101. Alaba, alma mía, al Señor.

Oasis de paz

"Bendice, alma mía, al Señor" Salmo 103

Sal 103:1 De David. Bendice al Señor, alma mía, que todo mi ser bendiga a su santo Nombre;

Sal 103:2 bendice al Señor, alma mía, y nunca olvides sus beneficios.

Sal 103:3 El perdona todas tus culpas y cura todas tus dolencias;

Sal 103:4 rescata tu vida del sepulcro, te corona de amor y de ternura;

Sal 103:5 él colma tu vida de bienes, y tu juventud se renueva como el águila.

Sal 103:6 El Señor hace obras de justicia y otorga el derecho a los oprimidos;

Sal 103:7 él mostró sus caminos a Moisés y sus proezas al pueblo de Israel.

Sal 103:8 El Señor es bondadoso y compasivo, lento para enojarse y de gran misericordia;

Sal 103:9 no acusa de manera inapelable ni guarda rencor eternamente;

Sal 103:10 no nos trata según nuestros pecados ni nos paga conforme a nuestras culpas.

Sal 103:11 Cuanto se alza el cielo sobre la tierra, así de inmenso es su amor por los que lo temen;

Sal 103:12 cuanto dista el oriente del occidente, así aparta de nosotros nuestros pecados.

Sal 103:13 Como un padre cariñoso con sus hijos, así es cariñoso el Señor con sus fieles;

Sal 103:14 él conoce de qué estamos hechos, sabe muy bien que no somos más que polvo.

Sal 103:15 Los días del hombre son como la hierba: él florece como las flores del campo;

Sal 103:16 las roza el viento, y ya no existen más, ni el sitio donde estaban las verá otra vez.

Sal 103:17 Pero el amor del Señor permanece para siempre, y su justicia llega hasta los hijos y los nietos

Sal 103:18 de los que lo temen y observan su alianza, de los que recuerdan sus preceptos y los cumplen.

Sal 103:19 El Señor puso su trono en el cielo, y su realeza gobierna el universo.

Sal 103:20 ¡Bendigan al Señor, todos sus ángeles, los fuertes guerreros que cumplen sus órdenes apenas oyen la voz de su palabra!

Sal 103:21 ¡Bendigan al Señor, todos sus ejércitos, sus servidores, los que cumplen su voluntad!

Sal 103:22 ¡Bendíganlo todas sus obras, en todos los lugares donde ejerce su dominio! ¡Bendice al Señor, alma mía!