NO POSTERGUEMOS EL HACER EL BIEN.

Paso a Paso a la Eternidad.

NO POSTERGUEMOS EL HACER EL BIEN. Sin duda, nos hemos vuelto expertos en postergar, en dejar las actividades para el día siguiente, las actividades que podemos hacer hoy. Esto de postergar, es más frecuente cuando se trata de ayudar a los demás. Pues con frecuencia, cuando caminamos por la calle, o estamos en un lugar en particular, o inclusive en la iglesia, cuando alguien se acerca y nos pide un apoyo económico, u otra clase de apoyo, por lo general solemos decir, en este momento no tengo dinero, o no tengo el tiempo suficiente para brindarles la mano, posiblemente mañana les pueda ayudar. Con estas frases, tratamos de eludir nuestra responsabilidad de brindarles la mano, a pesar de contar con el tiempo suficiente o con alguna moneda en nuestras billeteras o carteras. Con respecto a esto, el salmista escribe: Si puedes ayudar a tu prójimo hoy, no le digas: Vuelve mañana y entonces te ayudaré». Proverbios 3:28 NTV. Para ayudar a los demás, no es necesario que contemos con recursos económicos exorbitantes, o con todo el tiempo del mundo. Para ayudar a los demás es suficiente que tengamos la voluntad de hacerlo. Una moneda puede hacer la diferencia para una persona que lleva algunos días sin probar bocado de alimento, o que necesita costearse medicamentos o algún tratamiento médico. Con esto, no se quiere decir, que, si contamos con recursos económicos suficientes, que demos simplemente una moneda a los que realmente necesitan. Al igual, unos minutos de nuestra vida, talvez sean suficientes para extenderles la mano, pues hay personas que necesitan unos minutos para que las escuchemos y las reconfortemos. Hoy en día con tantas personas necesitadas de ayuda, no debemos mirar lejos para ver dónde podemos hacer el bien como seguidores de Cristo. Las personas que están a nuestro alrededor, no solo necesitan de ayuda material, sino también de ayuda espiritual. Si en algún momento, alguien nos pide ayuda, no le digamos, vuelve mañana y entonces te ayudaré, hagamos lo posible por ayudarles en ese momento, ya sea materialmente o espiritualmente. Si en ese momento, realmente se nos imposibilita ayudarle, comprometámonos de todo corazón, tomemos sus datos para brindale ayuda, cuando estemos en capacidad de hacerlo.