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«Mejor llegar tarde que no llegar»
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(12 de enero: Aniversario 101 de La Sonora Matancera)
«Los últimos días de una vida suelen ser los más dramáticos y desconcertantes. La gente no sólo piensa en la partida final como algo que sella la cronología, sino como algo que [le] permite comprender los múltiples milagros que se manifiestan en el transcurso de una vida. Y así es cuando se trata de Celia Cruz.»
Con esa reflexión comienza la escritora mexicana Ana Cristina Reymundo el prólogo a la autobiografía titulada Celia: Mi vida, que es el fruto de más de 500 horas de entrevistas que le hizo a la famosa cantante.
«Celia nació en la isla de Cuba, donde la música es tan necesaria como el aire que se respira, pero nada en sus antecedentes vislumbraba su grandeza —continúa Reymundo—. Sin embargo, en el seno de ese hogar, en ese rincón de La Habana de antaño, [se forjó] su destino estelar. Su canto fue su pasaporte al mundo, y con él le llevó al mundo el cariñoso abrazo de su querida Cuba natal....
»... Nuestros caminos se [cruzaron en el año 2002] en Nueva York —cuenta la coautora mexicana—. Para entonces, yo era una escritora con entrevista pautada con la legendaria cantante. Llegó la hora de la entrevista y la Reina de la Salsa no llegaba. La puntualidad es una de las muchas cualidades que distinguen a Celia Cruz.... De repente llegó la diva, acompañada por su esposo —de quien nunca se separaba—, y su representante, Omer Pardillo. “Chica, perdóname por haber llegado tan tarde [—se disculpó—]. Yo sé que tu tiempo es tan valioso como el mío. A pesar de que he tenido un día complicado, decidí mejor llegar tarde que no llegar.” ...
»... [Más tarde,] tras un par de cortinas... Omer me [explicó] que Celia estaba enferma... que la demora se debía a una serie de análisis que le habían hecho a Celia ese mismo día, y que a las seis de la mañana del próximo día ingresaría en el hospital... [y] me pidió que orara por ella.... En sólo doce horas Celia estaría en el quirófano, luchando por su vida, lo cual [ninguno de nosotros] hubiera adivinado....
»... Conforme la fui conociendo... [en los momentos en que se despedía de su vida mortal, su corazón] se fue abriendo [ante mí] como los pétalos de una flor... mientras me contaba la historia de su vida.»1
En enero de 2012, el historiador y bloguero mexicano Ramón Carrillo entrevistó a Ana Cristina Reymundo y le preguntó acerca de la experiencia de haber pasado más de 500 horas conociendo a fondo a Celia Cruz. Ella respondió: «Aprendí de [Celia] mucho sobre cómo puede ser de cercana y tierna una vida entre un hombre y una mujer. Aprendí también cómo debe ser un artista de agradecido con su público sin permitir que... le robe su vida interior o personal. Finalmente... pude ver lo que es en verdad [vivir] el momento... presente.... Fue una mujer llena de gracia y sabiduría.»2
Quiera Dios que también nosotros aprendamos de Celia a poner en práctica las enseñanzas de Jesucristo de no preocuparnos por el mañana y de ser agradecidos con quien le debemos gratitud, como también a esforzarnos por seguir el ejemplo que Él nos dejó, desde su niñez, de crecer en gracia y sabiduría.3
Carlos Rey
Un Mensaje a la Conciencia
www.conciencia.net
1 | Celia Cruz con Ana Cristina Reymundo, Celia: Mi vida (New York: HarperCollins, 2004), pp. 3-7. |
2 | Ramón Carrillo, «Ana Cristina Reymundo» Mis Entrevistas, 21 enero 2012 En línea 1 agosto 2024. |
3 | Mt 6:34; Lc 2:52; 17:11-17 |
82 episodios
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(12 de enero: Aniversario 101 de La Sonora Matancera)
«Los últimos días de una vida suelen ser los más dramáticos y desconcertantes. La gente no sólo piensa en la partida final como algo que sella la cronología, sino como algo que [le] permite comprender los múltiples milagros que se manifiestan en el transcurso de una vida. Y así es cuando se trata de Celia Cruz.»
Con esa reflexión comienza la escritora mexicana Ana Cristina Reymundo el prólogo a la autobiografía titulada Celia: Mi vida, que es el fruto de más de 500 horas de entrevistas que le hizo a la famosa cantante.
«Celia nació en la isla de Cuba, donde la música es tan necesaria como el aire que se respira, pero nada en sus antecedentes vislumbraba su grandeza —continúa Reymundo—. Sin embargo, en el seno de ese hogar, en ese rincón de La Habana de antaño, [se forjó] su destino estelar. Su canto fue su pasaporte al mundo, y con él le llevó al mundo el cariñoso abrazo de su querida Cuba natal....
»... Nuestros caminos se [cruzaron en el año 2002] en Nueva York —cuenta la coautora mexicana—. Para entonces, yo era una escritora con entrevista pautada con la legendaria cantante. Llegó la hora de la entrevista y la Reina de la Salsa no llegaba. La puntualidad es una de las muchas cualidades que distinguen a Celia Cruz.... De repente llegó la diva, acompañada por su esposo —de quien nunca se separaba—, y su representante, Omer Pardillo. “Chica, perdóname por haber llegado tan tarde [—se disculpó—]. Yo sé que tu tiempo es tan valioso como el mío. A pesar de que he tenido un día complicado, decidí mejor llegar tarde que no llegar.” ...
»... [Más tarde,] tras un par de cortinas... Omer me [explicó] que Celia estaba enferma... que la demora se debía a una serie de análisis que le habían hecho a Celia ese mismo día, y que a las seis de la mañana del próximo día ingresaría en el hospital... [y] me pidió que orara por ella.... En sólo doce horas Celia estaría en el quirófano, luchando por su vida, lo cual [ninguno de nosotros] hubiera adivinado....
»... Conforme la fui conociendo... [en los momentos en que se despedía de su vida mortal, su corazón] se fue abriendo [ante mí] como los pétalos de una flor... mientras me contaba la historia de su vida.»1
En enero de 2012, el historiador y bloguero mexicano Ramón Carrillo entrevistó a Ana Cristina Reymundo y le preguntó acerca de la experiencia de haber pasado más de 500 horas conociendo a fondo a Celia Cruz. Ella respondió: «Aprendí de [Celia] mucho sobre cómo puede ser de cercana y tierna una vida entre un hombre y una mujer. Aprendí también cómo debe ser un artista de agradecido con su público sin permitir que... le robe su vida interior o personal. Finalmente... pude ver lo que es en verdad [vivir] el momento... presente.... Fue una mujer llena de gracia y sabiduría.»2
Quiera Dios que también nosotros aprendamos de Celia a poner en práctica las enseñanzas de Jesucristo de no preocuparnos por el mañana y de ser agradecidos con quien le debemos gratitud, como también a esforzarnos por seguir el ejemplo que Él nos dejó, desde su niñez, de crecer en gracia y sabiduría.3
Carlos Rey
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1 | Celia Cruz con Ana Cristina Reymundo, Celia: Mi vida (New York: HarperCollins, 2004), pp. 3-7. |
2 | Ramón Carrillo, «Ana Cristina Reymundo» Mis Entrevistas, 21 enero 2012 En línea 1 agosto 2024. |
3 | Mt 6:34; Lc 2:52; 17:11-17 |
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