que cometen los errores más graves. A menudo, errores fatales. Pero trabajar en la Antártida también tiene su recompensa y ese entorno tan duro bien puede revolucionar la ciencia con lo que tiene que decirnos. El 27 de diciembre de 1984, en la región antártica de Allan Hills, se ponía la primera piedra de lo que, posteriormente se convertiría en una nueva ciencia. Aquel día, Roberta Score encontraba la que, sin saberlo, iba a convertirse en la roca más analizada de todo el Sistema Solar: ALH84001, una roca de apenas 9 centímetros de grosor, un pequeño meteorito. Desde finales de la década de los sesenta, son innumerables las expediciones científicas a la Antártida para buscar meteoritos, ya que éstos se conservan perfectamente sobre la superficie del continente helado. Dentro de esos deseos por explorar y encontrar meteoritos en la Antártida, la National Science Foundations presenta anualmente un programa denominado Antarctic Meteorite. Y fue precisamente dentro de ese programa, en 1984, cuando Roberta Score descubrió ALH84001. En un principio, el meteorito parecía ser una diogenita; es decir, un meteorito basáltico del cinturón de asteroides. Sin embargo, 1993, tras una serie de pruebas químicas realizadas, los científicos abandonaron la idea de que era una diogenita y descubrieron que se trataba de un meteorito proveniente de Marte. Es decir, lo que Score había encontrado era un trozo de roca que, en algún momento del pasado, formaba parte del terreno marciano y que, a consecuencia del impacto de otro meteorito sobre el planeta rojo hace unos 16 millones de años, fue lanzado al espacio hasta que se cruzó en su camino con nuestro planeta, cayendo en la región mencionada de la Antártida. Llegó incluso a datarse la fecha del impacto con la Tierra: hace aproximadamente 13.000 años. La roca en sí, tenía una antigüedad de unos 4.000 millones de años, lo que la situaba como una de las rocas más antiguas del sistema solar. Nos enseñaba, por tanto, un Marte extremadamente joven. En 1996 saltaba la noticia: aunque la roca era de origen magmático, contenía carbonatos depositados en sus grietas hace 4.000 millones de años. En Marte, los carbonatos son muy raros. Y en la Tierra, están asociados casi siempre (nunca olvidar el ‘casi’) a los seres vivos. Se encontró también magnetita, un mineral producido por bacterias terrestres y una serie de óxidos y sulfuros que podrían haber sido originados por los desequilibrios químicos producidos por la acción bacteriana. Como nota final no discordante, en el meteorito se hallaron también unas formas alargadas que los científicos interpretaron como bacterias fósiles. Y ALH84001 se hizo famoso haciendo resurgir del olvido el neologismo ‘astrobiología’, palabra que apareció por primera vez en 1960, creando una nueva ciencia, una nueva ciencia que debía encontrar su lugar buscando, primeramente ,alternativas razonables a las biológicas. En este caso, se trataba de dar explicación conjunta a unos hechos observables en el meteorito. La magnetita es un mineral generado por bacterias terrestres: uno puede pensar que bacterias similares la crearon en Marte hace 4.000 millones de años o pensar que fueron las bacterias de la Tierra las que pudieron generar la magnetita de ALH84001 en el periodo de tiempo en que dicha roca ha permanecido en nuestro planeta. Había que sembrar las dudas de la misma manera con todos y cada uno de los hechos observables supuestamente biológicos encontrados en la roca. Si uno recopila todos los artículos que han aparecido sobre ALH84001, llegará a la conclusión de que, efectivamente, se trata de la roca más analizada de todo nuestro Sistema Solar y que la astrobiología nació con fuerza. Y, analizando precisamente los resultados aportados por cada publicación, uno podría afirmar que todas las pruebas de vida extraterrestre del meteorito han encontrado una explicación alternativa que no implica la existencia de vida en Marte. Sin embargo, esto no prueba que las huellas de vida no sean eso mismo: huellas de vida. Por ejemplo, en el año 2004, un equipo del Johnson Space Center liderado por D.C. Golden parecía arrojar dudas sobre los trabajos anteriores que pretendían un origen extraterrestre para las pruebas de vida de ALH84001, afirmando que habían encontrado la forma de generar magnetita exactamente igual a la encontrada en el ALH84001, de manera artificial en un laboratorio. En realidad, los trabajos de Golden no demostraban que no hubiera sido una bacteria el origen de la magnetita. Simplemente demostraba que había otras formas ajenas a procesos biológicos de generar magnetita, además de la acción bacteriana. Por contra, en 2011, un equipo de investigadores del Johnson Space Center liderados por Thomas Keprta volvieron a la carga afirmando que las nuevas tecnologías aplicadas al estudio del meteorito desvelaban que la causa más probable para la generación de magnetita era bacteriana, reavivando el debate. Aún hoy, para unos, las pruebas de vida de ALH84001 se deben a contaminación terrestre y a procesos inorgánicos capaces de generar los mismos resultados que las bacterias. Para otros, ALH84001 contiene fuertes evidencias de que la vida existió en un Marte joven, un Marte del pasado que, al igual que el Marte de hoy, sigue fascinando a los científicos.…
Episodio 12- Milton Humason (1891-1972), el astrónomo que se convirtió en mulero. Hemos hablado ya de Henrietta Leavitt, cuyo excelente trabajo con las variables cefeidas permitió a Hubble establecer las distancias a las galaxias más lejanas al actuar las cefeidas como faros. Posteriormente Hubble descubrió que las galaxias se alejaban de nosotros más rápido cuanto más lejos. Pero nos falta una tercera persona clave para este último descubrimiento: Milton Humason, el mulero. En los primeros años del siglo pasado se estaba construyendo en el monte Wilson, que dominaba lo que eran entonces los cielos transparentes de Los Ángeles, el telescopio más grande del mundo destinado a descubrir el desplazamiento hacia el rojo de galaxias remotas. Había que transportar a la cima de la montaña grandes piezas de telescopio, un trabajo adecuado para recuas de mulas. Un joven mulero llamado Milton Humason ayudaba a transportar equipo mecánico y óptico, científicos, ingenieros y dignatarios montaña arriba. Humason conducía montado a caballo la columna de mulas, llevando a su terrier blanco puesto de pie detrás de la silla con sus patas delanteras sobre los hombros de Humason. Era un hombre útil para todo, que mascaba tabaco, gran jugador de cartas y lo que entonces se llamaba “especialista en señoras”. Su educación formal no había pasado de octavo grado, pero era brillante y curioso, y de natural inquisitivo, interesado por el equipo que había transportado laboriosamente a las alturas. Humason hacía compañía a la hija de uno de los ingenieros del observatorio, el cual veía con reserva que su hija saliera con un joven fumador cuya ambición no pasaba de ser mulero. De este modo Humason se encargó de trabajos diversos en el observatorio: ayudante del electricista, portero, fregaba los suelos del telescopio que había ayudado a construir. Una noche, según cuenta la historia, el ayudante del telescopio se puso enfermo y pidieron a Humason si podía ayudarlos. Demostró tanta destreza y cuidado con los instrumentos que pronto se convirtió en operador permanente del telescopio y ayudante de observación. Después de la primera guerra mundial llegó a Monte Wilson Edwin Hubble, que pronto iba a ser famoso: una persona brillante, refinada, sociable fuera de la comunidad astronómica, con un acento inglés adquirido en su único año con la beca Rhodes en Oxford. Fue Hubble quien proporcionó la demostración definitiva de que las nebulosas espirales eran en realidad “universos islas”, agregados distantes de cantidades enormes de estrellas, como nuestra propia Vía Láctea. Hubble y Humason se llevaron espléndidamente, formando una pareja, quizás impredecible, que trabajaba conjuntamente y de modo armonioso en el telescopio. Siguieron una indicación del astrónomo V.M.Slipher del observatorio Lowell, y empezaron a medir los espectros de galaxias distantes. Pronto quedó claro que Humason era más capaz de obtener espectros de alta cualidad de galaxias distantes que cualquier astrónomo profesional del mundo. Se convirtió en miembro de la plantilla del observatorio Monte Wilson. El análisis de esos espectros conseguidos por Humason fue toda una revelación para la pareja Hubble-Humason: los espectros presentaban un “efecto Doppler” en la luz que nos llegaba de las galaxias. Cuanto más lejos, más rojo (onda más larga): por eso los astrónomos hablamos de “corrimiento hacia el rojo de las líneas espectrales”. Ese efecto Doppler es similar al que se produce con las ondas sonoras. Cuando un vehículo se aleja, el sonido nos parece más grave (ondas sonoras más largas) que cuando se acerca. Así, Hubble puedo establecer la ley que lleva su nombre, aunque el trabajo realizado por Humason fue invalorable, ya que esos espectros fueron la prueba de que las galaxias se alejaban más rápido cuando más lejos. Reconocimientos: Fue Doctor Honoris Causa por la Universidad de Lund, en Suecia, en 1950. Cráter Humason en la Luna: es muy pequeño, 4 Km de diámetro.…
Henrietta Swan Leavitt nació en Massachusetts, el 4 de julio de 1868 y murió el 12 de diciembre de 1921. Se graduó en el Radcliffe College a los 24 años y pasó a trabajar como voluntaria en el Observatorio del Hardvard College, junto con un grupo de mujeres a las que sus colegas masculinos denominaban “computers” por el tipo de tareas mecánicas que realizaban: examinar placas fotográficas, hacer engorrosos cálculos. En definitiva, un trabajo poco reconocido y valorado. De hecho, el trabajo de Leavitt se lo anotaban sus superiores Edward Pickering y Edwin Hubble como propio. En 1908, descubrió la relación periodo-luminosidad de las estrellas variables cefeidas. Tras analizar miles de placas fotográficas, Leavitt publicó un trabajo donde explicaba que, según los datos analizados, esas estrellas palpitaban con un ritmo regular y tenían una mayor luminosidad cuanto más largo era el periodo: consiguió calibrar la relación periodo-luminosidad. El trabajo se titulaba “Periodos de 25 estrellas variables en la pequeña Nube de Magallanes”. Tenía tres páginas y, por supuesto, iba firmado por Pickering. En 1912, utilizando métodos de triangulación, Ejnar Hertzsprung consiguió determinar la distancia a algunas de esas estrellas variables. La unión del trabajo de Hertzsprung con el de Leavitt sirvió para determinar con mucha exactitud la distancia a cualquier estrella variable: al identificar una cefeida en una galaxia y medir su periodo de pulsación, se obtenía inmediatamente su luminosidad real y, al comprar la luminosidad real con la aparente se obtenía la distancia a la galaxia. En 1918 se consiguió medir el tamaño de nuestra Vía Láctea analizando la distancia de las estrellas variables que se situaban en la frontera de la misma. Utilizando las observaciones de Leavitt y buena parte de su formulación matemática, Hubble pudo, por fin, medir la distancia a las galaxias más lejanas, comprobar que se alejaban de nosotros cuanto más lejos estaban (ley de Hubble) y explicar, por tanto, que nos encontramos en un Universo en expansión. Consiguió de hecho dar una primera aproximación al tamaño del Universo, gracias al trabajo de Leavitt. Henrietta Leavitt dedicó su vida a la ciencia. Sus desarrollos se siguen utilizando hoy en día para conocer las distancias a nuevas galaxias donde se encuentren estrellas variables. Y Henrietta no recibió ni siquiera una medalla, ni premio. Su vida sigue siendo un misterio porque apenas hay libros que hablen de ella. Durante toda su vida, su título oficial fue el de “ayudante” (assistent). Nada más entrar en el Observatorio comenzó a aquejarle una enfermedad que le afectó al oído, dejándola prácticamente sorda el resto de su vida. Y, finalmente, el cáncer la premió acabando con su vida a los 53 años. Cuatro años después de la muerte de Leavitt, el matemático sueco Gösta Mittag-Leffer escribió una carta a Henrietta. Quería proponerla para el premio Nobel por sus trabajos sobre las estrellas variables. Los Nobel nunca se entregan a título póstumo, por lo que Henrietta nunca llegó a ser nominada. La siguiente lista de los bienes legados por Henrietta a su madre al morir da cuenta de su pobreza tras una vida dedicada a la ciencia. Una librería y libros, 5 dólares Atril, 1 dólar Mesa, 5 dólares Silla, 2 dólares Alfombra, 4 dólares Mesa de trabajo, 5 dólares Cama con cabecero, 15 dólares Dos colchones, 10 dólares Un bono por valor de 100 dólares, otro por 96,33 dólares, dos de 50 y otro de 48,56 (Total: 344,89 dólares). Y como existen las calculadoras de inflación nos quedarían unos 4200 dólares de hoy en día. A modo de homenaje, Leavitt da su nombre a un asteroide, el 5383-Leavitt y tiene un cráter en la luna, el Crater-Leavitt. Por cierto, estas estrellas variables se llaman “cefeidas” porque la estrella prototípica de este tipo es la estrella Delta Cephei, en la constelación de Cefeo. (delta indica que es la cuarta estrella más brillante de la constelación).…
Donde hablamos de Halley, de su cometa y de como Nicole acertó con la fecha de la llegada del cometa.
Debate ciencia, razón, fe y lenguaje con el Padre Jesús Díaz Ropero, Carlota Izquierdo Gil y Roberto Pascua, dirigido por Jaume Segalés.
Especial Nochebuena para hablar de la estrella de Belén: ¿hubo algo realmente en los cielos que alertara a los Reyes Magos de que algo estaba sucediendo en Belén?
Donde se narra el encuentro entre Halley y Newton que propició la escritura, por parte de este último, del libro "Principios Matemáticos de la Filosofía Natural". Libro considerado por muchos, como el libro de ciencia que cambió la historia de la humanidad.
Donde hablamos de la posible explosión de la nova TcrB, en la constelación de la Corona Borealis.
Donde hablamos del experimento Nanograv. Durante 15 años, astrofísicos del proyecto Nanograv han observado los pulsos de 68 púlsar desde el telescopio de Arecibo hasta la desaparición del mismo. Hablamos de los resultados obtenidos y las ondas de gravedad
Donde hablamos del descubrimiento del laboratorio LIGO, que vino a confirmar la existencia de ondas de gravedad predichas por la Teoría de la Relatividad General de Albert Einstein.
Donde hacemos un recorrido por la historia de la ciencia para entender cómo podemos saber de qué están hechas las estrellas.
Donde hablamos de Oscar, Lucky, Flug y la mujer que olía el Parkinson
Donde hablamos del descubrimiento de los púlsares por parte de la astrónomo Jocelyn Bell, estrellas muy masivas que explotan dejando un remanente en forma de estrella de neutrones con un gran campo magnético y emiten pulsos de ondas de radio.
Donde hablamos de la colaboración entre aficionados, amateurs y astrónomos profesionales. Observación de la ocultación de Betelgeuse por el asteroide 309 Leona y varios consejos para principiantes.
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