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Zaragoza te habla - Callejero monárquico - II

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En el programa de hoy retomamos un asunto cuya primera parte se nos quedó allá por la primera quincena del pasado mes noviembre: la presencia de la institución monárquica en el callejero de Zaragoza. De esta forma, esta segunda parte la comenzamos en la primera década del siglo XX, cuando en el plano de 1908 de Dionisio Casañal se incluyó la primera referencia en el callejero al rey Fernando II de Aragón, que fue homenajeado con la calle de Fernando el Católico que sustituyó a la pequeña calle de la Lonja, sita entre la calle del Pilar y el paseo del Ebro. A finales de los años veinte, en tiempos de la dictadura del general Primo de Rivera, el plan de urbanización del ensanche de Miralbueno se proyectó en torno a dos grandes viales cuyos nombres proyectados eran Gran Vía de D. Alfonso XIII, desde la facultad de Medicina y Ciencias hasta la nueva plaza de España, y la Gran Vía de Dª Victoria Eugenia, desde esa plaza y hasta el parque de Buenavista. Además, en el callejero se dispuso la calle de la Princesa, que indicaba de forma genérica el título nobiliario de la hija del rey heredera al trono. Tras la instauración de la Segunda República en 1931 se proyectó cambiar de nombre a los tramos de la Gran Vía antes referidos, respectivamente, como Gran Vía de Pablo Iglesias, y Gran Vía de Francisco Giner de los Ríos. Cuando en Zaragoza triunfó la rebelión armada de julio de 1936 contra el régimen constitucional republicano, se desató una purga política que también afectó al nomenclátor, y que fulminó las referencias que tuvieran alguna relación con la democracia republicana, como estas dos indicadas. En las décadas siguientes las diversas Corporaciones municipales franquistas fueron añadiendo al callejero la mayor parte de los viales que actualmente llevan nombre de reyes o reinas, comenzando por la propia Corona de Aragón, entidad que dio nombre a una nueva calle que en uno de sus tramos absorbió a la antigua calle de López Toral. El callejero, de esta forma, se pobló de una extensa miríada de reyes y reinas del Aragón medieval (calles de Juan I, Yolanda de Bar (su hija), Juan II y Doña Blanca de Navarra (su esposa), Fernando I de Antequera, Martín I el Humano, Pedro II el Católico, Pedro III el Grande y Constanza de Sicilia (su esposa) y Santa Isabel de Portugal (su hija) , Pedro IV el Ceremonioso, Ramiro II el Monje e Inés de Poitiers (su esposa) y Reina Petronila (su hija), Ramón Berenguer IV, Sancho Ramírez y Reina Felicia (su esposa), Violante de Hungría (esposa de Jaime I); paseo de los Reyes de Aragón y Vía de San Fernando). La España “imperial” del Régimen franquista quedó ensalzada mediante el paseo de Fernando el Católico, paseo de Isabel la Católica, calle de Germana de Foix (segunda esposa de Fernando el Católico), y la plaza del Emperador Carlos V. Además, y de forma exótica, en el barrio de Valdefierro se situó la calle de Berenice, constelación que recuerda a la antigua reina Berenice III de Egipto; e incluso hubo espacio para la extravagancia populista cuando se dio el nombre de calle de la Reina Fabiola a un nuevo vial en el barrio de San José. Después de la recuperación de la democracia municipal en 1979, se incorporaron al callejero la avenida de Juan Carlos I y la plaza de la Reina Sofía, “piloto del cambio político” y consorte, respectivamente. A ellos se unió el municipal Pabellón Príncipe Felipe, inaugurado en 1990. A la vez, desapareció la calle de los Infantes de la que hablamos en la primera parte, aunque siquiera por esta vez, en este caso una moderna inscripción hace memoria de su existencia. En 1991, la calle de Mundir I, primer soberano de la taifa de Saraqusta, inauguró el recordatorio de los reyes musulmanes de la ciudad, seguida luego del andador de los Hudíes y el andador de Al-Muqtadir. El crecimiento de la ciudad a través de nuevos barrios posibilitó acrecentar aún más la lista de monarcas medievales de Aragón con la calle de Ramiro I y la de Ermesinda de Aragón (su esposa); la calle de Pedro I; la calle de María de Luna (esposa de Martín I el Humano), y una nueva calle de Alfonso V (segunda que recuerda a este monarca) en el barrio de Las Delicias. En este proceso incluso se ha dado cabida a singularidades exóticas como la plaza de Cleopatra y la calle de Salomón y la reina de Saba en Valdespartera, en este caso por la mítica película rodada en esos parajes, y finalmente el andador de la reina Ester. En 2015, estando Zaragoza en Común al frente del Gobierno de la ciudad intentó fallidamente cambiar de nombre al Pabellón Principe Felipe, por aquello de que ya reinaba desde 2014 como Felipe VI, para homenajear de esta forma al fallecido exentrenador del CAI Zaragoza José Luis Abós. Y durante el ya pasado año 2020, a raíz de la huida de España del rey emérito por los escándalos generados en torno a su patrimonio, se realizaron varias solicitudes para sustituir, sin éxito, el nombre de avenida de Juan Carlos I porque la actual Corporación municipal lo desestimó. Creo que con este de hoy, que completa la serie de dos programas que hemos dedicado a este asunto, ha quedado “cristalino” que la presencia de la monarquía en el callejero de Zaragoza es una historia bastante dinámica ciertamente interesante, que sin duda continuará en el tiempo.
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Además, en el callejero se dispuso la calle de la Princesa, que indicaba de forma genérica el título nobiliario de la hija del rey heredera al trono. Tras la instauración de la Segunda República en 1931 se proyectó cambiar de nombre a los tramos de la Gran Vía antes referidos, respectivamente, como Gran Vía de Pablo Iglesias, y Gran Vía de Francisco Giner de los Ríos. Cuando en Zaragoza triunfó la rebelión armada de julio de 1936 contra el régimen constitucional republicano, se desató una purga política que también afectó al nomenclátor, y que fulminó las referencias que tuvieran alguna relación con la democracia republicana, como estas dos indicadas. En las décadas siguientes las diversas Corporaciones municipales franquistas fueron añadiendo al callejero la mayor parte de los viales que actualmente llevan nombre de reyes o reinas, comenzando por la propia Corona de Aragón, entidad que dio nombre a una nueva calle que en uno de sus tramos absorbió a la antigua calle de López Toral. El callejero, de esta forma, se pobló de una extensa miríada de reyes y reinas del Aragón medieval (calles de Juan I, Yolanda de Bar (su hija), Juan II y Doña Blanca de Navarra (su esposa), Fernando I de Antequera, Martín I el Humano, Pedro II el Católico, Pedro III el Grande y Constanza de Sicilia (su esposa) y Santa Isabel de Portugal (su hija) , Pedro IV el Ceremonioso, Ramiro II el Monje e Inés de Poitiers (su esposa) y Reina Petronila (su hija), Ramón Berenguer IV, Sancho Ramírez y Reina Felicia (su esposa), Violante de Hungría (esposa de Jaime I); paseo de los Reyes de Aragón y Vía de San Fernando). La España “imperial” del Régimen franquista quedó ensalzada mediante el paseo de Fernando el Católico, paseo de Isabel la Católica, calle de Germana de Foix (segunda esposa de Fernando el Católico), y la plaza del Emperador Carlos V. Además, y de forma exótica, en el barrio de Valdefierro se situó la calle de Berenice, constelación que recuerda a la antigua reina Berenice III de Egipto; e incluso hubo espacio para la extravagancia populista cuando se dio el nombre de calle de la Reina Fabiola a un nuevo vial en el barrio de San José. Después de la recuperación de la democracia municipal en 1979, se incorporaron al callejero la avenida de Juan Carlos I y la plaza de la Reina Sofía, “piloto del cambio político” y consorte, respectivamente. A ellos se unió el municipal Pabellón Príncipe Felipe, inaugurado en 1990. A la vez, desapareció la calle de los Infantes de la que hablamos en la primera parte, aunque siquiera por esta vez, en este caso una moderna inscripción hace memoria de su existencia. En 1991, la calle de Mundir I, primer soberano de la taifa de Saraqusta, inauguró el recordatorio de los reyes musulmanes de la ciudad, seguida luego del andador de los Hudíes y el andador de Al-Muqtadir. El crecimiento de la ciudad a través de nuevos barrios posibilitó acrecentar aún más la lista de monarcas medievales de Aragón con la calle de Ramiro I y la de Ermesinda de Aragón (su esposa); la calle de Pedro I; la calle de María de Luna (esposa de Martín I el Humano), y una nueva calle de Alfonso V (segunda que recuerda a este monarca) en el barrio de Las Delicias. En este proceso incluso se ha dado cabida a singularidades exóticas como la plaza de Cleopatra y la calle de Salomón y la reina de Saba en Valdespartera, en este caso por la mítica película rodada en esos parajes, y finalmente el andador de la reina Ester. En 2015, estando Zaragoza en Común al frente del Gobierno de la ciudad intentó fallidamente cambiar de nombre al Pabellón Principe Felipe, por aquello de que ya reinaba desde 2014 como Felipe VI, para homenajear de esta forma al fallecido exentrenador del CAI Zaragoza José Luis Abós. Y durante el ya pasado año 2020, a raíz de la huida de España del rey emérito por los escándalos generados en torno a su patrimonio, se realizaron varias solicitudes para sustituir, sin éxito, el nombre de avenida de Juan Carlos I porque la actual Corporación municipal lo desestimó. Creo que con este de hoy, que completa la serie de dos programas que hemos dedicado a este asunto, ha quedado “cristalino” que la presencia de la monarquía en el callejero de Zaragoza es una historia bastante dinámica ciertamente interesante, que sin duda continuará en el tiempo.
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