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El pequeño faro

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Primer relato corto de cinco sobre los cinco elementos. El pequeño faro El mar estaba bravo ese dia. A pesar de que era noche cerrada una nueva embarcación cobró consciencia en aquella oscuridad. Asaltada por las olas se bamboleaba a un lado y a otro subiendo y bajando en aquel negro mar. Un nuevo tripulante había comprendido que su única oportunidad de sobrevivir era llegar a la costa. Entre negros nubarrones de mentiras, vertiginosas cortinas de pesimismo y profundas simas de miedo el barco galopaba sin rumbo. Hacia tiempo que sabia que no podia fiarse de los instrumentos de a bordo. La radio le mentía con cada nueva comunicación, el GPS le había guiado directo a las rocas y los planos del capitán solo indicaban vaguedades. Sólo su intuición salvó su vida. Y que decir de la guardia costera. La guardia que decía luchar contra las Fake News. Resultaba evidente que estaban allí para impedir que los pocos navíos conscientes hicieran orilla. Sus armas estaban siempre a punto para torpedear disidentes. Por dos o tres veces se había salvado por los pelos en una hábil maniobra de arrancada al parar máquinas, cruzándose hábilmente con el buque de Maldito bulo. No les dio tiempo a los fact checkers dada la incorrecta velocidad de gobierno que les impidió manejar el timón. Quedó solo y sin la luz de la verdad. En aquel oscuro océano repleto de odio, de hipocresía, de celos, pletórico de estrellas televisivas y cine de entretenimiento. A punto de caer en las garras de algún monstruo troll de las profundidades abismales del estado profundo. De pronto un puntito tililó diminuto tras la cresta de una ola. Y luego otra vez y otra. Allí encañonó la proa gobernando con la rueda de madera que dirigía los guardines de alambre que manejaban el rumbo. El punto se hizo pronto luz intermitente. Luz de faro que indicaba por fin la costa. Y la costa significaba encontrar a otros que como él habían tomado consciencia y se aventuraban a salir del agua para adentrarse en tierra firme. En aquél pequeño faro llevaban luchando sin descanso contra la desinformación desde hacía ya diez largos años. Muchas veces se les había ido la luz de la red y habían tenido que conectar los grupos de emergencia in extremis. Otras veces se habían quedado sin bombillas. Incluso en más de una ocasión el sabotaje y la delación entraron con fuerza para evitar que aquel pequeño faro brillase con fuerza. Los medios más sucios no habían logrado impedir que cada noche esa pequeña luz lograse marcar el rumbo correcto. Muchos otros faros permanecían encendidos indicando a las embarcaciones que tomaban consciencia la dirección correcta para no zozobrar. Labor solitaria, vive dios, la de farero. Y mucho más en estos aciagos días de todos contra todos. Aunque el faro se levantaba muchos metros por encima de los picudos acantilados más de un barco había perecido guiado por las luces falsas de la guardia costera. Aquella guardia no era ni mucho menos neutral. Esas marinerias estaban bien pagadas para engañar. Sus grandes luces convencieron a muchas embarcaciones dudando si seguir la pequeña luz del pequeño faro. Aunque la luz del pequeño faro caía desde arriba a veces los deslumbrados nuevos capitanes se dejaban guiar directos a las rocas por los que decían ser sus salvadores. Pero este no era el caso. Este capitán ya veía incluso los rayos laterales que se antojaban largos brazos en la negrura de la noche. Se imaginaba ya en tierra sin las embestidas de las olas tomándose una cerveza y hablando con otros como él. El pequeño faro se erguía a su derecha como un gigante cuando el buque inició la maniobra de atraque. Un pequeño puerto a salvo de las embestidas de las olas de la mentira, la desidia y el pesimismo. Las luces del puerto ya brillaban más que el propio faro que quedo a su espalda. El amarre de costado estaba ya afianzado con las boyas. Al poner un pie en tierra se dio cuenta de que estaba amaneciendo y que la tímida luz del Sol se percibía ya en el muelle. A salvo en tierra pensó en aquel pequeño faro del que ahora apenas vislumbraba la luz de su haz. Imaginó lo bueno que habría sido que aquel pequeño faro alumbrase mucho más al contar con más recursos. O mejor aún, que otros faros unieran su haz al del pequeño faro. Ya en la salida del puerto vio una larga subida que conducía al faro y decidió iniciar el recorrido de ascensión. La subida era dura pero la temperatura era moderada y la luz del Sol que apenas se recortaba en el horizonte le invitaban a continuar el ascenso. Quince minutos más tarde estaba frente a la puerta del pequeño faro. Increíblemente la puerta estaba abierta y la luz que penetraba por los ojos de buey de los ventanucos de la escalera de caracol le invitaba a conocer a su salvador. La subida por la larga escalera resultó más agotadora que la pequeña caminata de ascensión desde el puerto. Allí, en la escalera había una infinidad de cuadros, de pequeñas obras de arte todas diferentes y todas atractivas. Pensó mientras ponía pie en uno de los que parecían los últimos escalones que resultaría frustrante para aquel artista o artistas el que su obra tuviera tan poco público. Imaginó nuestro capitán que a todo artista le motiva tener la mayor cantidad de simpatizantes de su obra. Una pequeña puerta, esta vez cerrada, le separaba por fin del farero. Tocó con los nudillos y sonó un adelante al otro lado. La puerta estaba abierta, simplemente tenía que girar el pomo con un poco de fuerza. Lo vio de espaldas. Estaba limpiando las lentes de Fresnel para la próxima noche. El farero se dio la vuelta y vio a un tipo muy normal que le sonreía. Había algo muy común en su fisonomía, digamos que podría haber pasado desapercibido en cualquier sitio al no destacar ninguna de sus facciones sobre la otra. El pelo canoso y una corta barba eran lo único a destacar. Se fundieron en un largo abrazo. Bienvenido- dijo. Luego le ofreció un café y unas increíbles vistas. Y se sintió por fin en casa. ............................................................................ Puedes encontrarlo en Twitter aqui https://twitter.com/tecn_preocupado/status/1374426836696895505
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Sus armas estaban siempre a punto para torpedear disidentes. Por dos o tres veces se había salvado por los pelos en una hábil maniobra de arrancada al parar máquinas, cruzándose hábilmente con el buque de Maldito bulo. No les dio tiempo a los fact checkers dada la incorrecta velocidad de gobierno que les impidió manejar el timón. Quedó solo y sin la luz de la verdad. En aquel oscuro océano repleto de odio, de hipocresía, de celos, pletórico de estrellas televisivas y cine de entretenimiento. A punto de caer en las garras de algún monstruo troll de las profundidades abismales del estado profundo. De pronto un puntito tililó diminuto tras la cresta de una ola. Y luego otra vez y otra. Allí encañonó la proa gobernando con la rueda de madera que dirigía los guardines de alambre que manejaban el rumbo. El punto se hizo pronto luz intermitente. Luz de faro que indicaba por fin la costa. Y la costa significaba encontrar a otros que como él habían tomado consciencia y se aventuraban a salir del agua para adentrarse en tierra firme. En aquél pequeño faro llevaban luchando sin descanso contra la desinformación desde hacía ya diez largos años. Muchas veces se les había ido la luz de la red y habían tenido que conectar los grupos de emergencia in extremis. Otras veces se habían quedado sin bombillas. Incluso en más de una ocasión el sabotaje y la delación entraron con fuerza para evitar que aquel pequeño faro brillase con fuerza. Los medios más sucios no habían logrado impedir que cada noche esa pequeña luz lograse marcar el rumbo correcto. Muchos otros faros permanecían encendidos indicando a las embarcaciones que tomaban consciencia la dirección correcta para no zozobrar. Labor solitaria, vive dios, la de farero. Y mucho más en estos aciagos días de todos contra todos. Aunque el faro se levantaba muchos metros por encima de los picudos acantilados más de un barco había perecido guiado por las luces falsas de la guardia costera. Aquella guardia no era ni mucho menos neutral. Esas marinerias estaban bien pagadas para engañar. Sus grandes luces convencieron a muchas embarcaciones dudando si seguir la pequeña luz del pequeño faro. Aunque la luz del pequeño faro caía desde arriba a veces los deslumbrados nuevos capitanes se dejaban guiar directos a las rocas por los que decían ser sus salvadores. Pero este no era el caso. Este capitán ya veía incluso los rayos laterales que se antojaban largos brazos en la negrura de la noche. Se imaginaba ya en tierra sin las embestidas de las olas tomándose una cerveza y hablando con otros como él. El pequeño faro se erguía a su derecha como un gigante cuando el buque inició la maniobra de atraque. Un pequeño puerto a salvo de las embestidas de las olas de la mentira, la desidia y el pesimismo. Las luces del puerto ya brillaban más que el propio faro que quedo a su espalda. El amarre de costado estaba ya afianzado con las boyas. Al poner un pie en tierra se dio cuenta de que estaba amaneciendo y que la tímida luz del Sol se percibía ya en el muelle. A salvo en tierra pensó en aquel pequeño faro del que ahora apenas vislumbraba la luz de su haz. Imaginó lo bueno que habría sido que aquel pequeño faro alumbrase mucho más al contar con más recursos. O mejor aún, que otros faros unieran su haz al del pequeño faro. Ya en la salida del puerto vio una larga subida que conducía al faro y decidió iniciar el recorrido de ascensión. La subida era dura pero la temperatura era moderada y la luz del Sol que apenas se recortaba en el horizonte le invitaban a continuar el ascenso. Quince minutos más tarde estaba frente a la puerta del pequeño faro. Increíblemente la puerta estaba abierta y la luz que penetraba por los ojos de buey de los ventanucos de la escalera de caracol le invitaba a conocer a su salvador. La subida por la larga escalera resultó más agotadora que la pequeña caminata de ascensión desde el puerto. Allí, en la escalera había una infinidad de cuadros, de pequeñas obras de arte todas diferentes y todas atractivas. Pensó mientras ponía pie en uno de los que parecían los últimos escalones que resultaría frustrante para aquel artista o artistas el que su obra tuviera tan poco público. Imaginó nuestro capitán que a todo artista le motiva tener la mayor cantidad de simpatizantes de su obra. Una pequeña puerta, esta vez cerrada, le separaba por fin del farero. Tocó con los nudillos y sonó un adelante al otro lado. La puerta estaba abierta, simplemente tenía que girar el pomo con un poco de fuerza. Lo vio de espaldas. Estaba limpiando las lentes de Fresnel para la próxima noche. El farero se dio la vuelta y vio a un tipo muy normal que le sonreía. Había algo muy común en su fisonomía, digamos que podría haber pasado desapercibido en cualquier sitio al no destacar ninguna de sus facciones sobre la otra. El pelo canoso y una corta barba eran lo único a destacar. Se fundieron en un largo abrazo. Bienvenido- dijo. Luego le ofreció un café y unas increíbles vistas. Y se sintió por fin en casa. ............................................................................ Puedes encontrarlo en Twitter aqui https://twitter.com/tecn_preocupado/status/1374426836696895505
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