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Para los jóvenes franceses la jubilación no es un asunto de viejos
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Si algo, en apariencia extraordinario, marca la gran movilización social en Francia de los últimos meses contra la reforma del gobierno al régimen de pensiones es la notoria y activa presencia de la juventud. Pese a que la jubilación es un asunto muy lejano a su realidad.
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En este reportaje, Angélica Pérez recoge las voces de jóvenes activistas, líderes estudiantiles, sindicalistas bachilleres y expertos en temas de juventud para examinar las razones por las que los jóvenes estuvieron en la primera línea de la protesta ciudadana contra la prolongación hasta los 64 años de la edad legal para jubilarse, una reforma que el gobierno de Emmanuel Macron defendió e impuso a capa y espada.
El problema que atañe, principalmente, a los jóvenes franceses es encontrar un trabajo. La precariedad en el empleo empieza por el estrecho margen de acceso al mercado laboral. La situación empeora con las condiciones de los trabajos para jóvenes: contratos temporales con salarios muy bajos y, en consecuencia, retraso en la cotización para la jubilación.
En este sentido, aunque es difícil proyectarse como una persona de 64 años - la nueva edad para jubilarse en Francia- los jóvenes confirman que tienen motivo suficiente para batallar contra la reforma del gobierno.
“¿Tendré una pensión algún día? ¿Acaso, voy a tener un trabajo algún día? Yo me preocupo por los otros. Pero para mí, la pensión es algo tan lejano” dice Rose Amélie, recién egresada de la Escuela de Periodismo.
En estos seis meses de protestas, los jóvenes se organizaron y reorganizaron. Estudiantes universitarios, bachilleres y jóvenes obreros se agruparon en Revolución Permanente. Carla Biguliak, profesora de español, hace parte de esta naciente organización política de izquierda. Ella cree que el movimiento ha sufrido una derrota.
“Para nosotros lo más importante es justamente seguir en las calles, mostrando que el verdadero camino está en la fuerza de los trabajadores y en sus lugares de trabajo porque ya nos mostraron que no podemos confiar en las instituciones para poder ganar contra esta reforma. El problema de las calles es que fueron días de huelga bastante alejados unos de otros y sin una estrategia clara para ganar que podría ser llamando una gran huelga genera”
Un despertar democrático que los jóvenes vamos a continuar
El 6 de junio tuvo lugar la última de 14 marchas de protesta contra la reforma de las jubilaciones. El movimiento de contestación esperaba quemar su último cartucho dos días después con una votación en la Asamblea de la moción presentada por la oposición, pero cuyo texto ya había sido vaciado de su contenido. Aun así, los sindicatos rechazaban hablar de derrota. A sus 23 años, Eleonor Schmitt es la portavoz de la Unión de Estudiantes, un nuevo sindicato estudiantil también surgido en este proceso.
“No. No es una derrota. Por lo menos, no para la juventud. Al contrario, en las últimas semanas hubo un salto democrático, un despertar democrático, una sed de justicia social. Y creo que eso hay que capitalizarlo”, afrima la líder estudiantil.
Para ella, lo más importante de esta movilización es que ha demostrado “que el pueblo no permite que le pasen por encima como intenta hacer Emmanuel Macron. Esa es la esperanza que nace de esta movilización y ahora hay que darle continuidad. Nosotros lo vamos a hacer en las universidades al regreso de las vacaciones”.
24 horas más tarde, la presidenta de la Asamblea Nacional dictaminó que las enmiendas presentadas por el Grupo Parlamentario de Oposición eran inadmisibles y, con este argumento, bloqueó la votación de los diputados al texto que el grupo pretendía presentar para derogar la reforma de las pensiones. “Un paso más para silenciar a la oposición”, denunció indignado el grupo autor del proyecto de contrarreforma.
No era un partido de fútbol. Hay vidas en juego
Con solo 15 años, Manés Nadel, el líder del sindicato estudiantil La Voz de Secundaria, se ha erigido en figura clave de la protesta contra la reforma al régimen de pensiones. La madurez, elocuencia y lucidez de sus discursos han hecho de él un modelo para los jóvenes. Manés rechaza las dudas sobre el compromiso de los estudiantes de Bachillerato en esta protesta.
"Desde el principio hemos dicho que esta reforma se inscribe en la continuación de una serie de reformas liberales y que, por eso, nos oponíamos a ella. Y por el hecho de que en Francia la jubilación es algo histórico, importante y por tanto, arraigado en la cultura y la sociedad. Tenemos padres que saben lo que es tener que trabajar dos años más cuando tienes 62 años. En realidad, vas a cambiar los dos mejores años de tu jubilación por los dos años más difíciles de trabajo”
Manes Nadel defiende la solidez del compromiso que tuvieron los más jóvenes organizados en la batalla contra a la reforma a las pensiones y rechaza las tesis de que esa lucha llegó a su fin.
“Algunas personas dicen que se acabó el juego, pero no se trata de un partido de fútbol. En un partido de fútbol, vale, puedes perder y al final puede ser un mal o buen perdedor, pero esto es más que eso. Son vidas y personas las que están en juego. La rabia que se cristalizó durante esta protesta no se va a pagar porque está ligada a rabias más profundas sobre el rol del trabajo, que existen desde hace años y que se profundizaron en la sociedad con esta reforma”
Descrito como un pequeño prodigio del sindicalismo, el líder bachiller considera que la manera autoritaria cómo el gobierno de Emmanuel Macron impuso la reforma incita a seguir luchando.
“El conjunto de la sociedad francesa está convencida de que esta reforma era innecesaria y que se aprobó con una negación de la democracia, sencillamente, inaceptable. La oposición de izquierda se comprometió a hacer todo lo posible para que esta reforma fuera sometida a votación. ¿Y qué pasó? Se prohibió a los diputados votar, incluso una moción de la oposición que proponía regresar a los 62 años la edad de jubilación. Hasta eso fue prohibido por el Gobierno y por la presidenta de la Asamblea Nacional. Así que creo que esta profunda negación de la democracia, esta deriva autoritaria y la represión sangrienta de las manifestaciones van a permanecer y dejar huellas. Entonces, la lucha solo puede continuar”.
“¡Además de todo, nos van a hacer trabajar hasta los 64!
Que el gobierno de Emmanuel Macron recurriese a un subterfugio jurídico -el artículo 49,3 de la Constitución- para evitar el voto en el Parlamento y asegurar el paso de su reforma a las jubilaciones fue una denegación de democracia que disparó un enojo profundo de la ciudadanía, asegura Maryse Esterle, socióloga especializada en la juventud.
Una cólera que hizo que muchos jóvenes salieran a las calles, por primera vez, a manifestar. Son jóvenes que acababan de sufrir las restricciones de la pandemia de manera brutal y eso es clave para entender su nivel de compromiso, sostiene la socióloga.
“Los jóvenes han aguantado mucho durante los últimos tres años por una enfermedad que le concierne a los ams viejos. Perdieron sus estudios, sus trabajos, entraron también en problemas de salud mental y los vimos haciendo filas de estudiantes en las universidades para que les dieran comida gratuita. Y, después de considerarlos casi como héroes -porque Macron tenía un discurso muy heroizante sobre los trabajadores esenciales en la pandemia, eo sea, los jóvenes- la primera cosa que hace el gobierno, es decir: ahora van a trabajar hasta los 64 años”.
Para la experta en juventudes, aún si la jubilación no es un problema de los jóvenes, esta reforma fue la gota que desbordó el vaso luego de tres años de ser blanco de draconianas restricciones. “¡Además de todo, nos van a hacer trabajar hasta los 64! piensan los jóvenes, cuando se sabe que para los ellos entrar en el mundo del trabajo, construir una carrera para poder tener una pensión correcta es imposible, sobre todo para los que no tienen diploma. Y también para aquellos que lo tienen".
Charlotte Lesellier tiene 28 años, un pregrado en Lenguas y Mediación Intercultural, dos maestrías en Ciencias Sociales, Cooperación y Desarrollo y Management de Proyectos internacionales. Maneja la perfección, además del francés, su lengua materna, el español, el inglés y el portugués, y ha hecho varias pasantías, incluida una en América Latina. Pese al alto nivel académico y su experiencia en el sector, Charlotte no ha logrado conseguir empleo en su campo.
“Hace ya seis meses que terminé la última pasantía de mis estudios. Las oportunidades en este sector son escasas de empleo, sobre todo para los jóvenes. Los profesionales que se reclutan o que se buscan para puestos en ONG's son personas que tienen tres y hasta cuatro años de experiencia”.
Para los profesionales como Charlotte quedan los empleos administrativos que no exigen mayor experiencia laboral. Ofertas que estos jóvenes con altos estudios y con la experiencia laboral que adquieren durante sus maestrias, no quisieran llevar a cabo.
“Hace diez años, a las personas de mi generación se nos decía que hiciéramos estudios largos con maestrías porque eso nos iba a permitir en el futuro encontrar más fácilmente un trabajo. Muchos de nosotros lo hicimos creyendo que, al terminar la universidad, íbamos a tener más oportunidades laborales que corresponderían a nuestras expectativas. No es así.” lamenta Charlotte
Ella hace parte de TEJE, una ONG de jóvenes trabajadores franceses y colombianos. Para los extranjeros que se instalan en Francia, los trámites administrativos y el reconocimiento de sus diplomas obtenidos en la exterior toma varios meses y eso retrasa, más aun, su entrada al mercado laboral francés.
Luchar con mi papá y mi mamá
Los estragos de la pandemia, la cólera ante el autoritarismo y la sed de justicia social movieron a los jóvenes en esta protesta contra la reforma a las pensiones. Una lucha que, en el prisma de la socióloga Maryse Esterle, significó una estructuración de la juventud ante la ausencia de ideologias que si tuvieron las generaciones de los años 60 y 70. “Ideología hay muy pocas. Las hay que son totalitarias, como la extrema derecha o el islamismo, por ejemplo, que va creciendo. Pero no hay una ideología que permita vislumbrar, sin ser demasiado ingenuo, un mundo más feliz".
Además, afirma la experta en juventud, la protesta ciudadana fue “una manera de juntarse con los adultos, porque los sindicatos son readultos. Estar estar todos juntos, la generación de los padres, la generación de los hijos e hijas, incluso los abuelos jubilados que salieron a la calle a decir yo fui jubilado 60 y eso está muy bien, fue una manera de formar pueblo, de formar una sociedad.”
Esterle estima que para los jóvenes “pelear por mi mamá y mi papá y con mi papá y mi mamá, simbólicamente hablando, fue un elemento de acercamiento entre las generaciones muy importante en estas movilizaciones”.
28 episodios
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Si algo, en apariencia extraordinario, marca la gran movilización social en Francia de los últimos meses contra la reforma del gobierno al régimen de pensiones es la notoria y activa presencia de la juventud. Pese a que la jubilación es un asunto muy lejano a su realidad.
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En este reportaje, Angélica Pérez recoge las voces de jóvenes activistas, líderes estudiantiles, sindicalistas bachilleres y expertos en temas de juventud para examinar las razones por las que los jóvenes estuvieron en la primera línea de la protesta ciudadana contra la prolongación hasta los 64 años de la edad legal para jubilarse, una reforma que el gobierno de Emmanuel Macron defendió e impuso a capa y espada.
El problema que atañe, principalmente, a los jóvenes franceses es encontrar un trabajo. La precariedad en el empleo empieza por el estrecho margen de acceso al mercado laboral. La situación empeora con las condiciones de los trabajos para jóvenes: contratos temporales con salarios muy bajos y, en consecuencia, retraso en la cotización para la jubilación.
En este sentido, aunque es difícil proyectarse como una persona de 64 años - la nueva edad para jubilarse en Francia- los jóvenes confirman que tienen motivo suficiente para batallar contra la reforma del gobierno.
“¿Tendré una pensión algún día? ¿Acaso, voy a tener un trabajo algún día? Yo me preocupo por los otros. Pero para mí, la pensión es algo tan lejano” dice Rose Amélie, recién egresada de la Escuela de Periodismo.
En estos seis meses de protestas, los jóvenes se organizaron y reorganizaron. Estudiantes universitarios, bachilleres y jóvenes obreros se agruparon en Revolución Permanente. Carla Biguliak, profesora de español, hace parte de esta naciente organización política de izquierda. Ella cree que el movimiento ha sufrido una derrota.
“Para nosotros lo más importante es justamente seguir en las calles, mostrando que el verdadero camino está en la fuerza de los trabajadores y en sus lugares de trabajo porque ya nos mostraron que no podemos confiar en las instituciones para poder ganar contra esta reforma. El problema de las calles es que fueron días de huelga bastante alejados unos de otros y sin una estrategia clara para ganar que podría ser llamando una gran huelga genera”
Un despertar democrático que los jóvenes vamos a continuar
El 6 de junio tuvo lugar la última de 14 marchas de protesta contra la reforma de las jubilaciones. El movimiento de contestación esperaba quemar su último cartucho dos días después con una votación en la Asamblea de la moción presentada por la oposición, pero cuyo texto ya había sido vaciado de su contenido. Aun así, los sindicatos rechazaban hablar de derrota. A sus 23 años, Eleonor Schmitt es la portavoz de la Unión de Estudiantes, un nuevo sindicato estudiantil también surgido en este proceso.
“No. No es una derrota. Por lo menos, no para la juventud. Al contrario, en las últimas semanas hubo un salto democrático, un despertar democrático, una sed de justicia social. Y creo que eso hay que capitalizarlo”, afrima la líder estudiantil.
Para ella, lo más importante de esta movilización es que ha demostrado “que el pueblo no permite que le pasen por encima como intenta hacer Emmanuel Macron. Esa es la esperanza que nace de esta movilización y ahora hay que darle continuidad. Nosotros lo vamos a hacer en las universidades al regreso de las vacaciones”.
24 horas más tarde, la presidenta de la Asamblea Nacional dictaminó que las enmiendas presentadas por el Grupo Parlamentario de Oposición eran inadmisibles y, con este argumento, bloqueó la votación de los diputados al texto que el grupo pretendía presentar para derogar la reforma de las pensiones. “Un paso más para silenciar a la oposición”, denunció indignado el grupo autor del proyecto de contrarreforma.
No era un partido de fútbol. Hay vidas en juego
Con solo 15 años, Manés Nadel, el líder del sindicato estudiantil La Voz de Secundaria, se ha erigido en figura clave de la protesta contra la reforma al régimen de pensiones. La madurez, elocuencia y lucidez de sus discursos han hecho de él un modelo para los jóvenes. Manés rechaza las dudas sobre el compromiso de los estudiantes de Bachillerato en esta protesta.
"Desde el principio hemos dicho que esta reforma se inscribe en la continuación de una serie de reformas liberales y que, por eso, nos oponíamos a ella. Y por el hecho de que en Francia la jubilación es algo histórico, importante y por tanto, arraigado en la cultura y la sociedad. Tenemos padres que saben lo que es tener que trabajar dos años más cuando tienes 62 años. En realidad, vas a cambiar los dos mejores años de tu jubilación por los dos años más difíciles de trabajo”
Manes Nadel defiende la solidez del compromiso que tuvieron los más jóvenes organizados en la batalla contra a la reforma a las pensiones y rechaza las tesis de que esa lucha llegó a su fin.
“Algunas personas dicen que se acabó el juego, pero no se trata de un partido de fútbol. En un partido de fútbol, vale, puedes perder y al final puede ser un mal o buen perdedor, pero esto es más que eso. Son vidas y personas las que están en juego. La rabia que se cristalizó durante esta protesta no se va a pagar porque está ligada a rabias más profundas sobre el rol del trabajo, que existen desde hace años y que se profundizaron en la sociedad con esta reforma”
Descrito como un pequeño prodigio del sindicalismo, el líder bachiller considera que la manera autoritaria cómo el gobierno de Emmanuel Macron impuso la reforma incita a seguir luchando.
“El conjunto de la sociedad francesa está convencida de que esta reforma era innecesaria y que se aprobó con una negación de la democracia, sencillamente, inaceptable. La oposición de izquierda se comprometió a hacer todo lo posible para que esta reforma fuera sometida a votación. ¿Y qué pasó? Se prohibió a los diputados votar, incluso una moción de la oposición que proponía regresar a los 62 años la edad de jubilación. Hasta eso fue prohibido por el Gobierno y por la presidenta de la Asamblea Nacional. Así que creo que esta profunda negación de la democracia, esta deriva autoritaria y la represión sangrienta de las manifestaciones van a permanecer y dejar huellas. Entonces, la lucha solo puede continuar”.
“¡Además de todo, nos van a hacer trabajar hasta los 64!
Que el gobierno de Emmanuel Macron recurriese a un subterfugio jurídico -el artículo 49,3 de la Constitución- para evitar el voto en el Parlamento y asegurar el paso de su reforma a las jubilaciones fue una denegación de democracia que disparó un enojo profundo de la ciudadanía, asegura Maryse Esterle, socióloga especializada en la juventud.
Una cólera que hizo que muchos jóvenes salieran a las calles, por primera vez, a manifestar. Son jóvenes que acababan de sufrir las restricciones de la pandemia de manera brutal y eso es clave para entender su nivel de compromiso, sostiene la socióloga.
“Los jóvenes han aguantado mucho durante los últimos tres años por una enfermedad que le concierne a los ams viejos. Perdieron sus estudios, sus trabajos, entraron también en problemas de salud mental y los vimos haciendo filas de estudiantes en las universidades para que les dieran comida gratuita. Y, después de considerarlos casi como héroes -porque Macron tenía un discurso muy heroizante sobre los trabajadores esenciales en la pandemia, eo sea, los jóvenes- la primera cosa que hace el gobierno, es decir: ahora van a trabajar hasta los 64 años”.
Para la experta en juventudes, aún si la jubilación no es un problema de los jóvenes, esta reforma fue la gota que desbordó el vaso luego de tres años de ser blanco de draconianas restricciones. “¡Además de todo, nos van a hacer trabajar hasta los 64! piensan los jóvenes, cuando se sabe que para los ellos entrar en el mundo del trabajo, construir una carrera para poder tener una pensión correcta es imposible, sobre todo para los que no tienen diploma. Y también para aquellos que lo tienen".
Charlotte Lesellier tiene 28 años, un pregrado en Lenguas y Mediación Intercultural, dos maestrías en Ciencias Sociales, Cooperación y Desarrollo y Management de Proyectos internacionales. Maneja la perfección, además del francés, su lengua materna, el español, el inglés y el portugués, y ha hecho varias pasantías, incluida una en América Latina. Pese al alto nivel académico y su experiencia en el sector, Charlotte no ha logrado conseguir empleo en su campo.
“Hace ya seis meses que terminé la última pasantía de mis estudios. Las oportunidades en este sector son escasas de empleo, sobre todo para los jóvenes. Los profesionales que se reclutan o que se buscan para puestos en ONG's son personas que tienen tres y hasta cuatro años de experiencia”.
Para los profesionales como Charlotte quedan los empleos administrativos que no exigen mayor experiencia laboral. Ofertas que estos jóvenes con altos estudios y con la experiencia laboral que adquieren durante sus maestrias, no quisieran llevar a cabo.
“Hace diez años, a las personas de mi generación se nos decía que hiciéramos estudios largos con maestrías porque eso nos iba a permitir en el futuro encontrar más fácilmente un trabajo. Muchos de nosotros lo hicimos creyendo que, al terminar la universidad, íbamos a tener más oportunidades laborales que corresponderían a nuestras expectativas. No es así.” lamenta Charlotte
Ella hace parte de TEJE, una ONG de jóvenes trabajadores franceses y colombianos. Para los extranjeros que se instalan en Francia, los trámites administrativos y el reconocimiento de sus diplomas obtenidos en la exterior toma varios meses y eso retrasa, más aun, su entrada al mercado laboral francés.
Luchar con mi papá y mi mamá
Los estragos de la pandemia, la cólera ante el autoritarismo y la sed de justicia social movieron a los jóvenes en esta protesta contra la reforma a las pensiones. Una lucha que, en el prisma de la socióloga Maryse Esterle, significó una estructuración de la juventud ante la ausencia de ideologias que si tuvieron las generaciones de los años 60 y 70. “Ideología hay muy pocas. Las hay que son totalitarias, como la extrema derecha o el islamismo, por ejemplo, que va creciendo. Pero no hay una ideología que permita vislumbrar, sin ser demasiado ingenuo, un mundo más feliz".
Además, afirma la experta en juventud, la protesta ciudadana fue “una manera de juntarse con los adultos, porque los sindicatos son readultos. Estar estar todos juntos, la generación de los padres, la generación de los hijos e hijas, incluso los abuelos jubilados que salieron a la calle a decir yo fui jubilado 60 y eso está muy bien, fue una manera de formar pueblo, de formar una sociedad.”
Esterle estima que para los jóvenes “pelear por mi mamá y mi papá y con mi papá y mi mamá, simbólicamente hablando, fue un elemento de acercamiento entre las generaciones muy importante en estas movilizaciones”.
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