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Debate presidencial: la arrogancia de Macron y la inconsistencia de Le Pen

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Durante tres horas de debate, los dos candidatos se aguijonearon cortésmente. Macron no mencionó el término "extrema derecha". Le Pen se convirtió en la salvadora del pueblo. Ninguno propuso alza de salarios para enfrentar la disparada de precios, preocupación central de electores franceses.

"Usted es una climaescéptica. No, Usted es un climahipócrita". Estas frases fueron uno de los rifirrafes entre el presidente candidato y la líder de extrema derecha durante casi tres horas de debate en el que Emmanuel Macron y Marine le Pen se enfrentaron cortésmente y con argumentos más técnicos que políticos.

Haciendo un balance cuasi perfecto de su quinquenio, el presidente saliente borró el descontento social que crece en el país y se mostró como el candidato de la "Francia que va bien". Con propuestas difusas y mal fundadas, Marine Le Pen buscó presentarse como la redentora del pueblo francés que sufre la fractura social. Tras el debate, la prensa francesa habla de la arrogancia de Macron contra la inconsistencia de Le Pen

Luego del debate que los enfrentó en 2017 y al que la misma Marine Le Pen califica de “fracaso”, la lupa estaba puesta en el empeño de la candidata de extrema derecha por alcanzar la talla presidencial, mientras Emmanuel Macron se esforzaba por borrar su imagen de hombre soberbio que muchos le reprochan

En el debate televisado del miércoles en la noche, Macron salió a la palestra con una imagen de presidente asentado en sus funciones, seguro de sí mismo y conocedor de los temas evocados al dedillo. Sin embargo, el lenguaje gestual le devolvió una imagen arrogante que lo ha caracterizado durante su quinquenio: brazos cruzados, mentón apoyado entre las manos. Gestos que delataban un cierto desdén ante una candidata titubeante o perdida entre las cifras.

Como un viejo profesor frente a una alumna más bien atrasada, Macron se puso en una posición de superioridad técnica y, de cierta forma, moral. A la defensiva e incluso pasiva ante los ataques de su rival, la candidata de la extrema derecha mostró una imagen muy distinta a la mujer agresiva y frívola del debate presidencial de 2017. Marine Le Pen titubeó, especialmente en los temas económicos. Abogada de formación, se vio desestabilizada por los tecnicismos de Macron, un ex banquero y ministro de Economía que maneja las cifras con destreza.

Al verse ahogada en el terreno técnico, Marine Le Pen apostó por presentarse como la candidata del pueblo, anti élites, en contraste con el tecnócrata Macron representante de las "Starts-ups". La candidata de ultra derecha replicó con contundencia a Macron cuando la calificó de pro rusa y de climatoescéptica. Pero jamás rebasó los límites de la cortesía. "Nos portamos mejor" concluyó Le Pen al término del debate, dejando de lado sus tradicionales arengas.

La banalidad del mal

Los dos candidatos se empeñaron por mostrarse corteses y respetuosos de su adversario. En algunas ocasiones no lo lograron. Pero solo hasta el final, Macron se atrevió a abordar el peligro que representa su adversaria si accede al poder. Sin mencionar el concepto "extrema derecha" ni aventurarse a denunciar las condenas por corrupción que pesan sobre el partido de Le Pen, el presidente habló de desacuerdos sinceros pero respetables con Marine Le Pen.

Para Federico Vacas, director adjunto del departamento de política de la encuestadora IPSOS, la omisión de Macron al hecho en que su rival es la candidata de la extrema derecha puede ser una mala jugada electoral. "No hay que olvidarse que el principal electorado disponible es el de la izquierda en su conjunto de Melénchon que representó en la primera vuelta el 30% de los votos y puede ser definitorio en la segunda. Esta omisión de Macron puede desmovilizar el voto a su favor de ese electorado de izquierda especialmente sensible a este tipo de argumentos".

En un país que desde hace dos décadas hace frente en las urnas para impedir el triunfo de la extrema derecha, el hecho de que Macron normalice la candidatura de Marine Le Pen "contribuye a un proceso de banalización de Marine Le Pen, de su partido y de la extrema derecha en general" afirma Vacas.

Ucrania, inflación, velo islámico

"Cuando usted habla de Rusia, no habla de un dirigente, habla de su propio banquero. Ese es el problema." Con esta frase Macron noqueó a su adversaria cuando debatían sobre el tema internacional que, prácticamente, se redujo a la guerra Rusia -Ucrania.

El presidente saliente le sacó los trapos al sol a Marine Le Pen recordando que el 2015 ella “solicitó un préstamo a un banco ruso, la First Check Russian Bank, cercana al Kremlin. Luego armó una trama, todos lo sabemos, con otros actores que han estado involucrados en la guerra en Siria”. La candidata de la extrema derecha no pudo defender la sentencia de Macron: “usted depende del poder ruso y de Vladimir Putin".

En el fondo del debate, las diferencias sobre este conflicto no fueron sustanciales. Macron expuso las medidas tomadas por su gobierno, como las sanciones y la entrega de armas y financiación a Ucrania, y Le Pen dijo estar de acuerdo con la mayoría de decisiones tomadas a este respecto por el presidente saliente, denunciando una "agresión del pueblo ucraniano inadmisible”.

Macron criticó también que Le Pen fuera en 2014 una de las primeras políticas europeas en reconocer la anexión a Rusia de la región ucraniana de Crimea. A lo que la candidata de extrema derecha respondió acusando de hipocresía de Macron por haber recibido con gran pompa a Vladimir Putin en Francia en varias ocasiones durante su quinquenio.

Tras este choque, los finalistas de la elección presidencial hablaron de política europea, un segmento en el que Le Pen dijo querer reformar, sin decir cómo, la Unión Europea y Macron defendió su oposición al acuerdo de libre comercio Mercosur- Unión Europea, para privilegiar las reglas europeas en materia agrícola y la defensa de los acuerdos de Paris en favor del medio ambiente.

El poder adquisitivo sin alza de salarios

El bolsillo de los franceses abrió la discusión. Es la preocupación principal de los franceses y Marine Le Pen hizo del combate a la inflación su bandera. Pero durante el debate, la candidata de la ultraderecha se limitó a un catálogo de medidas paliativas.

Le Pen reprochó a Macron su proyecto abortado de instaurar un impuesto ecológico a los combustibles y le recordó que fue esa medida la que desató la crisis de los “chalecos amarillos” en 2019.

"Propongo reducir de manera duradera el IVA a la energía. Es un bien de primera necesidad. Lo reduciré al carburante, el gas, la luz y el gasóleo. Son 12 mil millones de euros que devolveré a los franceses. Mi prioridad es restituir a los franceses su dinero. El conjunto de medidas permitirá devolverles en promedio entre 150 y 200 euros por mes y por hogar”, dijo Le Pen.

Macron, por su parte, defendió el balance de su quinquenio, marcado por una reducción notable de la curva del desempleo, cifras que Marine Le Pen relativizó. El presidente candidato criticó luego sus propuestas: "Asumo que mantendré una barrera para los precios de la energía. Consiste en bloquear las tarifas de la luz y del gas. Es dos veces más eficaz que la reducción del IVA. Asumo no subsidiar el gas el petróleo, prefiero gastar el dinero público para ayudar a los hogares a renovar su aislamiento térmico y salir de las energías fósiles".

El debate sobre cómo mejorar el poder adquisitivo se transformó luego en una batalla de cifras confusas sin visión a largo plazo. Ninguno de los dos propuso un aumento de los sueldos ni una política impositiva más progresiva y menos una reflexión sobre el modelo económico francés.

Laicidad: el choque de dos visiones

El tono subió también entre los dos candidatos cuando se abordó el tema de la laicidad. Con su retórica habitual, Le Pen mezcló inmigración, islam, islamismo e inseguridad. E insistió en una de sus medidas más controvertidas: quiere prohibir el velo islámico no solo en las escuelas como es el caso actualmente, sino también en las calles. "Pienso que el velo islámico es un uniforme impuesto por los islamistas. Considero que una gran parte de las muchachas que lo llevan no tienen otra opción que ponérselo, aunque no lo digan. Las que no lo llevan dicen que están aisladas. Esta situación es inadmisible en nuestro país”, justificó.

“Esto desataría una guerra civil en los barrios populares”, replicó Macron, partidario de una laicidad más abierta. "La laicidad no consiste en combatir una religión. Conmigo no habrá ninguna prohibición del velo islámico ni de la kipá en el espacio público. Si usted entra en esta lógica, señora Le Pen, tendría que prohibir todos los signos religiosos en el espacio público y no solo el velo. Francia, la patria de la Ilustración, del universalismo, sería el primer país del mundo en prohibir los signos religiosos en el espacio público”, advirtió el presidente de liberal.

Fuera de este cruce de palabras, los candidatos estuvieron de acuerdo en cerrar las mezquitas radicales. Ni Macron ni Le Pen entraron en un debate de fondo sobre la política migratoria. Aunque Marine Le Pen propone medidas anti inmigración y de discriminación contra los extranjeros que muchos juristas juzgan anticonstitucionales. Pero Macron evitó retarla en este aspecto.

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Durante tres horas de debate, los dos candidatos se aguijonearon cortésmente. Macron no mencionó el término "extrema derecha". Le Pen se convirtió en la salvadora del pueblo. Ninguno propuso alza de salarios para enfrentar la disparada de precios, preocupación central de electores franceses.

"Usted es una climaescéptica. No, Usted es un climahipócrita". Estas frases fueron uno de los rifirrafes entre el presidente candidato y la líder de extrema derecha durante casi tres horas de debate en el que Emmanuel Macron y Marine le Pen se enfrentaron cortésmente y con argumentos más técnicos que políticos.

Haciendo un balance cuasi perfecto de su quinquenio, el presidente saliente borró el descontento social que crece en el país y se mostró como el candidato de la "Francia que va bien". Con propuestas difusas y mal fundadas, Marine Le Pen buscó presentarse como la redentora del pueblo francés que sufre la fractura social. Tras el debate, la prensa francesa habla de la arrogancia de Macron contra la inconsistencia de Le Pen

Luego del debate que los enfrentó en 2017 y al que la misma Marine Le Pen califica de “fracaso”, la lupa estaba puesta en el empeño de la candidata de extrema derecha por alcanzar la talla presidencial, mientras Emmanuel Macron se esforzaba por borrar su imagen de hombre soberbio que muchos le reprochan

En el debate televisado del miércoles en la noche, Macron salió a la palestra con una imagen de presidente asentado en sus funciones, seguro de sí mismo y conocedor de los temas evocados al dedillo. Sin embargo, el lenguaje gestual le devolvió una imagen arrogante que lo ha caracterizado durante su quinquenio: brazos cruzados, mentón apoyado entre las manos. Gestos que delataban un cierto desdén ante una candidata titubeante o perdida entre las cifras.

Como un viejo profesor frente a una alumna más bien atrasada, Macron se puso en una posición de superioridad técnica y, de cierta forma, moral. A la defensiva e incluso pasiva ante los ataques de su rival, la candidata de la extrema derecha mostró una imagen muy distinta a la mujer agresiva y frívola del debate presidencial de 2017. Marine Le Pen titubeó, especialmente en los temas económicos. Abogada de formación, se vio desestabilizada por los tecnicismos de Macron, un ex banquero y ministro de Economía que maneja las cifras con destreza.

Al verse ahogada en el terreno técnico, Marine Le Pen apostó por presentarse como la candidata del pueblo, anti élites, en contraste con el tecnócrata Macron representante de las "Starts-ups". La candidata de ultra derecha replicó con contundencia a Macron cuando la calificó de pro rusa y de climatoescéptica. Pero jamás rebasó los límites de la cortesía. "Nos portamos mejor" concluyó Le Pen al término del debate, dejando de lado sus tradicionales arengas.

La banalidad del mal

Los dos candidatos se empeñaron por mostrarse corteses y respetuosos de su adversario. En algunas ocasiones no lo lograron. Pero solo hasta el final, Macron se atrevió a abordar el peligro que representa su adversaria si accede al poder. Sin mencionar el concepto "extrema derecha" ni aventurarse a denunciar las condenas por corrupción que pesan sobre el partido de Le Pen, el presidente habló de desacuerdos sinceros pero respetables con Marine Le Pen.

Para Federico Vacas, director adjunto del departamento de política de la encuestadora IPSOS, la omisión de Macron al hecho en que su rival es la candidata de la extrema derecha puede ser una mala jugada electoral. "No hay que olvidarse que el principal electorado disponible es el de la izquierda en su conjunto de Melénchon que representó en la primera vuelta el 30% de los votos y puede ser definitorio en la segunda. Esta omisión de Macron puede desmovilizar el voto a su favor de ese electorado de izquierda especialmente sensible a este tipo de argumentos".

En un país que desde hace dos décadas hace frente en las urnas para impedir el triunfo de la extrema derecha, el hecho de que Macron normalice la candidatura de Marine Le Pen "contribuye a un proceso de banalización de Marine Le Pen, de su partido y de la extrema derecha en general" afirma Vacas.

Ucrania, inflación, velo islámico

"Cuando usted habla de Rusia, no habla de un dirigente, habla de su propio banquero. Ese es el problema." Con esta frase Macron noqueó a su adversaria cuando debatían sobre el tema internacional que, prácticamente, se redujo a la guerra Rusia -Ucrania.

El presidente saliente le sacó los trapos al sol a Marine Le Pen recordando que el 2015 ella “solicitó un préstamo a un banco ruso, la First Check Russian Bank, cercana al Kremlin. Luego armó una trama, todos lo sabemos, con otros actores que han estado involucrados en la guerra en Siria”. La candidata de la extrema derecha no pudo defender la sentencia de Macron: “usted depende del poder ruso y de Vladimir Putin".

En el fondo del debate, las diferencias sobre este conflicto no fueron sustanciales. Macron expuso las medidas tomadas por su gobierno, como las sanciones y la entrega de armas y financiación a Ucrania, y Le Pen dijo estar de acuerdo con la mayoría de decisiones tomadas a este respecto por el presidente saliente, denunciando una "agresión del pueblo ucraniano inadmisible”.

Macron criticó también que Le Pen fuera en 2014 una de las primeras políticas europeas en reconocer la anexión a Rusia de la región ucraniana de Crimea. A lo que la candidata de extrema derecha respondió acusando de hipocresía de Macron por haber recibido con gran pompa a Vladimir Putin en Francia en varias ocasiones durante su quinquenio.

Tras este choque, los finalistas de la elección presidencial hablaron de política europea, un segmento en el que Le Pen dijo querer reformar, sin decir cómo, la Unión Europea y Macron defendió su oposición al acuerdo de libre comercio Mercosur- Unión Europea, para privilegiar las reglas europeas en materia agrícola y la defensa de los acuerdos de Paris en favor del medio ambiente.

El poder adquisitivo sin alza de salarios

El bolsillo de los franceses abrió la discusión. Es la preocupación principal de los franceses y Marine Le Pen hizo del combate a la inflación su bandera. Pero durante el debate, la candidata de la ultraderecha se limitó a un catálogo de medidas paliativas.

Le Pen reprochó a Macron su proyecto abortado de instaurar un impuesto ecológico a los combustibles y le recordó que fue esa medida la que desató la crisis de los “chalecos amarillos” en 2019.

"Propongo reducir de manera duradera el IVA a la energía. Es un bien de primera necesidad. Lo reduciré al carburante, el gas, la luz y el gasóleo. Son 12 mil millones de euros que devolveré a los franceses. Mi prioridad es restituir a los franceses su dinero. El conjunto de medidas permitirá devolverles en promedio entre 150 y 200 euros por mes y por hogar”, dijo Le Pen.

Macron, por su parte, defendió el balance de su quinquenio, marcado por una reducción notable de la curva del desempleo, cifras que Marine Le Pen relativizó. El presidente candidato criticó luego sus propuestas: "Asumo que mantendré una barrera para los precios de la energía. Consiste en bloquear las tarifas de la luz y del gas. Es dos veces más eficaz que la reducción del IVA. Asumo no subsidiar el gas el petróleo, prefiero gastar el dinero público para ayudar a los hogares a renovar su aislamiento térmico y salir de las energías fósiles".

El debate sobre cómo mejorar el poder adquisitivo se transformó luego en una batalla de cifras confusas sin visión a largo plazo. Ninguno de los dos propuso un aumento de los sueldos ni una política impositiva más progresiva y menos una reflexión sobre el modelo económico francés.

Laicidad: el choque de dos visiones

El tono subió también entre los dos candidatos cuando se abordó el tema de la laicidad. Con su retórica habitual, Le Pen mezcló inmigración, islam, islamismo e inseguridad. E insistió en una de sus medidas más controvertidas: quiere prohibir el velo islámico no solo en las escuelas como es el caso actualmente, sino también en las calles. "Pienso que el velo islámico es un uniforme impuesto por los islamistas. Considero que una gran parte de las muchachas que lo llevan no tienen otra opción que ponérselo, aunque no lo digan. Las que no lo llevan dicen que están aisladas. Esta situación es inadmisible en nuestro país”, justificó.

“Esto desataría una guerra civil en los barrios populares”, replicó Macron, partidario de una laicidad más abierta. "La laicidad no consiste en combatir una religión. Conmigo no habrá ninguna prohibición del velo islámico ni de la kipá en el espacio público. Si usted entra en esta lógica, señora Le Pen, tendría que prohibir todos los signos religiosos en el espacio público y no solo el velo. Francia, la patria de la Ilustración, del universalismo, sería el primer país del mundo en prohibir los signos religiosos en el espacio público”, advirtió el presidente de liberal.

Fuera de este cruce de palabras, los candidatos estuvieron de acuerdo en cerrar las mezquitas radicales. Ni Macron ni Le Pen entraron en un debate de fondo sobre la política migratoria. Aunque Marine Le Pen propone medidas anti inmigración y de discriminación contra los extranjeros que muchos juristas juzgan anticonstitucionales. Pero Macron evitó retarla en este aspecto.

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