NO CAIGAMOS EN LA TENTACIÓN.

Paso a Paso a la Eternidad.

NO CAIGAMOS EN LA TENTACIÓN. Cuando alguien está pasando por una situación difícil nos compadecemos de ellos y con la mejor de las intenciones nos acercamos para tratar de alentarlos . Pero a veces, nuestras intenciones son infructíferas, pues las palabras que pronunciamos, no son las que necesitan en esos momentos adversos, ya que no hemos pasado por una situación similar y no comprendemos lo que realmente están atravesando. Nadie puede compadecerse realmente de alguna otra persona a no ser que haya pasado por una experiencia parecida. En este mundo, los cristianos que luchan diariamente contra las tentaciones, piensan que nadie les puede entender, pero el escritor de la carta a los hebreos afirma que existe alguien que entiende sus debilidades y se compadece: “El diablo le puso a Jesús las mismas trampas que nos pone a nosotros para hacernos pecar, sólo que Jesús nunca pecó. Por eso, él puede entender que nos resulta difícil obedecer a Dios.” Hebreos 4:15 TLA. Jesucristo para venir a este mundo se despojó de su naturaleza divina y se hizo similar a los hombres. Jesús en su naturaleza humana, compartió las mismas experiencias que el resto de la humanidad. Él padeció hambre, sed, frío , dolor, enfermedad, tristeza, soledad y muchas otras características propias del hombre. Además, el maligno, le puso las mismas trampas que al resto de los hombres para hacerlo caer y pecar contra Dios Padre, pero a diferencia del resto de los hombres, Jesús nunca cayó en las redes del maligno, más bien, permaneció firme en la voluntad de su Padre. El Señor al haber experimentado toda clase de tentaciones entiende que, a alguno de sus seguidores, les cuesta demasiado vencer las tentaciones y vivir bajo la voluntad de su Padre. Porque el Señor entiende nuestra debilidad, se compadece de nosotros, y derramó de su fortaleza en nuestras vidas para que resistamos la tentación. El ejemplo de nuestro Señor nos muestra que un hombre sí puede vencer a las tentaciones y vivir bajo la obediencia de Dios. La próxima vez que nos enfrentemos a las trampas que nos ponga el maligno, no nos dejemos vencer, tomemos la fortaleza de nuestro Señor, y permanezcamos firmes bajo su voluntad.