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#220 La sonrisa muerta de Francis Marion Crawfrod

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La sonrisa muerta (The Dead Smile) es un relato de terror del escritor británico Francias Marion Crawford (1854-1909), publicado originalmente en la edición de agosto de 1899 de la revista Ainslee's; y luego reeditado en la antología de 1911: Cuentos misteriosos (Uncanny Tales). Posteriormente aparecería en 65 relatos para temblar de miedo (65 Great Spine Chillers) y Un siglo de historias de terror (A Century Of Horror Stories) Antes de comenzar a analizar La sonrisa muerta, uno de los mejores cuentos de Francis Marion Crawford, es pertinente mencionar algunas influencias. Dos de ellas son evidentes: Edgar Allan Poe y Nathaniel Hawthorne, particularmente los cuentos Berenice (Berenice), La caída de la Casa Usher (The Fall of the House of Usher) y La Casa de los Siete Tejados (The House of the Seven Gables). Estas son historias sobre males familiares que son heredados por las generaciones más jóvenes, casi como una infección que se activa cuando el miembro más viejo de la familia fallece. En otras palabras, F. Marion Crawford emplea esta herencia maldita que parece entrar en conflicto entre el libre albedrío y el destino [ver: El horror hereditario y la enfermedad de Lovecraft] ¡¡¡¡¡¡ATENCION: SPOILER!!!!!!! En Berenice, Edgar Allan Poe sigue la obsesión morbosa de un hombre con los dientes de su prima. Es una historia cuyo punto de ebullición combina la necrofilia, entierros en vida y mutilación dental. E.A. Poe utilizó el motivo de los dientes para simbolizar el punto de contacto entre la lujuria física y la adoración espiritual. En La sonrisa muerta, F. Marion Crawford emplea el rictus post-mortem como símbolo de carnalidad, odio y maldad. El risus sardonicus [«risa sardónica»] es un espasmo involuntario de los músculos faciales que produce una especie de sonrisa [al parecer, era común en los ahorcados]. El término también se utiliza para referirse a un fenómeno post-mortem que consiste en el retraimiento de los labios del difunto durante las primeras fases de la descomposición, generando lo que parece ser una sonrisa. Si bien la sonrisa muerta del relato de F. Marion Crawford tiene una fuente más sobrenatural que médica, funciona del mismo modo, al menos en el cuerpo de los difuntos Ockram; porque en este caso es un rictus contagioso, capaz de aparecer inesperadamente en el rostro de las personas vivas en Ockram Hall [ver: Psicología de las Casas Embrujadas] La historia comienza con sir Hugh Ockram. El anciano está muriendo y sabe que irá al infierno. Fue un notorio libertino que arruinó la vida de muchas mujeres. Ahora yace en su lecho de muerte con el gesto de suficiencia del pecador impenitente que nunca se arrepentirá. Sir Hugh es anciano, pero la mujer que fue su nodriza [la señora MacDonald, una mujer centenaria] contempla con horror su rostro amarillento y contorsionado por la maldad. También están presentes su sobrina, Evelyn, y su hijo, Gabriel, que han venido a pedir su bendición para casarse. Malévolo hasta el final, sir Hugh señala cínicamente que su bendición no importa, pero que hay una muy buena razón por la que no deberían casarse, una razón que se niega a revelar. Se queda dormido y los novios salen a reflexionar sobre el significado de este secreto. En la bóveda familiar, debajo de Ockram Hall, yacen los cadáveres de generaciones de libertinos. Gabriel solo espera no haber heredado su maldad. El joven relata la historia de un antepasado que fue decapitado, cuya cabeza tiene el pernicioso hábito de salir rodando de su ataúd y mostrar una sonrisa muy parecida a la de sir Hugh, una rictus presente en todos los Ockram desde entonces. Adentro, mientras oscurece, la nodriza MacDonald cree ver a una mujer en la ventana, una mujer que se parece a Evelyn, con los labios fríos y muertos manchados de sangre. El fantasma de repente muestra sus colmillos y emite un gemido espeluznante. La nodriza supone que es un sueño, pero cuando la sirvienta menciona que ella también ha visto a la figura [y comenta su similitud con Evelyn], la nodriza decide que era el alma en pena de la familia y se estremece de miedo. Conmovida, la señora MacDonald se coloca al lado de la cama de sir Hugh y le ruega que revele su «secreto» en nombre de todas las mujeres que ha destruido: su madre [no sabemos cómo], su desconsolada esposa y su amante abandonada. Sin preocuparse por su alma, sir Hugh la rechaza, sonriendo maliciosamente. De repente, Evelyn entra en la habitación, mira hacia afuera y ve a su doppelgänger en la ventana. Momentos después, sir Hugh muere con el rostro contorsionado en esta sonrisa malvada; y Evelyn siente que en su propio rostro comienza a insinuarse un rictus similar, que no puede detener a pesar de sus esfuerzos. Sir Hugh es llevado a la bóveda. Los sirvientes que lo trasladan se niegan a mirarse: cada uno luce una macabra sonrisa involuntaria que no se desvanece hasta que han salido de la bóveda. Tiempo después, Gabriel y Evelyn organizan una fiesta para anunciar su próxima boda. Cuando los invitados se disponen a brindar, resuenan gritos en el salón: el rostro de cada persona está torcido por la sonrisa macabra que no pueden reprimir. Se produce una huida precipitada. Los únicos que quedan son Gabriel y Evelyn, sentados uno junto al otro, incapaces de mirarse porque saben que en el rostro del otro está la sonrisa muerta. Sin embargo, esto no es lo peor. Ambos comienzan a sentir el impulso irresistible de visitar la bóveda para ver el rostro de sir Hugh una vez más. Una noche, casi al borde de la locura, Gabriel se arrastra hasta la bóveda para ver a su padre muerto. Mientras camina por los pasillos, baja las escaleras y se adentra en la oscuridad y el moho, reprime la sonrisa muerta en sus propios labios. Finalmente encuentra el ataúd y retira la mortaja. El rostro de sir Hugh, horriblemente deteriorado, todavía muestra una sonrisa de odio, pero Gabriel se siente atraído por algo que el cadáver sostiene entre sus dedos: un paquete que contiene su «secreto». No se trata de una confesión, sino de un alarde escrito, una jactancia del mal que sir Hugh ha cometido en vida. Según este testimonio, la madre de Evelyn [que era hermana de la esposa de sir Hugh] había estado casada con uno de los camaradas de sir Hugh en el ejército británico. El hombre murió en Afganistán. Sir Hugh la llevó a vivir a Ockram Hall, la sedujo, la embarazó y rechazó a su esposa [madre de Gabriel], que murió de vergüenza. Poco después del nacimiento de Evelyn, hizo lo mismo con su madre, y crió a la niña como su sobrina. Su deseo era ver a su hijo casarse con su media hermana para atormentar el alma de estas dos mujeres: su difunta esposa y su cuñada. Escribió el relato de sus acciones con la esperanza de que algún día, quizás cuando Gabriel y Evelyn estuviesen casados y con hijos, se enteraran de su incesto. En cierto modo, les heredaría el «secreto», que Gabriel y Evelyn se verían obligados a perpetuar para no arruinar la vida de sus propios hijos [endogámicos]. Al leer esto, Gabriel agradece que hayan retrasado la boda. Levanta la vista y ve que la mandíbula de sir Hugh se relaja y se abre; su sonrisa se desvanece. De repente nota a alguien más detrás de él. Es Evelyn, que lo ha seguido hasta la bóveda y ha leído el manuscrito por encima de su hombro. Por un momento se miran, luego se abrazan, tristes pero agradecidos, como hermanos. Hay muchos elementos para analizar en La sonrisa muerta de F. Marion Crawford. Lo primero que asombra es la cantidad de tropos góticos: amantes desafortunados, maldiciones familiares, incesto, antiguas mansiones familiares, bóvedas decrépitas, patriarcas siniestros, fantasmas, secretos y... banshees. Su delicioso goticismo se adentra en lo sobrenatural pero sin hacerlo obvio, empleando sugerencias e insinuaciones para forzar al lector a interpretar los eventos más sensacionales. El alma en pena, la cabeza que se rehúsa a permanecer en el ataúd, el cadáver de pie, las sonrisas inquietantes y todas las coincidencias que unen a Gabriel y Evelyn en una red, parecen genuinamente sobrenaturales, pero en realidad son vulnerables a la investigación escéptica: la cabeza y el cadáver pueden haber sido movidos por un sirviente bromista [o rencoroso], la mujer en la ventana y las sonrisas pueden ser muestras de histeria colectiva. Sin embargo, tal vez son exactamente lo que parecen [ver: Casas como metáfora de la psique en el Horror] La sonrisa muerta parece terminar con una nota feliz: Gabriel y Evelyn descubren que son hermanos, se aceptan como tales y la boda se cancelará. El plan siniestro de sir Hugh ha sido desbaratado. El lector sacude la cabeza, se frota los ojos, y se pregunta si todos estos elementos sobrenaturales fueron causados sólo por sugerencias y completados con sus propias expectativas. Sin embargo, tampoco estamos seguros de que sea un final feliz. En efecto, al final Evelyn llama a Gabriel «mi hermano», y se abrazan, pero, en una consideración más detallada, no sabemos qué ocurrió después. Es un final relativamente vago, donde la posibilidad de que Evelyn y Gabriel se casaran más adelante, aún sabiendo que son hermanos, sigue siendo válida [ver: Casa Tabú] De hecho, podríamos preguntarnos si los jóvenes amantes ya sospechaban de su relación incestuosa, autoproclamándose actores condenados de un melodrama gótico. Al principio esperan la «bendición» de sir Hugh [que no obtienen], pero después de la muerte del anciano no hay razón para postergar la boda; sin embargo, la postergan durante varios meses. Más aún, F. Marion Crawford no hace mucho por ocultar que hay algo extraño entre Evelyn y Gabriel; más bien todo lo contrario. La insinuación de que son dos hermanos a punto de contraer un matrimonio es bastante obvia desde el principio Si bien este final seguramente resulta artificial o insatisfactorio para el lector moderno, es importante mencionar que Francis Marion Crawford estaba derribando el final convencional de las novelas góticas, el cual generalmente involucra alguna forma de incesto involuntario y cuya revelación conduce a la locura o el suicidio de alguno de los protagonistas. Al hacer que Evelyn y Gabriel sobrevivan a esta prueba, F. Marion Crawford no solo está desafiando un motivo común en la literatura gótica, sino que no les hace perder la razón [o la vida], sino que les permite recuperarla. En efecto, Evelyn y Gabriel no enloquecen ni son empujados a una furia homicida al descubrir que son hermanos: se abrazan y siguen adelante. De este modo, una maldición familiar puede ser vencida por la fuerza de voluntad; los pecados del padre pueden ser absueltos por la resolución del hijo. Uno no puede simplemente aceptar que los errores de nuestros padres se perpetúan invariablemente en nosotros. No podemos refugiarnos en la predestinación. Sin embargo, F. Marion Crawford no cierra la puerta a una interpretación inversa: Evelyn y Gabriel se reconocen como hermanos, se abrazan y siguen adelante... como pareja. Ahora bien, el elemento central del relato es la «sonrisa muerta», este rictus que vemos en el rostro de sir Hugh y luego sobre los labios de Evelyn y Gabriel. ¿Se trata de una maldición familiar? ¿De un rasgo degenerativo en la familia? Si es así, ¿por qué la centenaria nodriza Macdonald también lo tiene? ¿Acaso ella también es la hija bastarda de algún Ockram? Ciertamente es curiosa la presencia de esta mujer centenaria que cuidó a sir Hugh cuando era un bebé, y que ahora está maternalmente presente en su lecho de muerte. De hecho, la nodriza MacDonald intenta que sir Hugh confiese su «secreto» [que ella sospecha y calla] para que su alma descanse en paz. ¿La malevolencia de sir Hugh, queriendo hacer sufrir eternamente a sus mujeres a través de la unión incestuosa entre Evelyn y Gabriel es una especie de castigo a su verdadera madre? Quizás la señora MacDonald es su madre después de todo, quizás no. Nunca lo sabremos [ver: La Casa Embrujada como representación del cuerpo de la mujer] ¿Y qué hay de la banshee con la cara de Evelyn que aparece en la ventana? Casi con certeza es el fantasma de la madre de Evelyn, seducida y abandonada por sir Hugh. La sonrisa muerta de F. Marion Crawford tiene una cadencia singular, pero el horror de la historia no está unido de manera explícita y coherente. Evelyn parece decididamente lenta en la comprensión de las insinuaciones de la señora Macdonald, aunque dada su declaración final, tal vez deberíamos concluir que no se permitió darse cuenta de talas implicaciones. Uno se pregunta sobre el plan de sir Hugh. Causó de alguna manera la obsesión de Gabriel, pero calculó mal la intensidad apropiada para hacerle descubrir el documento solo después de haberse casado y engendrado hijos con Evelyn. A propósito, ¿cómo terminó el documento en manos del cadáver? ¿Acaso sir Hugh dispuso que algún sirviente lo colocara entre sus manos tiempo después de ser inhumado en la bóveda? Esta sería una explicación lógica, pero sabemos que las cosas se mueven solas en esa cripta todo el tiempo, como la cabeza inquieta de Vernon Ockram. Análisis de: El Espejo Gótico https://elespejogotico.blogspot.com/2022/09/la-sonrisa-muerta-f-marion-crawford.html Texto del relato extraído de: https://elespejogotico.blogspot.com/2022/09/la-sonrisa-muerta-f-marion-crawford.html Traducido al español: Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico Musicas: - 01. PGM Misterio Autor: Antonio Muñoz Guirado en colaboración con Jim Bryan y Brendan Brown - Cedida en exclusiva para este programa de Relatos de Misterio y Suspense. - 02. unsettling-slow-horror-ambience-creepy-and-scratchy-strings-and-scary-bells-for-haunte_Suite Tracks Music Nota: Este audio no se realiza con fines comerciales ni lucrativos. Es de difusión enteramente gratuita e intenta dar a conocer tanto a los escritores de los relatos y cuentos como a los autores de las músicas. Escucha el episodio completo en la app de iVoox, o descubre todo el catálogo de iVoox Originals
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La sonrisa muerta (The Dead Smile) es un relato de terror del escritor británico Francias Marion Crawford (1854-1909), publicado originalmente en la edición de agosto de 1899 de la revista Ainslee's; y luego reeditado en la antología de 1911: Cuentos misteriosos (Uncanny Tales). Posteriormente aparecería en 65 relatos para temblar de miedo (65 Great Spine Chillers) y Un siglo de historias de terror (A Century Of Horror Stories) Antes de comenzar a analizar La sonrisa muerta, uno de los mejores cuentos de Francis Marion Crawford, es pertinente mencionar algunas influencias. Dos de ellas son evidentes: Edgar Allan Poe y Nathaniel Hawthorne, particularmente los cuentos Berenice (Berenice), La caída de la Casa Usher (The Fall of the House of Usher) y La Casa de los Siete Tejados (The House of the Seven Gables). Estas son historias sobre males familiares que son heredados por las generaciones más jóvenes, casi como una infección que se activa cuando el miembro más viejo de la familia fallece. En otras palabras, F. Marion Crawford emplea esta herencia maldita que parece entrar en conflicto entre el libre albedrío y el destino [ver: El horror hereditario y la enfermedad de Lovecraft] ¡¡¡¡¡¡ATENCION: SPOILER!!!!!!! En Berenice, Edgar Allan Poe sigue la obsesión morbosa de un hombre con los dientes de su prima. Es una historia cuyo punto de ebullición combina la necrofilia, entierros en vida y mutilación dental. E.A. Poe utilizó el motivo de los dientes para simbolizar el punto de contacto entre la lujuria física y la adoración espiritual. En La sonrisa muerta, F. Marion Crawford emplea el rictus post-mortem como símbolo de carnalidad, odio y maldad. El risus sardonicus [«risa sardónica»] es un espasmo involuntario de los músculos faciales que produce una especie de sonrisa [al parecer, era común en los ahorcados]. El término también se utiliza para referirse a un fenómeno post-mortem que consiste en el retraimiento de los labios del difunto durante las primeras fases de la descomposición, generando lo que parece ser una sonrisa. Si bien la sonrisa muerta del relato de F. Marion Crawford tiene una fuente más sobrenatural que médica, funciona del mismo modo, al menos en el cuerpo de los difuntos Ockram; porque en este caso es un rictus contagioso, capaz de aparecer inesperadamente en el rostro de las personas vivas en Ockram Hall [ver: Psicología de las Casas Embrujadas] La historia comienza con sir Hugh Ockram. El anciano está muriendo y sabe que irá al infierno. Fue un notorio libertino que arruinó la vida de muchas mujeres. Ahora yace en su lecho de muerte con el gesto de suficiencia del pecador impenitente que nunca se arrepentirá. Sir Hugh es anciano, pero la mujer que fue su nodriza [la señora MacDonald, una mujer centenaria] contempla con horror su rostro amarillento y contorsionado por la maldad. También están presentes su sobrina, Evelyn, y su hijo, Gabriel, que han venido a pedir su bendición para casarse. Malévolo hasta el final, sir Hugh señala cínicamente que su bendición no importa, pero que hay una muy buena razón por la que no deberían casarse, una razón que se niega a revelar. Se queda dormido y los novios salen a reflexionar sobre el significado de este secreto. En la bóveda familiar, debajo de Ockram Hall, yacen los cadáveres de generaciones de libertinos. Gabriel solo espera no haber heredado su maldad. El joven relata la historia de un antepasado que fue decapitado, cuya cabeza tiene el pernicioso hábito de salir rodando de su ataúd y mostrar una sonrisa muy parecida a la de sir Hugh, una rictus presente en todos los Ockram desde entonces. Adentro, mientras oscurece, la nodriza MacDonald cree ver a una mujer en la ventana, una mujer que se parece a Evelyn, con los labios fríos y muertos manchados de sangre. El fantasma de repente muestra sus colmillos y emite un gemido espeluznante. La nodriza supone que es un sueño, pero cuando la sirvienta menciona que ella también ha visto a la figura [y comenta su similitud con Evelyn], la nodriza decide que era el alma en pena de la familia y se estremece de miedo. Conmovida, la señora MacDonald se coloca al lado de la cama de sir Hugh y le ruega que revele su «secreto» en nombre de todas las mujeres que ha destruido: su madre [no sabemos cómo], su desconsolada esposa y su amante abandonada. Sin preocuparse por su alma, sir Hugh la rechaza, sonriendo maliciosamente. De repente, Evelyn entra en la habitación, mira hacia afuera y ve a su doppelgänger en la ventana. Momentos después, sir Hugh muere con el rostro contorsionado en esta sonrisa malvada; y Evelyn siente que en su propio rostro comienza a insinuarse un rictus similar, que no puede detener a pesar de sus esfuerzos. Sir Hugh es llevado a la bóveda. Los sirvientes que lo trasladan se niegan a mirarse: cada uno luce una macabra sonrisa involuntaria que no se desvanece hasta que han salido de la bóveda. Tiempo después, Gabriel y Evelyn organizan una fiesta para anunciar su próxima boda. Cuando los invitados se disponen a brindar, resuenan gritos en el salón: el rostro de cada persona está torcido por la sonrisa macabra que no pueden reprimir. Se produce una huida precipitada. Los únicos que quedan son Gabriel y Evelyn, sentados uno junto al otro, incapaces de mirarse porque saben que en el rostro del otro está la sonrisa muerta. Sin embargo, esto no es lo peor. Ambos comienzan a sentir el impulso irresistible de visitar la bóveda para ver el rostro de sir Hugh una vez más. Una noche, casi al borde de la locura, Gabriel se arrastra hasta la bóveda para ver a su padre muerto. Mientras camina por los pasillos, baja las escaleras y se adentra en la oscuridad y el moho, reprime la sonrisa muerta en sus propios labios. Finalmente encuentra el ataúd y retira la mortaja. El rostro de sir Hugh, horriblemente deteriorado, todavía muestra una sonrisa de odio, pero Gabriel se siente atraído por algo que el cadáver sostiene entre sus dedos: un paquete que contiene su «secreto». No se trata de una confesión, sino de un alarde escrito, una jactancia del mal que sir Hugh ha cometido en vida. Según este testimonio, la madre de Evelyn [que era hermana de la esposa de sir Hugh] había estado casada con uno de los camaradas de sir Hugh en el ejército británico. El hombre murió en Afganistán. Sir Hugh la llevó a vivir a Ockram Hall, la sedujo, la embarazó y rechazó a su esposa [madre de Gabriel], que murió de vergüenza. Poco después del nacimiento de Evelyn, hizo lo mismo con su madre, y crió a la niña como su sobrina. Su deseo era ver a su hijo casarse con su media hermana para atormentar el alma de estas dos mujeres: su difunta esposa y su cuñada. Escribió el relato de sus acciones con la esperanza de que algún día, quizás cuando Gabriel y Evelyn estuviesen casados y con hijos, se enteraran de su incesto. En cierto modo, les heredaría el «secreto», que Gabriel y Evelyn se verían obligados a perpetuar para no arruinar la vida de sus propios hijos [endogámicos]. Al leer esto, Gabriel agradece que hayan retrasado la boda. Levanta la vista y ve que la mandíbula de sir Hugh se relaja y se abre; su sonrisa se desvanece. De repente nota a alguien más detrás de él. Es Evelyn, que lo ha seguido hasta la bóveda y ha leído el manuscrito por encima de su hombro. Por un momento se miran, luego se abrazan, tristes pero agradecidos, como hermanos. Hay muchos elementos para analizar en La sonrisa muerta de F. Marion Crawford. Lo primero que asombra es la cantidad de tropos góticos: amantes desafortunados, maldiciones familiares, incesto, antiguas mansiones familiares, bóvedas decrépitas, patriarcas siniestros, fantasmas, secretos y... banshees. Su delicioso goticismo se adentra en lo sobrenatural pero sin hacerlo obvio, empleando sugerencias e insinuaciones para forzar al lector a interpretar los eventos más sensacionales. El alma en pena, la cabeza que se rehúsa a permanecer en el ataúd, el cadáver de pie, las sonrisas inquietantes y todas las coincidencias que unen a Gabriel y Evelyn en una red, parecen genuinamente sobrenaturales, pero en realidad son vulnerables a la investigación escéptica: la cabeza y el cadáver pueden haber sido movidos por un sirviente bromista [o rencoroso], la mujer en la ventana y las sonrisas pueden ser muestras de histeria colectiva. Sin embargo, tal vez son exactamente lo que parecen [ver: Casas como metáfora de la psique en el Horror] La sonrisa muerta parece terminar con una nota feliz: Gabriel y Evelyn descubren que son hermanos, se aceptan como tales y la boda se cancelará. El plan siniestro de sir Hugh ha sido desbaratado. El lector sacude la cabeza, se frota los ojos, y se pregunta si todos estos elementos sobrenaturales fueron causados sólo por sugerencias y completados con sus propias expectativas. Sin embargo, tampoco estamos seguros de que sea un final feliz. En efecto, al final Evelyn llama a Gabriel «mi hermano», y se abrazan, pero, en una consideración más detallada, no sabemos qué ocurrió después. Es un final relativamente vago, donde la posibilidad de que Evelyn y Gabriel se casaran más adelante, aún sabiendo que son hermanos, sigue siendo válida [ver: Casa Tabú] De hecho, podríamos preguntarnos si los jóvenes amantes ya sospechaban de su relación incestuosa, autoproclamándose actores condenados de un melodrama gótico. Al principio esperan la «bendición» de sir Hugh [que no obtienen], pero después de la muerte del anciano no hay razón para postergar la boda; sin embargo, la postergan durante varios meses. Más aún, F. Marion Crawford no hace mucho por ocultar que hay algo extraño entre Evelyn y Gabriel; más bien todo lo contrario. La insinuación de que son dos hermanos a punto de contraer un matrimonio es bastante obvia desde el principio Si bien este final seguramente resulta artificial o insatisfactorio para el lector moderno, es importante mencionar que Francis Marion Crawford estaba derribando el final convencional de las novelas góticas, el cual generalmente involucra alguna forma de incesto involuntario y cuya revelación conduce a la locura o el suicidio de alguno de los protagonistas. Al hacer que Evelyn y Gabriel sobrevivan a esta prueba, F. Marion Crawford no solo está desafiando un motivo común en la literatura gótica, sino que no les hace perder la razón [o la vida], sino que les permite recuperarla. En efecto, Evelyn y Gabriel no enloquecen ni son empujados a una furia homicida al descubrir que son hermanos: se abrazan y siguen adelante. De este modo, una maldición familiar puede ser vencida por la fuerza de voluntad; los pecados del padre pueden ser absueltos por la resolución del hijo. Uno no puede simplemente aceptar que los errores de nuestros padres se perpetúan invariablemente en nosotros. No podemos refugiarnos en la predestinación. Sin embargo, F. Marion Crawford no cierra la puerta a una interpretación inversa: Evelyn y Gabriel se reconocen como hermanos, se abrazan y siguen adelante... como pareja. Ahora bien, el elemento central del relato es la «sonrisa muerta», este rictus que vemos en el rostro de sir Hugh y luego sobre los labios de Evelyn y Gabriel. ¿Se trata de una maldición familiar? ¿De un rasgo degenerativo en la familia? Si es así, ¿por qué la centenaria nodriza Macdonald también lo tiene? ¿Acaso ella también es la hija bastarda de algún Ockram? Ciertamente es curiosa la presencia de esta mujer centenaria que cuidó a sir Hugh cuando era un bebé, y que ahora está maternalmente presente en su lecho de muerte. De hecho, la nodriza MacDonald intenta que sir Hugh confiese su «secreto» [que ella sospecha y calla] para que su alma descanse en paz. ¿La malevolencia de sir Hugh, queriendo hacer sufrir eternamente a sus mujeres a través de la unión incestuosa entre Evelyn y Gabriel es una especie de castigo a su verdadera madre? Quizás la señora MacDonald es su madre después de todo, quizás no. Nunca lo sabremos [ver: La Casa Embrujada como representación del cuerpo de la mujer] ¿Y qué hay de la banshee con la cara de Evelyn que aparece en la ventana? Casi con certeza es el fantasma de la madre de Evelyn, seducida y abandonada por sir Hugh. La sonrisa muerta de F. Marion Crawford tiene una cadencia singular, pero el horror de la historia no está unido de manera explícita y coherente. Evelyn parece decididamente lenta en la comprensión de las insinuaciones de la señora Macdonald, aunque dada su declaración final, tal vez deberíamos concluir que no se permitió darse cuenta de talas implicaciones. Uno se pregunta sobre el plan de sir Hugh. Causó de alguna manera la obsesión de Gabriel, pero calculó mal la intensidad apropiada para hacerle descubrir el documento solo después de haberse casado y engendrado hijos con Evelyn. A propósito, ¿cómo terminó el documento en manos del cadáver? ¿Acaso sir Hugh dispuso que algún sirviente lo colocara entre sus manos tiempo después de ser inhumado en la bóveda? Esta sería una explicación lógica, pero sabemos que las cosas se mueven solas en esa cripta todo el tiempo, como la cabeza inquieta de Vernon Ockram. Análisis de: El Espejo Gótico https://elespejogotico.blogspot.com/2022/09/la-sonrisa-muerta-f-marion-crawford.html Texto del relato extraído de: https://elespejogotico.blogspot.com/2022/09/la-sonrisa-muerta-f-marion-crawford.html Traducido al español: Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico Musicas: - 01. PGM Misterio Autor: Antonio Muñoz Guirado en colaboración con Jim Bryan y Brendan Brown - Cedida en exclusiva para este programa de Relatos de Misterio y Suspense. - 02. unsettling-slow-horror-ambience-creepy-and-scratchy-strings-and-scary-bells-for-haunte_Suite Tracks Music Nota: Este audio no se realiza con fines comerciales ni lucrativos. Es de difusión enteramente gratuita e intenta dar a conocer tanto a los escritores de los relatos y cuentos como a los autores de las músicas. Escucha el episodio completo en la app de iVoox, o descubre todo el catálogo de iVoox Originals
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