Nunca Jamás (Pastor Andrés Mejía)

Charlas Pastores Luis Salas y Jeannette Noguera, Iglesia ETP

Marcos 11:13-14 “Y viendo de lejos una higuera que tenía hojas, fue a ver si tal vez hallaba en ella algo; pero cuando llegó a ella, nada halló sino hojas, pues no era tiempo de higos. Entonces Jesús dijo a la higuera: Nunca jamás coma nadie fruto de ti.”.

Tenemos que entender que todos tenemos acceso al mundo espiritual porque somos seres espirituales pero al mismo tiempo tenemos acceso al mundo natural porque somos seres terrenales.

Cuando decides “ser cristiano - aceptar a Cristo en nuestro corazón” lo primero que comenzamos a aprender es el “idioma espiritual”, en otras palabras aprendemos a hablar como un “ser espiritual”.

Tu y yo tenemos cuerdas vocales; por lo tanto cuando el aire que está en tu pulmón expande el diafragma y sale por la boca, hace vibrar las cuerdas vocales; cuando esto sucede sale el sonido que quieres pronunciar y es audible a tu oído y al oído de los demás. (hebreo y arameo rúaj, "aliento", "viento", "elemento vital", "mente"; pneuma [del verbo pneuma, "soplar", "respirar"], "aliento", "viento", "espíritu"). Aire es pneuma que es igual a espíritu; por lo tanto cuando tu y yo hablamos, algo del espíritu está saliendo; Jesús lo dijo en Juan 6:63, “Mis palabras son espíritu y son vida”, por eso es importante que entrenes tu espíritu para el mundo espiritual y comenzar a hablar el lenguaje espiritual.

Si tú entrenas tu espíritu, tu espíritu puede hacer mucho sobre tu vida, tu hogar y tu familia, ya que es el territorio donde Dios colocó tu autoridad. El mundo espiritual, está ligado a las palabras, algo sale en el mundo espiritual cuando tú hablas. Literalmente una palabra te puede golpear o te puede cortar, una palabra te puede levantar o te puede derribar, una palabra te puede dar vida o te puede matar, te puede bendecir o te puede maldecir.

Maldición: Es humillación, aridez, esterilidad, enfermedad física y mental, desintegración familiar, pobreza, derrota, opresión, fracaso, des-favor de Dios en otras palabras maldición es el pago dado por Dios sobre una persona y su descendencia como resultado de su iniquidad.

Maldecir significa: Quitar méritos, deshonrar, restar valor, impedir u obstaculizar el propósito y una de las grandes causas es la iniquidad, la cual está en el cuerpo espiritual, allí esta el ADN, un elemento en el cual esta grabada toda la información espiritual de generación en generación.

Hay maldiciones que llegan a nuestra vida producto de las palabras, y estas palabras quedan marcadas en el interior de la persona, el libro de Proverbios 18:21 "La muerte y la vida están en poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus frutos”.

Es importante identificar que maldiciones se manifiestan sobre nuestra vida, hogar, familia y descendencia:

1. Pobreza o insuficiencia financiera.
2. Esterilidad, abortos u otros problemas en el área de la reproducción.
3. Fracasos continuos.
4. Muertes prematuras o por causas no naturales.
5. Vidas traumáticas acompañados de problemas mentales y emocionales.
6. Ruptura de las relaciones familiares.
7. Obstáculos espirituales.

La maldición va a constituirse en el argumento y fundamento de destrucción de una familia y de sus generaciones siguientes, familias enteras han sido fundadas a través de consagraciones a dioses paganos, sacrificios, derramamiento de sangre, pecados sexuales, por eso es necesario que nosotros los que nos hemos levantado en justicia nos coloquemos en pie y rompamos la iniquidad y la maldición en la cruz del calvario.

Los problemas de la vida están basadas en maldiciones; maldiciones que se originan en los pecados de nuestros antepasados por repeticiones, maldiciones que tienen su base en nuestras transgresiones personales a los mandamientos de Dios, maldiciones por actos de hechicería y maldiciones que se generan por palabras habladas con el deseo de hacer o atraer el mal:

• Palabras de maldad que personas de autoridad han pronunciado contra nosotros.
• Palabras que hemos declarado contra las personas con las que tenemos cierto grado de autoridad llámese hijos, esposos, etc.
• Palabras que hemos hablado contra nosotros mismos.
• Juramentos, promesas y pactos.

Cuando miramos Mateo 21:18-19 “Por la mañana, volviendo a la ciudad, tuvo hambre. Y viendo una higuera cerca del camino, vino a ella, y no halló nada en ella, sino hojas solamente; y le dijo: Nunca jamás nazca de ti fruto. Y luego se secó la higuera”; aquí vemos que la higuera se secó por la palabra que pronuncio Jesús sobre ella.

Hay dos palabras que quiero profundizar en ellas “Nunca Jamás” son dos palabras definitivas; cuando declaramos esas dos palabras estamos tomando una determinación absoluta, es una expresión enfática que se utiliza para dar mayor contundencia a la palabra “nunca”. Su significado literal es “bajo ninguna circunstancia, en ningún momento” se emplea para negar algo de manera absoluta o para enfatizar que algo no ocurrirá.

Muchas veces en el transcurso de nuestra vida e incluso desde el momento mismo de la concepción hemos recibido palabras de maldición y una de esas palabras es “Nunca Jamás… serás feliz, serás prospero, serás inteligente, serás médico o ingeniero… en fin”

Pero ademas tenemos que tomar la decisión de decir “Nunca jamás” a cosas que aparentemente son buenas, pero que realmente no lo son.

Tenemos que determinar que “Nunca Jamás” vamos a caer en el mismo pecado, cometer el mismo error, caer en la misma trampa del enemigo, “Nunca Jamás” vamos a apartarnos de Dios, a jugar con la santidad, con la gracia o con el sacrificio de Cristo en la cruz del calvario.

Hay cosas en nuestra vida que hemos permitido que crezcan, que se desarrollen y tenemos que tomar la decisión de decir “Nunca Jamás esto puede suceder en mi vida, en mi casa, en mi familia y en mi descendencia”; hay cosas en la vida que solo tu puedes tomar la decisión de dejar, abandonar, renunciar, ponerle fin; no podemos continuar siendo lo que está escrito en 2 Pedro 2:22 "Pero les ha acontecido lo del verdadero proverbio: El perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno”; tu eres el que sabe a que le tienes que decir “Nunca Jamás”.