Review de campaña: lo cuqui y lo fruncido
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La conversación pública no tira a golpe de originalidad, sino de testar y refinar explicaciones y soluciones que, si explican y solucionan algo, lo hacen por habitar en muchas cabezas y en muchos pies al mismo tiempo. Respecto al 28M han aparecido algunas claves explicativas que queremos descartar, afinar o asumir. Los logros. Una cuestión preliminar, en la que nos adentramos en el último post, (https://www.elsaltodiario.com/pol-pop-podcast/contrastes-elecciones-municipales-mayo-2023) es la dimensión estatal de la campaña, en todos los lugares que carecen de un ecosistema de medios y opinión pública singular. Anticipábamos que, en esos lugares, las alternativas de políticas públicas transformadoras apenas habían podido escapar de la casilla técnica, en contraste con la orientación populista y movilizadora de la derecha. Cuando el bloque de gobierno pretendía contrarrestar esto, se enfrentaba a una paradoja: que una mayoría supiera que el Gobierno había valido la pena, no implicaba que lo fueran a revalidar activamente. Caducado el escudo social frente a la pandemia, los logros deberían ser contra el alza de precios básicos, vivienda al frente, y la depreciación salarial y ahí la gestión no es tan brillante. En las campañas solo caben dos momentos: hoy y mañana. La ola reaccionaria. Se señala que la derecha se encuentra mejor adaptada a la crisis sistémica, incluso en su composición partidista, en la que, eliminada Ciudadanos, el reparto de roles PP-Vox está bien engrasado y suma por ambos flancos sin hacerse daño ni tirar votos. Este topos requiere, no obstante, algún matiz. La derecha se ha enfrentado a las incertidumbres del presente -desigualdad, calentamiento global, régimen de guerra -, a partir de una vieja síntesis nostálgica, los enemigos de España, o de un delirio turbo-trumpista, el pucherazo. El efecto de esto no es sustituir a una verdadera propuesta política, que existe, en forma de individualización y privatización de las relaciones políticas y sociales, conforme al contractualismo neoliberal, sino conseguir los apoyos populares que esta última nunca tendría. El problema es que la inoperancia de esta última no es una cuestión técnica o evidente, sino política y, para hacerla visible, es imprescindible contrastarla con una propuesta política verdaderamente distinta. Si ese es el terreno donde se puede ganar, es momento de apostar ahí. La cuestión es cómo, lo que nos lleva al siguiente punto. El PSOE está atrapado entre una identidad que lo ata al régimen del 78 y unas condiciones de victoria que pasan desde hace años por desbordarlo y que languidecen al mismo ritmo que lo hacen estas últimas. No es un problema menor para la transición pero no es en sentido estrico el nuestro. Lo cuqui y lo fruncido. Estas dos metáforas han caricaturizado las dos grandes tendencias a la izquierda del PSOE. Aunque han servido como lanzaderas de fuego amigo, en realidad, pueden describir bien una tensión del presente: entre hacer propuestas que encajen bien en mentalidades mayoritarias aquí y ahora, y otras que desplacen esas mentalidades hacia contextos mejores. Disputar elecciones y avanzar estratégicamente, ofrecer gestión pero también imágenes e identidades de futuro movilizadoras. Pensar más allá de la remontada para hacer posible y a condición de hacer posible una remontada que no puede pasar de hoy. No hay presente sin futuro porque tampoco lo hay a la inversa. Cuando a este episodio le siga el próximo, ya habrá pasado el tiempo de la coalición electoral. Nosotros creemos que será, no porque quieran más o menos, sino porque lo habremos hecho obligatorio, pero creemos que debe ser en esta última clave. Es una clave que alude además a las personas que la harán funcionar porque solo una inteligencia colectiva más amplia que las familias internas de los partidos puede surfear esta doble naturaleza de la incertidumbre sin agotarla en el canjeador de marcas internas y perfiles mediáticos. No es una tarea fácil pero el premio merece la pena.
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