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Honda NSX, el rival más duro de Ferrari

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El Honda NSX marcó un verdadero hito: Un coche con todas las ventajas de un Ferrari, ¡pero sin ninguna de sus desventajas! Dedicamos este monográfico a uno de mis coches favoritos, repasamos su historia, te contaré como va, incluimos una guía de compra y sugerencias para mejorarlo. Os decía que el NSX tiene las ventajas de un Ferrari, como prestaciones, estética llamativa, refinamiento, motor central, entre otras, pero no sus desventajas, como conducción complicada, visibilidad escasa, falta de confort, mantenimiento prohibitivo… o precio. Porque el NSX era caro, pero más barato que un Ferrari. Vamos a comenzar por el principio: Su historia. Inspirado en la F1 y en el F-16. El Honda New Sport eXperimental, o sea, NSX, nace en 1990, pero su gestación comienza mucho antes. Su semilla ya estaba en el Honda HP-X presentado en Salón de Turín en 1984, pero el verdadero padre del NSX fue el ingeniero Shigeru Uehara que aspiraba a hacer un deportivo para competir de tú a tú con el Ferrari 308 GTB y 348 y con el Porsche 911 de la familia 964. Para conseguirlo recurrió a la última tecnología, mucha de ella procedente de la F1. La idea era hacer un super deportivo utilizable. En esos tiempos un 911 era un coche difícil de conducir y relativamente incomodo y un Ferrari era un coche muy difícil de conducir y muy incómodo, con un embrague duro, un cambio más duro y una suspensión muy dura. Y, además, con una visibilidad escasa en todos los sentidos, sobre todo hacia atrás. Para solucionar este inconveniente, Uehara se inspiró en el caza F16 Fighting Falcon. En un avión de combate la visibilidad hacia todas parte, te puede salvar, literalmente, la vida. El NSX tenía una visibilidad récord de 311,8 grados, mejor que la de la mayoría de las berlinas y mejor que ningún otro coupé. Doy fe de ello. Obsesión por el peso. Tuve la oportunidad de hacer una brevísima entrevista a Uehara, quien por cierto también fue padre del S2000, y por supuesto le pregunté por la que para mí ha sido su obra cumbre, el NSX. Y salió a relucir el tema del peso: Mi sensación es que esa obsesión era por hacer del NSX el coche más ágil de su tiempo… y así fue. En este coche la carrocería era de aluminio, por supuesto el bloque motor, todos los elementos de la suspensión y el radiador, entre otras cosas. Resultado: 1.350 kg para 270 CV, récord de ligereza en su tiempo. Y ahora, que todos los coches pecan de sobrepeso, ni te cuento. Una joya de motor. Hoy día a lo mejor 270 CV no te parecen muchos, pero en 1990 eran muchos… bueno, y hoy también. Y no fueron más por el pacto que en ese momento tenían las marcas japonesas de no sobrepasar los 280 CV… una pena. Pero eran 270 CV muy particulares. Honda utilizó un motor V6 a 90 grados, con bielas de titanio, una sofisticada electrónica inspirada en la F1 y, lo más importante, el sistema de distribución VTEC, iniciales seleccionadas de su descripción en inglés: Variable valve Timing and lift Electronic Control. El motor tenía dos caras, una hasta las 4.800 rpm y otra a partir de ahí y hasta raspar las 8.000 rpm. Estoril Luego llegó una versión 3,2 que anunciaba 280 CV y daba más de 300 CV. Comportamiento: La herencia de Senna. El Honda NSX contaba con un bastidor rígido, ideal reparto de pesos y muy buenas suspensiones. ¿Qué más se puede pedir? Pues la puesta a punto de un piloto experto y si es del mejor piloto del momento, pues mejor aún. Y es que Honda implicó nada menos que a Ayrton Senna en la puesta a punto de este coche, que era perfecta. Este coche lo he probado a fondo, en ciudad, todo tipo de carreteras, en el circuito del Jarama y en el circuito de Estoril. Y siempre me impresionó una cosa: En pleno atasco era todo un Honda, con embrague de mantequilla, cambio suave y preciso, suspensiones confortables, asiento cómodos y buena visibilidad. Si no pasabas de las 4.800 rpm, el motor era silencioso y el equipo de audio estupendo. Y llegabas al circuito. El motor había que llevarlo entre 5.000 y 7.500 rpm, pero el cambio era rápido y preciso, la velocidad de paso por curva excepcional y lo que más destacaba, su progresividad en curva, sobre todo para ser un coche con motor central. La puesta a punto de las suspensiones era la clave de que un coche tan eficaz fuera relativamente fácil de llevar, pues las suspensiones no eran una “tabla” y los reglajes estaban pensados para hacer la vida fácil al conductor metido a eventual piloto. Recordemos que no había controles de estabilidad… ¿Defectos? Para mí, el mayor sin duda, que no tenía dinero para comprármelo… aunque era algo más barato que el 911, según versión, y desde luego mucho más barato que un Ferrari. Para mí su mayor defecto era que se trataba del típico coche submotorizado. Su bastidor hubiese podido gestionar sin problemas potencias por encima de los 400 CV. Y siendo muy “exigente” yo diría que otro defecto eran los reglajes muy conservadores, para hacer al coche más “fácil”. ¿Cuánto vale ahora? Llegan las malas noticias: Encontrar uno que valga la pena por debajo de los 90.000 € es difícil, muy difícil. Se cotizan más los anteriores al restyling de 2001, cosa que no me extraña, pues el primero era mucho más bonito. Las versiones R, si es que las encuentras, están por las nubes. Tengo uno, ¿qué hago? Si eres un super-mega-afortunado que tienes uno, lo que tienes que hacer es no contarlo… ¡que la envidia es muy mala! Y es que no sé si yo, pero seguro que algunos de vosotros, pensaréis “por un NSX mato”. Bromas aparte, porque no encontraréis nadie que sea más antiviolencia que yo, que me salgo del cine si las escenas son muy violentas, si tienes uno cuídalo como oro en paño, porque es oro en paño. Sí que vale la pena convertirlo, aunque sea parcialmente en R, no tanto con afán de mentir, sino con afán de mejorar. Por ejemplo, poner sus llantas, que las delanteras crecían de 16 a 17 pulgadas, lo que permitía unos frenos algo mayores y, sobre todo, una agilidad mucho mayor. Eso y los carísimos amortiguadores del R harán que tu Honda NSX gane en eficacia, pero ¡ojo! será más vivo y delicado de conducir. Conclusión. En el caso del NSX creo que la historia, al final, le ha hecho justicia. Porque fue un coche de éxito relativo, mucho menor del que se merecía. Muchos periodistas de la época, malos periodistas y con un cierto desprecio por los coches japoneses, lo calificaron como la alternativa “barata” a los deportivos europeos. Y eso era cierto, era más barata, pero bajo muchos puntos de vista, mejor. Pero muchos de los clientes de Ferrari o Porsche, por encima de todo, buscaban una marca, un escudo, una posición social, y eso Honda no la tiene ahora, pero en los 90 menos todavía. Para lo que apreciamos a los coches por lo que son, y no por la imagen social que no dan, el NSX es uno de los mejores deportivos de la historia.
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El Honda NSX marcó un verdadero hito: Un coche con todas las ventajas de un Ferrari, ¡pero sin ninguna de sus desventajas! Dedicamos este monográfico a uno de mis coches favoritos, repasamos su historia, te contaré como va, incluimos una guía de compra y sugerencias para mejorarlo. Os decía que el NSX tiene las ventajas de un Ferrari, como prestaciones, estética llamativa, refinamiento, motor central, entre otras, pero no sus desventajas, como conducción complicada, visibilidad escasa, falta de confort, mantenimiento prohibitivo… o precio. Porque el NSX era caro, pero más barato que un Ferrari. Vamos a comenzar por el principio: Su historia. Inspirado en la F1 y en el F-16. El Honda New Sport eXperimental, o sea, NSX, nace en 1990, pero su gestación comienza mucho antes. Su semilla ya estaba en el Honda HP-X presentado en Salón de Turín en 1984, pero el verdadero padre del NSX fue el ingeniero Shigeru Uehara que aspiraba a hacer un deportivo para competir de tú a tú con el Ferrari 308 GTB y 348 y con el Porsche 911 de la familia 964. Para conseguirlo recurrió a la última tecnología, mucha de ella procedente de la F1. La idea era hacer un super deportivo utilizable. En esos tiempos un 911 era un coche difícil de conducir y relativamente incomodo y un Ferrari era un coche muy difícil de conducir y muy incómodo, con un embrague duro, un cambio más duro y una suspensión muy dura. Y, además, con una visibilidad escasa en todos los sentidos, sobre todo hacia atrás. Para solucionar este inconveniente, Uehara se inspiró en el caza F16 Fighting Falcon. En un avión de combate la visibilidad hacia todas parte, te puede salvar, literalmente, la vida. El NSX tenía una visibilidad récord de 311,8 grados, mejor que la de la mayoría de las berlinas y mejor que ningún otro coupé. Doy fe de ello. Obsesión por el peso. Tuve la oportunidad de hacer una brevísima entrevista a Uehara, quien por cierto también fue padre del S2000, y por supuesto le pregunté por la que para mí ha sido su obra cumbre, el NSX. Y salió a relucir el tema del peso: Mi sensación es que esa obsesión era por hacer del NSX el coche más ágil de su tiempo… y así fue. En este coche la carrocería era de aluminio, por supuesto el bloque motor, todos los elementos de la suspensión y el radiador, entre otras cosas. Resultado: 1.350 kg para 270 CV, récord de ligereza en su tiempo. Y ahora, que todos los coches pecan de sobrepeso, ni te cuento. Una joya de motor. Hoy día a lo mejor 270 CV no te parecen muchos, pero en 1990 eran muchos… bueno, y hoy también. Y no fueron más por el pacto que en ese momento tenían las marcas japonesas de no sobrepasar los 280 CV… una pena. Pero eran 270 CV muy particulares. Honda utilizó un motor V6 a 90 grados, con bielas de titanio, una sofisticada electrónica inspirada en la F1 y, lo más importante, el sistema de distribución VTEC, iniciales seleccionadas de su descripción en inglés: Variable valve Timing and lift Electronic Control. El motor tenía dos caras, una hasta las 4.800 rpm y otra a partir de ahí y hasta raspar las 8.000 rpm. Estoril Luego llegó una versión 3,2 que anunciaba 280 CV y daba más de 300 CV. Comportamiento: La herencia de Senna. El Honda NSX contaba con un bastidor rígido, ideal reparto de pesos y muy buenas suspensiones. ¿Qué más se puede pedir? Pues la puesta a punto de un piloto experto y si es del mejor piloto del momento, pues mejor aún. Y es que Honda implicó nada menos que a Ayrton Senna en la puesta a punto de este coche, que era perfecta. Este coche lo he probado a fondo, en ciudad, todo tipo de carreteras, en el circuito del Jarama y en el circuito de Estoril. Y siempre me impresionó una cosa: En pleno atasco era todo un Honda, con embrague de mantequilla, cambio suave y preciso, suspensiones confortables, asiento cómodos y buena visibilidad. Si no pasabas de las 4.800 rpm, el motor era silencioso y el equipo de audio estupendo. Y llegabas al circuito. El motor había que llevarlo entre 5.000 y 7.500 rpm, pero el cambio era rápido y preciso, la velocidad de paso por curva excepcional y lo que más destacaba, su progresividad en curva, sobre todo para ser un coche con motor central. La puesta a punto de las suspensiones era la clave de que un coche tan eficaz fuera relativamente fácil de llevar, pues las suspensiones no eran una “tabla” y los reglajes estaban pensados para hacer la vida fácil al conductor metido a eventual piloto. Recordemos que no había controles de estabilidad… ¿Defectos? Para mí, el mayor sin duda, que no tenía dinero para comprármelo… aunque era algo más barato que el 911, según versión, y desde luego mucho más barato que un Ferrari. Para mí su mayor defecto era que se trataba del típico coche submotorizado. Su bastidor hubiese podido gestionar sin problemas potencias por encima de los 400 CV. Y siendo muy “exigente” yo diría que otro defecto eran los reglajes muy conservadores, para hacer al coche más “fácil”. ¿Cuánto vale ahora? Llegan las malas noticias: Encontrar uno que valga la pena por debajo de los 90.000 € es difícil, muy difícil. Se cotizan más los anteriores al restyling de 2001, cosa que no me extraña, pues el primero era mucho más bonito. Las versiones R, si es que las encuentras, están por las nubes. Tengo uno, ¿qué hago? Si eres un super-mega-afortunado que tienes uno, lo que tienes que hacer es no contarlo… ¡que la envidia es muy mala! Y es que no sé si yo, pero seguro que algunos de vosotros, pensaréis “por un NSX mato”. Bromas aparte, porque no encontraréis nadie que sea más antiviolencia que yo, que me salgo del cine si las escenas son muy violentas, si tienes uno cuídalo como oro en paño, porque es oro en paño. Sí que vale la pena convertirlo, aunque sea parcialmente en R, no tanto con afán de mentir, sino con afán de mejorar. Por ejemplo, poner sus llantas, que las delanteras crecían de 16 a 17 pulgadas, lo que permitía unos frenos algo mayores y, sobre todo, una agilidad mucho mayor. Eso y los carísimos amortiguadores del R harán que tu Honda NSX gane en eficacia, pero ¡ojo! será más vivo y delicado de conducir. Conclusión. En el caso del NSX creo que la historia, al final, le ha hecho justicia. Porque fue un coche de éxito relativo, mucho menor del que se merecía. Muchos periodistas de la época, malos periodistas y con un cierto desprecio por los coches japoneses, lo calificaron como la alternativa “barata” a los deportivos europeos. Y eso era cierto, era más barata, pero bajo muchos puntos de vista, mejor. Pero muchos de los clientes de Ferrari o Porsche, por encima de todo, buscaban una marca, un escudo, una posición social, y eso Honda no la tiene ahora, pero en los 90 menos todavía. Para lo que apreciamos a los coches por lo que son, y no por la imagen social que no dan, el NSX es uno de los mejores deportivos de la historia.
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