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1 CORINTIOS 13. EL AMOR
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EL AMOR
1 CORINTIOS 13:1 Si yo pudiera hablar todos los idiomas del mundo y de los ángeles pero no amara a los demás, yo sólo sería un metal ruidoso o un címbalo que resuena. 2 Si tuviera el don de profecía y entendiera todos los planes secretos de Dios y contara con todo el conocimiento, y si tuviera una fe que me hiciera capaz de mover montañas, pero no amara a otros, yo no sería nada. 3 Si diera todo lo que tengo a los pobres y hasta sacrificara mi cuerpo, podría jactarme de eso; pero, si no amara a los demás, no habría logrado nada. NTV.
En la actualidad, se puede observar a personas realizando acciones caritativas en favor de las personas más necesitadas de la sociedad. Comparten con ellos, alimentos, vestimentas, les enseñan a leer y escribir, y hacen más acciones similares a estas. Pero muchas veces, estas acciones filantrópicas son realizadas con el deseo de ser reconocidos por la sociedad, y no movidos por el deseo de bienestar de las personas menos favorecidas de este mundo. Esto con frecuencia, es el resultado de que en sus corazones, el amor no es el sentimiento que gobierna su ser, sino el sentimiento de vanagloria y jactancia. De la misma manera, dentro del círculo cristiano, existen creyentes que manifiestan sus dones espirituales en favor del cuerpo de Cristo, pero muchas de estas manifestaciones son realizadas con el deseo de sobre salir y ser admirados por sus hermanos de la fe, mas no son movidos por su profundo amor a sus hermanos. Sin amor, nada de lo que hagan los creyentes por sus hermanos de la fe, o sus semejantes tiene valor ante los ojos de Dios.
El amor es más importante que todos los dones espirituales ejercitados en el cuerpo de la iglesia. Por eso, el amor debe mover al creyente a actuar en favor de su prójimo, y no el deseo de sobresalir. Cuando Jesucristo vino a este mundo a dar su vida por toda la humanidad, no lo hizo con el deseo de sobresalir, sino por su profundo amor a toda la humanidad pecadora. El hombre saturado de pecado y de maldición era completamente indigno de cualquier clase de amor divino, pero aun así Dios lo amó. Aunque vio claramente todo lo repulsivo que es el género humano, se entregó tan profunda e intensamente por el bien de la humanidad, que hizo el sacrificio supremo por el pecado del hombre; “dio a su Hijo unigénito” para salvar a la humanidad caída en pecado. Este amor es más que ternura y afecto. Es el amor más elevado; busca el bienestar de aquéllos que son totalmente indignos de cualquier bondad y preocupación.
El amor del creyente por sus semejantes, debe reflejar el amor de Dios por la humanidad pecadora. En el amor por sus semejantes, también deben elevar por encima de sus sentimientos y emociones, deben dedicarla a su bienestar, aunque no haya en ellos nada que les inspire amor sino repulsión, y aun si sus conductas les indigne y disguste. Esto lo deben hacer, ya que ellos mismos fueron amados por el Señor de los ejércitos Celestiales, pese a que no lo merecían. Sin el amor, aun los dones más grandes y las obras más nobles que puedan realizar los creyentes no tienen ningún valor. Por eso, toda manifestación de los dones espirituales en favor de la congregación o de la sociedad humana, deben ser realizadas por amor a sus semejantes, caso contrario, todo lo que hagan no valdrá de nada, aunque sean hechas con las mejores intenciones del mundo. Aun los sacrificios supremos que hagan los creyentes por el bienestar de otros, son inservibles si no están inspirados por el amor de Cristo en el corazón del creyente. Si de una sola vez dieran todos sus bienes para caridad; si en un sacrificio espléndido pudieran entregar su vida para sufrir un martirio feroz por una causa noble, pero si esos sacrificios fueran hechos sin el amor de Cristo, no serían nada.
Queridos hermanos. El Espíritu Santo nos dio variedad de dones para edificar el cuerpo de Cristo. Dios en su amor y generosidad, derramó sus bendiciones en nuestra vida para que compartamos con las personas más necesitadas. Tanto, edificar al cuerpo de Cristo con nuestros dones, como compartir nuestras bendiciones con nuestro prójimo, deben ser hechas con amor, caso contrario, aun cuando con nuestras acciones cumplamos la voluntad de Dios, no valdrán nada ya que el (amor debe estar presente en todas nuestras acciones en favor de nuestro prójimo. Hermanos. El amor por nuestro prójimo, debe ser el don que nos mueva a hacer algo por el bienestar de ellos, ya que el amor es el don mas importante de todos los dones que podamos tener los hijos de Dios. Sin amor nada de lo que hagamos en favor de nuestros semejantes tendrán valor ante los ojos de nuestro amado Padre Celestial.
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EL AMOR
1 CORINTIOS 13:1 Si yo pudiera hablar todos los idiomas del mundo y de los ángeles pero no amara a los demás, yo sólo sería un metal ruidoso o un címbalo que resuena. 2 Si tuviera el don de profecía y entendiera todos los planes secretos de Dios y contara con todo el conocimiento, y si tuviera una fe que me hiciera capaz de mover montañas, pero no amara a otros, yo no sería nada. 3 Si diera todo lo que tengo a los pobres y hasta sacrificara mi cuerpo, podría jactarme de eso; pero, si no amara a los demás, no habría logrado nada. NTV.
En la actualidad, se puede observar a personas realizando acciones caritativas en favor de las personas más necesitadas de la sociedad. Comparten con ellos, alimentos, vestimentas, les enseñan a leer y escribir, y hacen más acciones similares a estas. Pero muchas veces, estas acciones filantrópicas son realizadas con el deseo de ser reconocidos por la sociedad, y no movidos por el deseo de bienestar de las personas menos favorecidas de este mundo. Esto con frecuencia, es el resultado de que en sus corazones, el amor no es el sentimiento que gobierna su ser, sino el sentimiento de vanagloria y jactancia. De la misma manera, dentro del círculo cristiano, existen creyentes que manifiestan sus dones espirituales en favor del cuerpo de Cristo, pero muchas de estas manifestaciones son realizadas con el deseo de sobre salir y ser admirados por sus hermanos de la fe, mas no son movidos por su profundo amor a sus hermanos. Sin amor, nada de lo que hagan los creyentes por sus hermanos de la fe, o sus semejantes tiene valor ante los ojos de Dios.
El amor es más importante que todos los dones espirituales ejercitados en el cuerpo de la iglesia. Por eso, el amor debe mover al creyente a actuar en favor de su prójimo, y no el deseo de sobresalir. Cuando Jesucristo vino a este mundo a dar su vida por toda la humanidad, no lo hizo con el deseo de sobresalir, sino por su profundo amor a toda la humanidad pecadora. El hombre saturado de pecado y de maldición era completamente indigno de cualquier clase de amor divino, pero aun así Dios lo amó. Aunque vio claramente todo lo repulsivo que es el género humano, se entregó tan profunda e intensamente por el bien de la humanidad, que hizo el sacrificio supremo por el pecado del hombre; “dio a su Hijo unigénito” para salvar a la humanidad caída en pecado. Este amor es más que ternura y afecto. Es el amor más elevado; busca el bienestar de aquéllos que son totalmente indignos de cualquier bondad y preocupación.
El amor del creyente por sus semejantes, debe reflejar el amor de Dios por la humanidad pecadora. En el amor por sus semejantes, también deben elevar por encima de sus sentimientos y emociones, deben dedicarla a su bienestar, aunque no haya en ellos nada que les inspire amor sino repulsión, y aun si sus conductas les indigne y disguste. Esto lo deben hacer, ya que ellos mismos fueron amados por el Señor de los ejércitos Celestiales, pese a que no lo merecían. Sin el amor, aun los dones más grandes y las obras más nobles que puedan realizar los creyentes no tienen ningún valor. Por eso, toda manifestación de los dones espirituales en favor de la congregación o de la sociedad humana, deben ser realizadas por amor a sus semejantes, caso contrario, todo lo que hagan no valdrá de nada, aunque sean hechas con las mejores intenciones del mundo. Aun los sacrificios supremos que hagan los creyentes por el bienestar de otros, son inservibles si no están inspirados por el amor de Cristo en el corazón del creyente. Si de una sola vez dieran todos sus bienes para caridad; si en un sacrificio espléndido pudieran entregar su vida para sufrir un martirio feroz por una causa noble, pero si esos sacrificios fueran hechos sin el amor de Cristo, no serían nada.
Queridos hermanos. El Espíritu Santo nos dio variedad de dones para edificar el cuerpo de Cristo. Dios en su amor y generosidad, derramó sus bendiciones en nuestra vida para que compartamos con las personas más necesitadas. Tanto, edificar al cuerpo de Cristo con nuestros dones, como compartir nuestras bendiciones con nuestro prójimo, deben ser hechas con amor, caso contrario, aun cuando con nuestras acciones cumplamos la voluntad de Dios, no valdrán nada ya que el (amor debe estar presente en todas nuestras acciones en favor de nuestro prójimo. Hermanos. El amor por nuestro prójimo, debe ser el don que nos mueva a hacer algo por el bienestar de ellos, ya que el amor es el don mas importante de todos los dones que podamos tener los hijos de Dios. Sin amor nada de lo que hagamos en favor de nuestros semejantes tendrán valor ante los ojos de nuestro amado Padre Celestial.
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