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Episodio 90 – 3 recomendaciones para ser alguien más influyente.

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Estas 3 recomendaciones para ser una persona más influyente va a reportarte mil y un beneficio.

Tenía ganas de dedicar un episodio como el de hoy porque es verdad lo que te contaba en la intro del programa. Muchas personas creen que persuadir a los demás tiene que ver, o bien poner en juego trucos medio manipuladores o bien con ser un gran dominador de la argumentación e insisto que estos elementos tienen efecto, por supuesto pero, para mí, no constituyen los elementos fundamentales para ser una persona verdaderamente influyente.

Si sigues este podcast ya conoces la importancia que otorgo al impacto personal como el factor principal para ser influyente. Ya sabes que a esto lo llamamos ethos y que cuenta con diversos componentes.

Si acabas de descubrir el podcast y no conoces qué es esto del ethos, simplemente quédate con la idea de que es, más o menos, lo que hoy conocemos como «marca personal». Si quieres conocer con más profundidad en qué consiste y cuáles son los elementos que lo componen, te recomiendo que escuches el capítulo 5 o el 8.

El caso es que el ethos tiene que ver con cómo te ven los demás; tiene que ver con las etiquetas que las demás personas te colocan y estas etiquetas son fruto, fundamentalmente, de cómo les haces sentir cuando interactúan contigo y parece evidente que si las etiquetas son positivas, las posibilidades de convertirte en alguien influyente para esa persona son mayores que si lo que piensa de ti es negativo.

Esto es especialmente relevante cuando vas a mantener una relación continuada en el tiempo. Es decir, que si vas a ver a una persona hoy y nunca más pues, mira, el impacto personal puede darte más o menos igual pero si la relación va a proseguir en el tiempo, el que te vean con buenos ojos, al margen cuestiones morales, puede serte de mucha ayuda.

Por tanto, voy a comentar algunas buenas prácticas para conseguir generar un buen impacto en los demás y me gustaría que si eres un directivo o alguien que dirige equipos, las tengas en cuenta porque, si las aplicas honestamente, tu imagen de líder se va a incrementar.

También tengo que decirte que estas ideas te van a parecer de puro sentido común y es que, en realidad, es así. No voy a inventar la sopa de ajo, lo que pasa es que, a pesar de eso, no las aplicamos.

Otras te pueden parecer complicadas de llevar a la práctica porque van en contra de tu tendencia natural o de tu costumbre. Ante eso lo único que te puedo decir es que las pruebes y veas el resultado que te dan.

Si diriges equipos y hasta ahora no hacías lo que te voy a contar, puede que generes cierta confusión y cierta prevención. No importa, persiste hasta que tu nueva práctica la vean como natural. Ya verás como el posible recelo que hayas causado desaparece.

Venga, vamos con la primera recomendación.

1. No critiques una mala acción o un error. No regañes, sobre todo en público. En vez de eso, trata de entender por qué se ha producido el error.

La crítica directa es inútil porque provoca que la otra persona se ponga a la defensiva y se defienda.

Intuitivamente podemos pensar que la crítica servirá para espolear a la persona pero, en la mayoría de los casos, lo más probable es que la persona se sienta herida en su orgullo y genere recelo hacia ti.

Lo mismo aplica cuando estando con alguien, criticamos a terceros. Es fácil que la persona que está con nosotros pueda pensar que, igual que criticas a la persona que no está presente, puedes hacer lo mismo con ella y eso te va a convertir en alguien poco fiable.

Vas a generar mucho más prestigio personal si los demás te ven como alguien que, en vez de criticar, es comprensiva y tolerante.

Así que, en vez de una crítica o un juicio, busca entender los porqués del comportamiento de la persona, eso hará que te vean como alguien comprensible y tolerante.

2. La segunda recomendación es, tal vez, el gran secreto para caer bien a los demás y tiene que ver con ofrecer lo que la persona desea.

¿Y qué es lo que las personas deseamos por encima de todo? Pues, ni más ni menos que sentirnos importantes, sentirnos significativos.

Obviamente, existen otros deseos que también son importantes y que, si podemos satisfacerlos, va a hacer que nos ganemos el aprecio de la persona pero lo que Freud llama «el ansia de grandeza», es uno de los anhelos más importantes del ser humano.

Claro, hablar de grandeza suena grandilocuente pero lo podemos traducir por sentirnos importantes, relevantes, ser apreciados por los demás.

Esto es algo que los directivos y responsables de equipos olvidan a menudo. Hacer que las personas de tu equipo se sientan relevantes es una de las mayores contribuciones que puedes realizar para mejorar tu impacto personal como líder. Esto es mucho más importante que todos los másteres en escuelas de negocio que puedas realizar.

Reconocer el trabajo, demostrar que, por pequeña que sea, la contribución de la persona es importante, dejar claro que el trabajador o trabajadora no es un número despersonalizado y hacerlo de forma honesta, va a conseguir que tu figura de líder se consolide.

La mayoría de las personas abandonan las empresas voluntariamente porque no se sienten valoradas o apoyadas y, ¿sabes cuáles son las primeras personas que abandonan las empresas? Pues las que más talento tienen porque son las más empleables.

La mayoría de empresas dan bonus a sus directivos y mandos por consecución de objetivos. Yo los daría por tener una tasa de abandono del talento bajo, es decir, por conseguir que los buenos trabajadores no se vayan.

Pero no hace falta ser directivo para satisfacer este deseo en las personas. En realidad es muy fácil conseguir que se sientan importantes y una de las formas más adecuadas es a través del elogio sincero. Y aquí reitero lo de «sincero» porque si no, la verdad es que se nota mucho cuando no es así y lo único que vas a conseguir es provocar recelo.

Hay una frontera muy fina entre el elogio y la adulación y las personas la detectamos muy fácilmente. La diferencia es muy sencilla: el elogio es sincero y la adulación, no.

Si eres de los que piensa que hay personas a las que es muy difícil elogiar, piensa que el problema no lo tiene la persona, si no tú porque es realmente difícil encontrar alguien que no haga algo bien, por pequeño que sea.

Además, el elogio no tiene por qué ser sobre algo extraordinario, pueden ser incluso, pequeñas muestras de agradecimiento o de gratitud.

Da las gracias cuando pides algo y te lo dan, cuando en una cafetería pides un café y te lo sirven, cuando solicitas a un colaborador un trabajo y por pequeño que sea se lo reconoces, todo eso va a hacer por tu credibilidad mucho más de lo que crees.

3. La tercera recomendación también va a parecerte de sentido común pero, a poco que prestes atención, te vas a dar cuenta de que casi nadie la realiza.

La recomendación consiste en hablar de lo que tiene interés para tu interlocutor, no de lo que tiene interés para ti.

Fíjate en las próximas conversaciones que tengas y te darás cuenta de que las personas hablan de lo que a ellos les interesa y que muy pocas veces están atentas a lo que les interesa a sus interlocutores.

Muchas veces casi se produce una pugna entre las personas para ver si el tema de conversación que se acaba imponiendo es el propio.

Dale Carnegie cuenta esta misma idea con mucha gracia. Dice, más o menos que a él le gustan mucho las fresas con nata pero que, por alguna extraña razón, los peces prefieren las lombrices, así que cuando va a pescar, en vez de poner en el anzuelo fresas con nata, que es lo que le gusta a él, pone lombrices, que es lo que le gusta a los peces.

Así que la idea fundamental es que, si quieres influir en alguien, lo mejor es hablar de lo que quieren y les gusta y, si puedes, mostrarles cómo conseguirlo.

Los buenos vendedores lo saben bien. Uno de los mayores secretos de las ventas es descubrir qué quiere conseguir el cliente y, una vez descubierto, lograr que lo obtenga.

De esta forma lo que consigues es despertar el deseo de la persona y el deseo es uno de los mayores motores del comportamiento.

Otro tema es cómo conseguir descubrir los deseos de los demás y, una vez más, lo que solemos hacer va en contra de lo que deberíamos hacer.

Solemos hablar mucho y de nosotros, cuando lo que deberíamos hacer es hablar muy poco y de lo que interesa a nuestro interlocutor.

La mejor forma de influir es hablar de lo que el otro quiere, entre otras cosas porque, como es muy poco habitual encontrar alguien así, nuestro interlocutor va a estar encantado de estar con alguien que se interesa por lo que cuenta.

Por cierto, ésta es una idea que toda persona que quiera ligar, debería aplicarse. Habla poco, escucha mucho y céntrate en los intereses de la otra persona. Es la mejor vía para tener una segunda cita y, quién sabe, tal vez algo más.

Por tanto, ya ves que las personas más persuasivas también son las que parecen más encantadoras y empáticas y el secreto, entre otras cosas, son las tres recomendaciones que acabo de explicar:

  1. En vez de criticar, sobre todo en público, intenta ver los motivos que llevan a la persona a actuar como ha actuado.
  2. En vez de ningunear al otro, hazle sentirse alguien significativo, importante. Satisfaz la necesidad de trascendencia que tenemos.
  3. Y por último, en vez de hablar sobre lo que tu quieres, céntrate en tu interlocutor, habla de lo que él o ella quiere hablar. Interésate por sus cosas y si quieres conseguir que hagan algo, genérales el deseo de hacerlo tratando sus necesidades y explicándoles cómo pueden satisfacerlas.

Si aplicas estas recomendaciones, te aseguro que la imagen positiva que vas a proyectar va a estar muy por encima del 80% del resto de personas.

Por mi parte, esto es todo. Hasta aquí llegó el capítulo 90 de «Créeme lo que te digo», un episodio que hemos dedicado a «cómo caer bien».

En el futuro dedicaré otros episodios a este aspecto porque es algo realmente importante y pienso que no le damos la suficiente importancia.

Por cierto, antes de cerrar el capítulo déjame decirte que acabo de estrenar mi canal de TikTok, un canal que tiene una filosofía muy similar a la sección «Abrir y consumir» que realizaba en este podcast hace un tiempo y que consiste en presentar trucos y estrategias de persuasión muy concretas y aplicables de forma inmediata.

La verdad es que estoy muy contento porque en escasamente dos semanas el canal cuenta ya con más de 400 seguidores, que pueden parecer pocos pero, para mí está fantástico. De hecho, uno de los vídeos cuenta a con casi 11 mil visualizaciones, que no está nada mal.

Me puedes encontrar con este nombre: @oscar_f_orellana. Repito @oscar_f_orellana.

Por supuesto, también puedes seguirme en Instagram como Óscar Fernández Orellana. Ahí también vas a encontrar cosas interesantes.

Ahora sí que nos vamos. Una día más, muchísimas gracias por estar ahí. Si quieres valorar el podcast con 5 estrellas en Apple Podcast o con un «me gusta» en el resto de plataformas, te estaré eternamente agradecido y si no lo haces… pues también, qué narices.

En 15 días más, en 15 días nos volveremos a encontrar en el episodio 91 de «Créeme lo que te digo».

Hasta entonces, hazme un favor, sé convincentemente feliz.

Hasta luego persuasores.

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Tenía ganas de dedicar un episodio como el de hoy porque es verdad lo que te contaba en la intro del programa. Muchas personas creen que persuadir a los demás tiene que ver, o bien poner en juego trucos medio manipuladores o bien con ser un gran dominador de la argumentación e insisto que estos elementos tienen efecto, por supuesto pero, para mí, no constituyen los elementos fundamentales para ser una persona verdaderamente influyente.

Si sigues este podcast ya conoces la importancia que otorgo al impacto personal como el factor principal para ser influyente. Ya sabes que a esto lo llamamos ethos y que cuenta con diversos componentes.

Si acabas de descubrir el podcast y no conoces qué es esto del ethos, simplemente quédate con la idea de que es, más o menos, lo que hoy conocemos como «marca personal». Si quieres conocer con más profundidad en qué consiste y cuáles son los elementos que lo componen, te recomiendo que escuches el capítulo 5 o el 8.

El caso es que el ethos tiene que ver con cómo te ven los demás; tiene que ver con las etiquetas que las demás personas te colocan y estas etiquetas son fruto, fundamentalmente, de cómo les haces sentir cuando interactúan contigo y parece evidente que si las etiquetas son positivas, las posibilidades de convertirte en alguien influyente para esa persona son mayores que si lo que piensa de ti es negativo.

Esto es especialmente relevante cuando vas a mantener una relación continuada en el tiempo. Es decir, que si vas a ver a una persona hoy y nunca más pues, mira, el impacto personal puede darte más o menos igual pero si la relación va a proseguir en el tiempo, el que te vean con buenos ojos, al margen cuestiones morales, puede serte de mucha ayuda.

Por tanto, voy a comentar algunas buenas prácticas para conseguir generar un buen impacto en los demás y me gustaría que si eres un directivo o alguien que dirige equipos, las tengas en cuenta porque, si las aplicas honestamente, tu imagen de líder se va a incrementar.

También tengo que decirte que estas ideas te van a parecer de puro sentido común y es que, en realidad, es así. No voy a inventar la sopa de ajo, lo que pasa es que, a pesar de eso, no las aplicamos.

Otras te pueden parecer complicadas de llevar a la práctica porque van en contra de tu tendencia natural o de tu costumbre. Ante eso lo único que te puedo decir es que las pruebes y veas el resultado que te dan.

Si diriges equipos y hasta ahora no hacías lo que te voy a contar, puede que generes cierta confusión y cierta prevención. No importa, persiste hasta que tu nueva práctica la vean como natural. Ya verás como el posible recelo que hayas causado desaparece.

Venga, vamos con la primera recomendación.

1. No critiques una mala acción o un error. No regañes, sobre todo en público. En vez de eso, trata de entender por qué se ha producido el error.

La crítica directa es inútil porque provoca que la otra persona se ponga a la defensiva y se defienda.

Intuitivamente podemos pensar que la crítica servirá para espolear a la persona pero, en la mayoría de los casos, lo más probable es que la persona se sienta herida en su orgullo y genere recelo hacia ti.

Lo mismo aplica cuando estando con alguien, criticamos a terceros. Es fácil que la persona que está con nosotros pueda pensar que, igual que criticas a la persona que no está presente, puedes hacer lo mismo con ella y eso te va a convertir en alguien poco fiable.

Vas a generar mucho más prestigio personal si los demás te ven como alguien que, en vez de criticar, es comprensiva y tolerante.

Así que, en vez de una crítica o un juicio, busca entender los porqués del comportamiento de la persona, eso hará que te vean como alguien comprensible y tolerante.

2. La segunda recomendación es, tal vez, el gran secreto para caer bien a los demás y tiene que ver con ofrecer lo que la persona desea.

¿Y qué es lo que las personas deseamos por encima de todo? Pues, ni más ni menos que sentirnos importantes, sentirnos significativos.

Obviamente, existen otros deseos que también son importantes y que, si podemos satisfacerlos, va a hacer que nos ganemos el aprecio de la persona pero lo que Freud llama «el ansia de grandeza», es uno de los anhelos más importantes del ser humano.

Claro, hablar de grandeza suena grandilocuente pero lo podemos traducir por sentirnos importantes, relevantes, ser apreciados por los demás.

Esto es algo que los directivos y responsables de equipos olvidan a menudo. Hacer que las personas de tu equipo se sientan relevantes es una de las mayores contribuciones que puedes realizar para mejorar tu impacto personal como líder. Esto es mucho más importante que todos los másteres en escuelas de negocio que puedas realizar.

Reconocer el trabajo, demostrar que, por pequeña que sea, la contribución de la persona es importante, dejar claro que el trabajador o trabajadora no es un número despersonalizado y hacerlo de forma honesta, va a conseguir que tu figura de líder se consolide.

La mayoría de las personas abandonan las empresas voluntariamente porque no se sienten valoradas o apoyadas y, ¿sabes cuáles son las primeras personas que abandonan las empresas? Pues las que más talento tienen porque son las más empleables.

La mayoría de empresas dan bonus a sus directivos y mandos por consecución de objetivos. Yo los daría por tener una tasa de abandono del talento bajo, es decir, por conseguir que los buenos trabajadores no se vayan.

Pero no hace falta ser directivo para satisfacer este deseo en las personas. En realidad es muy fácil conseguir que se sientan importantes y una de las formas más adecuadas es a través del elogio sincero. Y aquí reitero lo de «sincero» porque si no, la verdad es que se nota mucho cuando no es así y lo único que vas a conseguir es provocar recelo.

Hay una frontera muy fina entre el elogio y la adulación y las personas la detectamos muy fácilmente. La diferencia es muy sencilla: el elogio es sincero y la adulación, no.

Si eres de los que piensa que hay personas a las que es muy difícil elogiar, piensa que el problema no lo tiene la persona, si no tú porque es realmente difícil encontrar alguien que no haga algo bien, por pequeño que sea.

Además, el elogio no tiene por qué ser sobre algo extraordinario, pueden ser incluso, pequeñas muestras de agradecimiento o de gratitud.

Da las gracias cuando pides algo y te lo dan, cuando en una cafetería pides un café y te lo sirven, cuando solicitas a un colaborador un trabajo y por pequeño que sea se lo reconoces, todo eso va a hacer por tu credibilidad mucho más de lo que crees.

3. La tercera recomendación también va a parecerte de sentido común pero, a poco que prestes atención, te vas a dar cuenta de que casi nadie la realiza.

La recomendación consiste en hablar de lo que tiene interés para tu interlocutor, no de lo que tiene interés para ti.

Fíjate en las próximas conversaciones que tengas y te darás cuenta de que las personas hablan de lo que a ellos les interesa y que muy pocas veces están atentas a lo que les interesa a sus interlocutores.

Muchas veces casi se produce una pugna entre las personas para ver si el tema de conversación que se acaba imponiendo es el propio.

Dale Carnegie cuenta esta misma idea con mucha gracia. Dice, más o menos que a él le gustan mucho las fresas con nata pero que, por alguna extraña razón, los peces prefieren las lombrices, así que cuando va a pescar, en vez de poner en el anzuelo fresas con nata, que es lo que le gusta a él, pone lombrices, que es lo que le gusta a los peces.

Así que la idea fundamental es que, si quieres influir en alguien, lo mejor es hablar de lo que quieren y les gusta y, si puedes, mostrarles cómo conseguirlo.

Los buenos vendedores lo saben bien. Uno de los mayores secretos de las ventas es descubrir qué quiere conseguir el cliente y, una vez descubierto, lograr que lo obtenga.

De esta forma lo que consigues es despertar el deseo de la persona y el deseo es uno de los mayores motores del comportamiento.

Otro tema es cómo conseguir descubrir los deseos de los demás y, una vez más, lo que solemos hacer va en contra de lo que deberíamos hacer.

Solemos hablar mucho y de nosotros, cuando lo que deberíamos hacer es hablar muy poco y de lo que interesa a nuestro interlocutor.

La mejor forma de influir es hablar de lo que el otro quiere, entre otras cosas porque, como es muy poco habitual encontrar alguien así, nuestro interlocutor va a estar encantado de estar con alguien que se interesa por lo que cuenta.

Por cierto, ésta es una idea que toda persona que quiera ligar, debería aplicarse. Habla poco, escucha mucho y céntrate en los intereses de la otra persona. Es la mejor vía para tener una segunda cita y, quién sabe, tal vez algo más.

Por tanto, ya ves que las personas más persuasivas también son las que parecen más encantadoras y empáticas y el secreto, entre otras cosas, son las tres recomendaciones que acabo de explicar:

  1. En vez de criticar, sobre todo en público, intenta ver los motivos que llevan a la persona a actuar como ha actuado.
  2. En vez de ningunear al otro, hazle sentirse alguien significativo, importante. Satisfaz la necesidad de trascendencia que tenemos.
  3. Y por último, en vez de hablar sobre lo que tu quieres, céntrate en tu interlocutor, habla de lo que él o ella quiere hablar. Interésate por sus cosas y si quieres conseguir que hagan algo, genérales el deseo de hacerlo tratando sus necesidades y explicándoles cómo pueden satisfacerlas.

Si aplicas estas recomendaciones, te aseguro que la imagen positiva que vas a proyectar va a estar muy por encima del 80% del resto de personas.

Por mi parte, esto es todo. Hasta aquí llegó el capítulo 90 de «Créeme lo que te digo», un episodio que hemos dedicado a «cómo caer bien».

En el futuro dedicaré otros episodios a este aspecto porque es algo realmente importante y pienso que no le damos la suficiente importancia.

Por cierto, antes de cerrar el capítulo déjame decirte que acabo de estrenar mi canal de TikTok, un canal que tiene una filosofía muy similar a la sección «Abrir y consumir» que realizaba en este podcast hace un tiempo y que consiste en presentar trucos y estrategias de persuasión muy concretas y aplicables de forma inmediata.

La verdad es que estoy muy contento porque en escasamente dos semanas el canal cuenta ya con más de 400 seguidores, que pueden parecer pocos pero, para mí está fantástico. De hecho, uno de los vídeos cuenta a con casi 11 mil visualizaciones, que no está nada mal.

Me puedes encontrar con este nombre: @oscar_f_orellana. Repito @oscar_f_orellana.

Por supuesto, también puedes seguirme en Instagram como Óscar Fernández Orellana. Ahí también vas a encontrar cosas interesantes.

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En 15 días más, en 15 días nos volveremos a encontrar en el episodio 91 de «Créeme lo que te digo».

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