De mis tiempos (María Elena Walsh)
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María Elena Walsh – (Argentina 1930-2011) La poeta, escritora, compositora, cantautora y dramaturga argentina, María Elena Walch (1930-2011), saltó a la escena pública con la publicación, con apenas 17 años, del libro de poesía ‘Otoño imperdonable’. La obra le supuso el reconocimiento en los circuitos literarios de la época y el padrinazgo de Juan Ramón Jiménez, quien la invitó a instalarse una temporada en los Estados Unidos. Gran parte de su obra la dedica a un público infantil. El escritor Leopoldo Brizuela puso de relieve el valor de su creación diciendo que «lo escrito por María Elena configura la obra más importante de todos los tiempos en su género, comparable a la Alicia de Lewis Carroll o a Pinocchio; una obra que revolucionó la manera en que se entendía la relación entre poesía e infancia». Walsh dedicó también buena parte de su obra en la defensa de los derechos de la mujer. Reflejó en todos sus trabajos sus ideas feministas que obtuvo de leer a grandes escritoras como Virginia Woolf, Doris Lessing y Victoria Ocampo, entre otras. Además, escribió numerosos artículos sobre la lucha y el rol de las mujeres en la sociedad y el feminismo. En este sentido, cabe destacar el manifiesto que dedicó a los hombres en 1980: “Sepa usted por qué es machista”, en el que se describen 24 razones por las cuales se es machista. Como compositora y cantante publicó más de 20 discos. Entre los artistas que difundieron el cancionero de María Elena Walsh destacan el Cuarteto Zupay, Luis Aguilé, Mercedes Sosa, Rosa León y Joan Manuel Serrat. De mis tiempos En mis tiempos había tiempo. Recuerdo bien que por ejemplo la higuera derramaba esparcimiento y una rosa nos duraba mucho más que cualquier empleo. Por otra parte las siestas se pedían prestadas a la muerte. Quizás el tiempo era como las frutas, se regalaba a los vecinos después de verlo madurar. Se compartía en las veredas, entre abanicos y señores de sosegada camiseta, mientras parsimoniosamente iban escobas y venían amontonándolo como importante. Y la eternidad, sentadita en su silla de paja, porque sí. Es que era siempre tan temprano y tan segura la abundancia, la inundación de treguas oportunas, que se guardaba el tiempo en los sombreros y un día se lo derrochaba todo en un solo saludo, saludando. Uno viajaba en libro a todas partes y visitaba diferentes ocios: el de al lado, el de enfrente, el de las tías. No se había inventado el maleficio de la prisa, no. De ninguna manera. Los espejos esperaban de sobra que uno peinara su pausado pelo, que uno se terminara de encontrar. El tiempo era un perfume y no venía nadie a medirlo ni guardarlo en cajas. Los trenes todo lo que hacían era aludirlo en los horarios. Se podía llorar a gusto porque eran lentos los rincones, o quizás porque había aún macetas donde depositar una lágrima sin que las flores se opusieran. O porque la llovizna hablaba en un idioma sin resentimiento. Todos usaban tiempo y lo perdíamos, cómplices de su lujosa concurrencia, y hasta el hastío era un modo de ser de los balcones que enternecía delicadamente. Creo que todavía queda un poco de tiempo verdadero, pero lejos. Pero muy lejos, en algunos patios, refugiado en aljibes. Se queda todavía en niños solos que reinan sobre umbrales y en la lustrada majestad del gato. Supongo, ya no sé, nada sabemos. Tiempo sin ser castigo. Yo llegué a conocerlo: está enterrado en lo más vivo de mi corazón. Después vinieron los Relojes. CRÉDITOS: Poema de María Elena Walsh Voz: María José Sampietro Música: Dont You Remember (Adele-instrumental)
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