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Zaragoza te habla - Las Plazas de España

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En estos tiempos en que según los extremistas de derecha pareciera que España se está rompiendo cada día de alguna forma nueva y horrible, en el programa de hoy, os propongo que nos aproximemos a la realidad de la presencia de la palabra España en el nomenclátor de Zaragoza. En la historia urbana de este país llamado España, el centro de los pueblos y ciudades ha sido tradicionalmente o bien la plaza Mayor, o la plaza del Ayuntamiento. El caso de Zaragoza es excepcional, porque nunca ha tenido ni una ni otra. Como ya vimos en algún programa anterior, durante siglos fue la antigua plaza del Mercado el centro económico y social de la ciudad, quedando la plaza del Pilar como un secundario espacio relacionado con el culto privado. El 9 de junio de 1937 el pleno del Ayuntamiento constituido tras el golpe de estado de julio de 1936 acordó denominar plaza de España a la hasta entonces llamada de la Constitución porque, según se dijo entonces, en “la mayoría de las ciudades y pueblos de la zona liberada se ha dedicado a España la plaza principal de los mismos, y si consideramos que la nuestra lleva el nombre de la Constitución al que van aparejadas las desdichas que nos aquejan…” Poco importaba, como actualmente hacen los creadores y difusores de tendenciosas noticias falsas, que esta plaza llevara el nombre de la Constitución, pero no por la de 1931 alumbrada al comienzo de la Segunda República, sino por la de 1845 que rigió el reinado de la reina Isabel II. Ya es llamativo que quienes se erigen en defensores de las tradiciones y en las costumbres de toda la vida, generalmente suelen ser campeones en ignorancia y desconocimiento de la realidad de ese pasado que dicen reivindicar. En este caso, además, se confundían dos constituciones que bien poco tenían que ver, pero bueno, eran constituciones al fin y al cabo, otra realidad a extinguir fueran del color que fueran. Así, las cosas, la plaza de la Constitución se convirtió de facto y desde entonces en la plaza de España de toda la vida, es decir, desde el franquismo. Pero había un pequeño problema formalmente irresoluble: Zaragoza ya contaba con una plaza de España, y como tal figuraba desde 1934 en el plan general de ensanche de la ciudad en la zona de Miralbueno, en la nueva Gran Vía que desde la plaza de Basilio Paraíso se prolongaba hasta el Parque de Zaragoza o de Buenavista. Esta periférica zona se encontraba ya urbanizada y lista para recibir las primeras manzanas de viviendas previstas, y además estaba previsto que fuera el acceso principal a la proyectada Ciudad Universitaria concebida en 1932 sobre 6 manzanas residenciales del ensanche de las Casas Baratas. La solución dada a este problema fue hacer una pirueta o permuta, de forma que mientras la plaza de la Constitución se convertía por dictado en la nueva plaza de España, la plaza de España realmente existente fue redenominada como de San Francisco, para así recuperar la primera denominación que tuviera la plaza de la Constitución, como recuerdo al desaparecido gran convento de San Francisco que ocupara buena parte de esa plaza. Si a nosotros esto nos puede parecer un lío, imaginemos los trastornos mentales que debieron padecer quienes pergeñaron este cambio, sólo uno más, en definitiva, de las decenas y decenas que afectaron a numerosas calles y plazas de la ciudad, cuyos nombres fueron modificados entre 1936 y 1940 para adecuar de forma retrógrada el nomenclátor urbano a la nueva España del régimen franquista.
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