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539. La carreta sin bueyes (Leyenda Costa Rica)

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Juan David Betancur
elnarrodororal@gmail.com
Había una vez una bruja que Vivía en la población llamada por esa época San Jose de la boca del monte; La bruja un día vio un muchacho muy guapo y elegante que era hijo de una familia muy adinerada y trabajadora, La familia se dedicaba a los cultivos de! café, maíz, arroz, frijoles, caña de azúcar y hortalizas. Su padre era un gran hacendado y su madre era una matrona muy reconocida en la iglesia y los círculos sociales de el pueblo.

La bruja era una mujer de baja estatura, de tez blanca, regordete y cachetona, de nariz aguilucha, de ojos color miel, pero muy avivados y se decía que desde hacía muchos años había dedicado sus servicios a los demonios. Sus atuendos eran algo raros: usaba faldas largas, con trenzas en el pelo, ya que lo tenía muy largo; también se acompañaba de un sombrero de pico y andaba a pies descalzos. En el pueblo la conocían como Epifanía, «la mujer de los perros», ya que en su casa tenía como una veintena de ellos. Se dice que cuando pasaban por su hogar, un gran número de olores llegaban a las narices de aquellos transeúntes. Todos en el pueblo sabían que aquella vivienda era habitada por seres de la oscuridad y por esta razón nadie pasaba durante la noche por la calle donde vivía la bruja Epifania.

Cuando Epifania vio por primera vez a aquel muchacho se enamoró de el y comenzó a tentarlo cada vez que se lo encontraba en las calles o en la plaza del pueblo. El muchacho por su apego a su fe cristiana no quería tener nada con ella , pero Epifania, valiéndose de artificios o hechicerías, logró conquistar al joven apuesto y se lo llevó a vivir con ella. Al tiempo, él joven para desgracia de su familia terminó siendo similar a la bruja y su figura fue deteriorándose víctima de los embrujos de Epifania.

Como se puede notar nadie estaba de acuerdo con esta unión y eran la habladuría del pueblo constantemente y , mucho menos el cura del pueblo el cual en sus prédicas denunciaba el hecho ante el espanto de todos los feligreses de la misa del domingo. La madre del muchacho rezaba permanentemente el rosario y pedía constantemente para que su hijo volviera al hogar y se alejara de el hechizo de aquella bruja. Pero el muchacho permanecía viviendo en pecado con aquella mujer.

Con el pasar de los años aquel joven se transformó en una persona vieja, pero víctima de múltiples enfermedades. Él le solicitó a la bruja de su mujer, que por favor fuera donde el curita de Iglesia a pedirle que, cuando él muriera, le dieran los santos oficios en el templo del lugar. El pedido partía de su fe anterior y como había sido criado por su familia. El quería que se le diera santa sepultura bajo el rito católico como le habían enseñado desde joven.

La bruja Epifanía que lo amaba profundamente salió a hablar con el sacerdote, llegando hasta la puerta de la iglesia y espero a que el sacerdote saliera y abordándole le dijo que se apiadara de aquel muchacho y que cuando el muriera le practicara el rito católico como Dios Manda. El sacerdote que sabía que aquella mujer había apartado a aquel joven de su familia le contesto que no podía hacerlo por el ya que ambos tenían una vida licenciosa y que la acumulación de pecados que habían arrastrado en su vida lo había alejado de Dios .

La bruja Epifanía dijo: «Por las buenas o por las malas, usted tendrá que recibir a mi amado». Y maldiciendo se alejo dejando al sacerdote persignándose y besando la cruz que llevaba colgada.

Pasaron unos pocos días y empeoró la salud de su «amado» hasta llegar a su muerte, y Epifanía que era una mujer de armas tomar se se prometió a sí misma que ella llevaría a la Iglesia el cadáver de su querido amor para que se cumpliera el ultimo deseo que !e había pedido en su lecho de muerte.

Con el corazón lleno de amargura y sufrimiento, con l

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La bruja era una mujer de baja estatura, de tez blanca, regordete y cachetona, de nariz aguilucha, de ojos color miel, pero muy avivados y se decía que desde hacía muchos años había dedicado sus servicios a los demonios. Sus atuendos eran algo raros: usaba faldas largas, con trenzas en el pelo, ya que lo tenía muy largo; también se acompañaba de un sombrero de pico y andaba a pies descalzos. En el pueblo la conocían como Epifanía, «la mujer de los perros», ya que en su casa tenía como una veintena de ellos. Se dice que cuando pasaban por su hogar, un gran número de olores llegaban a las narices de aquellos transeúntes. Todos en el pueblo sabían que aquella vivienda era habitada por seres de la oscuridad y por esta razón nadie pasaba durante la noche por la calle donde vivía la bruja Epifania.

Cuando Epifania vio por primera vez a aquel muchacho se enamoró de el y comenzó a tentarlo cada vez que se lo encontraba en las calles o en la plaza del pueblo. El muchacho por su apego a su fe cristiana no quería tener nada con ella , pero Epifania, valiéndose de artificios o hechicerías, logró conquistar al joven apuesto y se lo llevó a vivir con ella. Al tiempo, él joven para desgracia de su familia terminó siendo similar a la bruja y su figura fue deteriorándose víctima de los embrujos de Epifania.

Como se puede notar nadie estaba de acuerdo con esta unión y eran la habladuría del pueblo constantemente y , mucho menos el cura del pueblo el cual en sus prédicas denunciaba el hecho ante el espanto de todos los feligreses de la misa del domingo. La madre del muchacho rezaba permanentemente el rosario y pedía constantemente para que su hijo volviera al hogar y se alejara de el hechizo de aquella bruja. Pero el muchacho permanecía viviendo en pecado con aquella mujer.

Con el pasar de los años aquel joven se transformó en una persona vieja, pero víctima de múltiples enfermedades. Él le solicitó a la bruja de su mujer, que por favor fuera donde el curita de Iglesia a pedirle que, cuando él muriera, le dieran los santos oficios en el templo del lugar. El pedido partía de su fe anterior y como había sido criado por su familia. El quería que se le diera santa sepultura bajo el rito católico como le habían enseñado desde joven.

La bruja Epifanía que lo amaba profundamente salió a hablar con el sacerdote, llegando hasta la puerta de la iglesia y espero a que el sacerdote saliera y abordándole le dijo que se apiadara de aquel muchacho y que cuando el muriera le practicara el rito católico como Dios Manda. El sacerdote que sabía que aquella mujer había apartado a aquel joven de su familia le contesto que no podía hacerlo por el ya que ambos tenían una vida licenciosa y que la acumulación de pecados que habían arrastrado en su vida lo había alejado de Dios .

La bruja Epifanía dijo: «Por las buenas o por las malas, usted tendrá que recibir a mi amado». Y maldiciendo se alejo dejando al sacerdote persignándose y besando la cruz que llevaba colgada.

Pasaron unos pocos días y empeoró la salud de su «amado» hasta llegar a su muerte, y Epifanía que era una mujer de armas tomar se se prometió a sí misma que ella llevaría a la Iglesia el cadáver de su querido amor para que se cumpliera el ultimo deseo que !e había pedido en su lecho de muerte.

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