DIOS AMA AL QUE DA CON ALEGRÍA.

Paso a Paso a la Eternidad.

DIOS AMA AL QUE DA CON ALEGRÍA. En la dura situación económica que atraviesa el mundo en la actualidad, es difícil para la mayoría de personas ser generosas. Se nos hace duro desprendernos de una parte de nuestros ingresos para apoyar a otros, pues sentimos que nuestros ingresos no son suficientes para cubrir todas nuestras necesidades y menos aún si apartamos una parte para dar a otros. Con pensamientos similares a esta, y a manera de pretexto, un número importante de cristianos hemos dejado de presentar nuestras ofrendas a Dios en los últimos años. Cada uno de nosotros tenemos conocimiento que los diferentes ministerios e iglesias cristianas, se sustentan con las donaciones y ofrendas. Si en algún momento los ministerios e iglesias dejaran de recibir donaciones y ofrendas de sus miembros, no tendrían como sustentar sus gastos. Para que no pase esto, es importante que a pesar de los pocos ingresos que tengamos presentemos nuestras ofrendas a Dios. ¿Pero cómo debemos presentar nuestra ofrenda a Dios? El apóstol Pablo nos da la respuesta a esta inquietud: “Cada uno debe decidir en su corazón cuánto dar. Y no den de mala gana ni bajo presión, porque Dios ama a la persona que da con alegría”. 2 Corintios 9:7 NTV. Presentar nuestra ofrenda a Dios, no es una exigencia de cantidades, ni algo impulsivo u obligatorio, se hace de corazón y de manera voluntaria. El dar nuestra ofrenda debe nacer en nuestro corazón por amor a Dios, y la proclamación de las buenas nuevas de salvación al mundo perdido. La cantidad a ofrendar, debemos decidirla en la tranquilidad de nuestro hogar, en conformidad a nuestro corazón. No debemos permitir que nos impongan una cantidad, pues si lo permitimos, nuestra ofrenda ya no será en conformidad a nuestro corazón, sino a la conformidad de alguien más. Nunca demos una ofrenda por obligación y de mala gana, pues si lo hacemos, nuestra ofrenda no será de bendición para el ministerio o la iglesia. Siempre debemos dar voluntariamente de corazón y con alegría, porque nuestro Señor ama al corazón entusiasta que se regocija con cada oportunidad de presentar su ofrenda para la expansión de su reino.