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351: El don de hablar en lenguas 17/11/2024 #1326

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Pastor José Luis Cinalli
17/11/2024
El don de hablar en lenguas

“… Yo los bautizo en agua… pero… Él los bautizará en Espíritu Santo…”, Mateo 3:11 (RVC).

El bautismo en el Espíritu fue prometido por los profetas del A.T. (Joel 2:28); por Juan el Bautista (Mateo 3:11), Dios el Padre (Lucas 24:49) y por Jesucristo mismo, Hechos 1:5,8. Fue promesa hasta Pentecostés, ya que a partir de entonces Jesús comenzó a bautizar en el Espíritu: “… Jesús… después de haber… recibido del Padre el Espíritu Santo… lo derramó sobre nosotros…, Hechos 2:32-33 (DHH). Aun los gentiles fueron bautizados en el Espíritu. Refiriéndose a Cornelio y su casa, Pedro dijo: “… El Espíritu Santo descendió sobre ellos tal como descendió sobre nosotros al principio” (Hechos 11:15, NTV); es decir, el día de Pentecostés. “Entonces recordé que había dicho el Señor: “Juan bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados en el Espíritu Santo, Hechos 11:16 (BDA2010). Una vez bautizados “los oían hablar y alabar a Dios en idiomas desconocidos”, Hechos 10:46 (TLA). El hablar idiomas que no habían aprendido fue una señal para convencer a Pedro y a los judíos de que “también a los gentiles… Dios les ha permitido arrepentirse y tener vida eterna”, Hechos 11:18 (RV60, TLA). Hasta ese momento los judíos recibían a los gentiles siempre que se circuncidaran, pero desde entonces podían ser salvos sin necesidad de convertirse primeramente en judíos.

¿Qué efecto produjo el bautismo en la vida de los apóstoles? ¿Qué hicieron y qué dijeron después de ser bautizados en el Espíritu? Estas preguntas son válidas ya que denominaciones enteras no permiten a los creyentes servir a Dios sin haber recibido el don de hablar en lenguas. ¿Es el don de lenguas la evidencia del bautismo en el Espíritu? Veamos lo que realmente sucedió el día de Pentecostés. En primer lugar los apóstoles “fueron… llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas…”, Hechos 2:4. ¿A qué lenguas se refiere? La Biblia lo explica: “Todos… comenzaron a hablar en otros idiomas… que no conocíanlos extranjeros se quedaron pasmados al oír el idioma de sus respectivos países en boca de los discípulos, Hechos 2:4-6 (NTV, NT-BAD). Los apóstoles hablaron idiomas no conocidos por ellos, pero hablados en otras partes del mundo. Las personas reunidas en el aposento alto oriundas de otras naciones decían: “Los escuchamos hablar maravillas de Dios en nuestro propio idioma, Hechos 2:11 (PDT). Entonces las “nuevas lenguas” eran idiomas que los apóstoles hablaron milagrosamente sin haberlos estudiado. No eran sonidos extraños o lenguas celestiales; los apóstoles no hablaron en una lengua ininteligible sino idiomas humanos que nunca habían aprendido. Pablo dijo: “A unos Dios les da por el Espíritu… la capacidad de hablar en idiomas desconocidos…”, 1ª Corintios 12:8-10 (NVI, NTV). Las personas entendían perfectamente lo que los discípulos decían “porque cada uno los oía hablar en su propio idioma” (Hechos 2:6, PDT) pero les resultaba extraño porque eran galileos, “hombres sencillos y sin educación”, Hechos 4:13 (PDT). “¿Cómo es posible?... ¡Estos hombres son galileos y sin embargo los escuchamos hablar en el idioma que se habla en los países en que hemos nacido!”, Hechos 2:7 (NT-BAD). El milagro de hablar idiomas sin haberlos estudiado era una señal o manifestación del poder de Dios para convencer a los oyentes de que Dios tenía un mensaje de salvación para ellos: “Las lenguas son por señal… a los incrédulos”, 1ª Corintios 14:22.

Veamos ahora algunas verdades escriturales acerca del don de lenguas:

a) El don de lenguas no es la evidencia suprema de una persona llena del Espíritu. Juan el Bautista (Lucas 1:15), Elisabet (Lucas 1:41) y Zacarías (Lucas 1:67), eran personas llenas del Espíritu Santo y no hablaban lenguas. Vivieron en la plenitud del Espíritu antes de Pentecostés. Si las lenguas evidencian un don superior otorgado por el Espíritu Santo parece extraño que Jesús mismo, el portador del Espíritu, no utilizara ese don. Al contrario, Jesús despreciaba las vanas repeticiones y las palabrerías como algo pagano y no apropiado para la oración, Mateo 6:7. Algunas veces guardaba silencio (Mateo 27:14; Marcos 15:5; Lucas 23:9) pero nunca enseñaba en sonidos ininteligibles o en idiomas extranjeros sino en un lenguaje directo y sencillo que todo el mundo entendía.

b) El don de lenguas no es más importante que el Espíritu que lo da. Pablo se refirió mucho al Espíritu Santo y poco a las lenguas. Por ejemplo, al escribir el libro de Romanos hizo mención del Espíritu muchas veces (5:5; 7:6; 8:2, 6-14, 26, 27; 14:17) pero nunca a las lenguas. Gálatas presenta instrucciones para aquellos que son espirituales (Gálatas 6:1) y describe el fruto del Espíritu (Gálatas 5:22), pero no dice nada de lenguas. Cuando finalmente en 1ª Corintios habla de las lenguas lo trata como un problema y no como una señal de excelencia. Nunca animó a la iglesia a poner más énfasis en las lenguas. Aunque no suprimió el don de lenguas lo consideró como de menos importancia. Él dijo: “Llegará el día en que ya nadie… hable en idiomas extraños…”, 1ª Corintios 13:8 (TLA). No le demos al don de lenguas una importancia mayor a la que Pablo y otros escritores inspirados le han dado.

c) El don de lenguas no prueba que una persona sea llena del Espíritu Santo. Suele creerse que hablar en lenguas es la primera evidencia de una persona llena del Espíritu. Pero no puede ser posible porque el don de lenguas no es para todos: A unos Dios les da… la capacidad de hablar en idiomas desconocidos…”, 1ª Corintios 12:8-10 (NVI, NTV). Además, tenemos ejemplos bíblicos de personas llenas del Espíritu que no hablaron en lenguas. Los creyentes oraron y “fueron llenos del Espíritu Santo…”, Hechos 4:31. ¿Y qué sucedió? “Predicaban con valentía la palabra de Dios”, Hechos 4:31 (NTV). Cuando los samaritanos “recibieron el Espíritu Santo” (Hechos 8:17) no hablaron en lenguas. Cuando Pablo fue lleno del Espíritu no habló en lenguas pero “en seguida predicaba a Cristo…”, Hechos 9:20. Las lenguas son una señal para los incrédulos (1ª Corintios 14:22) y cuando son interpretadas, edifican la iglesia (1ª Corintios 14:4) de lo contrario se prohíbe en la congregación: “… Cuando se reúnan… si algunos hablan en idiomas desconocidos… alguien debe traducir… Pero si no hay en la iglesia nadie que traduzca, entonces deben callarse…”, 1ª Corintios 14:26-28 (TLA).

d) El don de lenguas es menos importante que el de profetizar. “… Pidan… los dones que da el Espíritu Santo, especialmente el don de profecía, que los capacitará para predicar el mensaje de Dios… El que profetiza… proclama mensajes de Dios que edifican, exhortan y consuelan a los oyentes…”, 1ª Corintios 14:1-3 (NT-BAD). Pablo resalta el don de profecía por sobre el don de hablar idiomas extranjeros. El profeta o predicador revela la voluntad de Dios en el idioma que la gente entiende. El que habla a la iglesia en un idioma extranjero no edifica a nadie a menos que alguien traduzca, 1ª Corintios 14:27-28. Por esta razón Pablo dijo: “… Es más importante hablar de parte de Dios que hablar en idiomas que otros no entienden, a menos que alguien pueda traducir lo que se dice. Porque así se ayuda a los miembros de la iglesia…”, 1ª Corintios 14:5 (TLA). Pablo enfatiza la importancia de entender lo que se dice para que haya edificación y da tres razones para elegir la predicación antes que el don de lenguas: a) Edifica la iglesia. B) Es entendida por todos. C) Es usada por el Espíritu para ganar a la gente para Cristo. Fue precisamente eso lo que caracterizó a los apóstoles bautizados en el Espíritu el día de Pentecostés, Hechos 2:23-27. La evidencia más clara de un creyente lleno del Espíritu es la pasión por predicar a Cristo sometido completamente a la autoridad del Espíritu Santo, Romanos 8:14.

Conclusión. El don de lenguas es legítimo y sirve para el que lo porta en su adoración privada a Dios, pero no es edificante para la iglesia a menos que haya interpretación. Por otra parte, el don bíblico de hablar idiomas humanos no estudiados para anunciar las maravillas de Dios ejercitado por aquellos primeros discípulos en el día de Pentecostés ¿pudo ser replicado alguna vez? Definitivamente Dios puede darle a una persona el don milagroso de hablar un idioma para facilitar la comunicación del evangelio. El Espíritu Santo es soberano en la distribución de los dones, 1ª Corintios 12:11. Cuán productivo podría ser este don para los misioneros si no tuvieran que aprender en una escuela el idioma de la gente a la que van a predicar. En algo estamos de acuerdo, el don de lenguas de hoy en día no parece ser el mismo que el de Pentecostés. Oremos entonces para que este don sea nuevamente derramado y nuestros misioneros puedan predicar el evangelio sin perder el tiempo aprendiendo el idioma. Y por sobre todas las cosas anhelemos el amor. “¡Que el amor sea siempre para ustedes la más alta meta!”, 1ª Corintios 14:1 (NT-BAD).
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“… Yo los bautizo en agua… pero… Él los bautizará en Espíritu Santo…”, Mateo 3:11 (RVC).

El bautismo en el Espíritu fue prometido por los profetas del A.T. (Joel 2:28); por Juan el Bautista (Mateo 3:11), Dios el Padre (Lucas 24:49) y por Jesucristo mismo, Hechos 1:5,8. Fue promesa hasta Pentecostés, ya que a partir de entonces Jesús comenzó a bautizar en el Espíritu: “… Jesús… después de haber… recibido del Padre el Espíritu Santo… lo derramó sobre nosotros…, Hechos 2:32-33 (DHH). Aun los gentiles fueron bautizados en el Espíritu. Refiriéndose a Cornelio y su casa, Pedro dijo: “… El Espíritu Santo descendió sobre ellos tal como descendió sobre nosotros al principio” (Hechos 11:15, NTV); es decir, el día de Pentecostés. “Entonces recordé que había dicho el Señor: “Juan bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados en el Espíritu Santo, Hechos 11:16 (BDA2010). Una vez bautizados “los oían hablar y alabar a Dios en idiomas desconocidos”, Hechos 10:46 (TLA). El hablar idiomas que no habían aprendido fue una señal para convencer a Pedro y a los judíos de que “también a los gentiles… Dios les ha permitido arrepentirse y tener vida eterna”, Hechos 11:18 (RV60, TLA). Hasta ese momento los judíos recibían a los gentiles siempre que se circuncidaran, pero desde entonces podían ser salvos sin necesidad de convertirse primeramente en judíos.

¿Qué efecto produjo el bautismo en la vida de los apóstoles? ¿Qué hicieron y qué dijeron después de ser bautizados en el Espíritu? Estas preguntas son válidas ya que denominaciones enteras no permiten a los creyentes servir a Dios sin haber recibido el don de hablar en lenguas. ¿Es el don de lenguas la evidencia del bautismo en el Espíritu? Veamos lo que realmente sucedió el día de Pentecostés. En primer lugar los apóstoles “fueron… llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas…”, Hechos 2:4. ¿A qué lenguas se refiere? La Biblia lo explica: “Todos… comenzaron a hablar en otros idiomas… que no conocíanlos extranjeros se quedaron pasmados al oír el idioma de sus respectivos países en boca de los discípulos, Hechos 2:4-6 (NTV, NT-BAD). Los apóstoles hablaron idiomas no conocidos por ellos, pero hablados en otras partes del mundo. Las personas reunidas en el aposento alto oriundas de otras naciones decían: “Los escuchamos hablar maravillas de Dios en nuestro propio idioma, Hechos 2:11 (PDT). Entonces las “nuevas lenguas” eran idiomas que los apóstoles hablaron milagrosamente sin haberlos estudiado. No eran sonidos extraños o lenguas celestiales; los apóstoles no hablaron en una lengua ininteligible sino idiomas humanos que nunca habían aprendido. Pablo dijo: “A unos Dios les da por el Espíritu… la capacidad de hablar en idiomas desconocidos…”, 1ª Corintios 12:8-10 (NVI, NTV). Las personas entendían perfectamente lo que los discípulos decían “porque cada uno los oía hablar en su propio idioma” (Hechos 2:6, PDT) pero les resultaba extraño porque eran galileos, “hombres sencillos y sin educación”, Hechos 4:13 (PDT). “¿Cómo es posible?... ¡Estos hombres son galileos y sin embargo los escuchamos hablar en el idioma que se habla en los países en que hemos nacido!”, Hechos 2:7 (NT-BAD). El milagro de hablar idiomas sin haberlos estudiado era una señal o manifestación del poder de Dios para convencer a los oyentes de que Dios tenía un mensaje de salvación para ellos: “Las lenguas son por señal… a los incrédulos”, 1ª Corintios 14:22.

Veamos ahora algunas verdades escriturales acerca del don de lenguas:

a) El don de lenguas no es la evidencia suprema de una persona llena del Espíritu. Juan el Bautista (Lucas 1:15), Elisabet (Lucas 1:41) y Zacarías (Lucas 1:67), eran personas llenas del Espíritu Santo y no hablaban lenguas. Vivieron en la plenitud del Espíritu antes de Pentecostés. Si las lenguas evidencian un don superior otorgado por el Espíritu Santo parece extraño que Jesús mismo, el portador del Espíritu, no utilizara ese don. Al contrario, Jesús despreciaba las vanas repeticiones y las palabrerías como algo pagano y no apropiado para la oración, Mateo 6:7. Algunas veces guardaba silencio (Mateo 27:14; Marcos 15:5; Lucas 23:9) pero nunca enseñaba en sonidos ininteligibles o en idiomas extranjeros sino en un lenguaje directo y sencillo que todo el mundo entendía.

b) El don de lenguas no es más importante que el Espíritu que lo da. Pablo se refirió mucho al Espíritu Santo y poco a las lenguas. Por ejemplo, al escribir el libro de Romanos hizo mención del Espíritu muchas veces (5:5; 7:6; 8:2, 6-14, 26, 27; 14:17) pero nunca a las lenguas. Gálatas presenta instrucciones para aquellos que son espirituales (Gálatas 6:1) y describe el fruto del Espíritu (Gálatas 5:22), pero no dice nada de lenguas. Cuando finalmente en 1ª Corintios habla de las lenguas lo trata como un problema y no como una señal de excelencia. Nunca animó a la iglesia a poner más énfasis en las lenguas. Aunque no suprimió el don de lenguas lo consideró como de menos importancia. Él dijo: “Llegará el día en que ya nadie… hable en idiomas extraños…”, 1ª Corintios 13:8 (TLA). No le demos al don de lenguas una importancia mayor a la que Pablo y otros escritores inspirados le han dado.

c) El don de lenguas no prueba que una persona sea llena del Espíritu Santo. Suele creerse que hablar en lenguas es la primera evidencia de una persona llena del Espíritu. Pero no puede ser posible porque el don de lenguas no es para todos: A unos Dios les da… la capacidad de hablar en idiomas desconocidos…”, 1ª Corintios 12:8-10 (NVI, NTV). Además, tenemos ejemplos bíblicos de personas llenas del Espíritu que no hablaron en lenguas. Los creyentes oraron y “fueron llenos del Espíritu Santo…”, Hechos 4:31. ¿Y qué sucedió? “Predicaban con valentía la palabra de Dios”, Hechos 4:31 (NTV). Cuando los samaritanos “recibieron el Espíritu Santo” (Hechos 8:17) no hablaron en lenguas. Cuando Pablo fue lleno del Espíritu no habló en lenguas pero “en seguida predicaba a Cristo…”, Hechos 9:20. Las lenguas son una señal para los incrédulos (1ª Corintios 14:22) y cuando son interpretadas, edifican la iglesia (1ª Corintios 14:4) de lo contrario se prohíbe en la congregación: “… Cuando se reúnan… si algunos hablan en idiomas desconocidos… alguien debe traducir… Pero si no hay en la iglesia nadie que traduzca, entonces deben callarse…”, 1ª Corintios 14:26-28 (TLA).

d) El don de lenguas es menos importante que el de profetizar. “… Pidan… los dones que da el Espíritu Santo, especialmente el don de profecía, que los capacitará para predicar el mensaje de Dios… El que profetiza… proclama mensajes de Dios que edifican, exhortan y consuelan a los oyentes…”, 1ª Corintios 14:1-3 (NT-BAD). Pablo resalta el don de profecía por sobre el don de hablar idiomas extranjeros. El profeta o predicador revela la voluntad de Dios en el idioma que la gente entiende. El que habla a la iglesia en un idioma extranjero no edifica a nadie a menos que alguien traduzca, 1ª Corintios 14:27-28. Por esta razón Pablo dijo: “… Es más importante hablar de parte de Dios que hablar en idiomas que otros no entienden, a menos que alguien pueda traducir lo que se dice. Porque así se ayuda a los miembros de la iglesia…”, 1ª Corintios 14:5 (TLA). Pablo enfatiza la importancia de entender lo que se dice para que haya edificación y da tres razones para elegir la predicación antes que el don de lenguas: a) Edifica la iglesia. B) Es entendida por todos. C) Es usada por el Espíritu para ganar a la gente para Cristo. Fue precisamente eso lo que caracterizó a los apóstoles bautizados en el Espíritu el día de Pentecostés, Hechos 2:23-27. La evidencia más clara de un creyente lleno del Espíritu es la pasión por predicar a Cristo sometido completamente a la autoridad del Espíritu Santo, Romanos 8:14.

Conclusión. El don de lenguas es legítimo y sirve para el que lo porta en su adoración privada a Dios, pero no es edificante para la iglesia a menos que haya interpretación. Por otra parte, el don bíblico de hablar idiomas humanos no estudiados para anunciar las maravillas de Dios ejercitado por aquellos primeros discípulos en el día de Pentecostés ¿pudo ser replicado alguna vez? Definitivamente Dios puede darle a una persona el don milagroso de hablar un idioma para facilitar la comunicación del evangelio. El Espíritu Santo es soberano en la distribución de los dones, 1ª Corintios 12:11. Cuán productivo podría ser este don para los misioneros si no tuvieran que aprender en una escuela el idioma de la gente a la que van a predicar. En algo estamos de acuerdo, el don de lenguas de hoy en día no parece ser el mismo que el de Pentecostés. Oremos entonces para que este don sea nuevamente derramado y nuestros misioneros puedan predicar el evangelio sin perder el tiempo aprendiendo el idioma. Y por sobre todas las cosas anhelemos el amor. “¡Que el amor sea siempre para ustedes la más alta meta!”, 1ª Corintios 14:1 (NT-BAD).
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