Síndrome del Impostor como CEO, mi relación con ella

David Fuentes 🔥

Hoy quiero hablaros de algo muy personal: mi experiencia con el síndrome del impostor. Soy el CEO de Formación Ninja, una empresa dedicada a la educación, con un equipo de unas 30 personas. A menudo, mientras conduzco hacia el trabajo, reflexiono sobre mis aprendizajes, errores, aciertos y, sobre todo, sobre cómo he ido lidiando con ese persistente sentimiento de no ser suficientemente bueno para estar al frente de mi empresa o de mi equipo. Este síndrome del impostor me ha acompañado en varias etapas de mi vida profesional, especialmente en los momentos de expansión de la empresa, cuando empezamos a contratar a gente realmente talentosa. Convencerles para que se unieran al proyecto y luego no lograr avanzar como había prometido, golpeó fuertemente mi confianza. En esos momentos, esa voz interior que me decía que no era suficiente se hacía más fuerte. A través de los años, he aprendido que este sentimiento es bastante común, no solo entre emprendedores sino también entre CEOs y fundadores de startups. Saber que no estaba solo en esto fue reconfortante. Entendí que, como yo, muchos estaban probando, fallando y aprendiendo en el proceso. Nadie tiene todas las respuestas desde el principio. Una de las lecciones más valiosas para mí ha sido la importancia de la transparencia y la honestidad, tanto conmigo mismo como con mi equipo. Aceptar y comunicar abiertamente mis dudas y errores ha sido liberador. Esto no solo me ha permitido gestionar mejor el síndrome del impostor, sino que también ha fomentado un ambiente de trabajo más abierto y de apoyo mutuo. Me he dado cuenta de que ser CEO no significa tener todas las respuestas ni tomar siempre decisiones acertadas. Lo importante es esforzarse al máximo, aprender de los errores y tratar de tomar más decisiones buenas que malas. Y lo más crucial es tratar a los demás con el mismo respeto y comprensión que esperas para ti, especialmente cuando se trata de errores y aprendizajes. La honestidad sobre mis limitaciones y errores ante mi equipo ha sido fundamental. He aprendido a asumir mis fallos y a comunicarlos sin miedo. Esto, lejos de debilitar mi liderazgo, lo ha fortalecido, mostrando que soy humano y vulnerable, igual que cualquier otra persona. Finalmente, una parte esencial de mi viaje ha sido aprender a valorar mis éxitos tanto como mis fallos. Tendemos a recordar y dar más peso a nuestros errores, pero es importante recordar también las veces que acertamos, las decisiones que nos llevaron a buen puerto y los momentos en los que superamos obstáculos aparentemente insuperables. En resumen, mi experiencia con el síndrome del impostor ha sido un viaje de altibajos, de autoconocimiento y crecimiento. Aceptar que es parte de este viaje ha sido liberador. Comparto esto con vosotros no solo como una forma de desahogo personal, sino con la esperanza de que pueda ayudar a alguien más que esté luchando con estos mismos sentimientos. No estáis solos, y es completamente normal sentirse así en ocasiones. Lo importante es seguir adelante, aprender de cada experiencia y, sobre todo, ser amables con uno mismo.

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