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No sos vos, soy yo

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¿Quién es?
Soy yo.
¿Qué vienes a buscar?
A ti.
Ya es tarde.
¿Por qué?
Porque ahora soy yo la que quiere estar sin ti.
Uffffffffff
Que complicadas que son las relaciones.
Las relaciones humanas son la forma como tratamos a los demás y cómo los demás nos tratan a nosotros.
Desde los orígenes que el ser humano aprendió a relacionarse con otros individuos, generando entre sí, comunidades o tribus con distintos fines en común.
En nuestra sociedad actual el primer grupo con estrechas relaciones es el grupo familiar, desde los primeros años de vida.
Luego en la educación inicial se establecen otros tipos de relaciones, con los compañeros de escuela y con docentes.
Claro que para esto, el individuo siempre deberá ser capaz de establecer una comunicación para que haya un intercambio de información.
Por supuesto que las relaciones humanas conforman un gran abanico de necesidades, así que la relación podrá variar desde una simple operación comercial hasta implicar cuestiones sentimentales o afectivas.
En éstas últimas, en las relaciones afectivas, la comunicación es de vital importancia.
El amor justamente, es el resultado de una tarea artesanal, no sólo para generarlo y construirlo, sino también para poder mantenerlo vivo.
Volvimos luego de 3 años y la casa parecía otra.
Hacía calor, estaba pesado, húmedo, y se veían unas nubes negras que anunciaban lluvia.
Eran ya las 9.20 de la noche y la luz del pasillo no funcionaba, encedimos la lámpara amarilla de la cocina. Daba una luz tenue
pero de todos modos podíamos arreglarnos bastante bien.
Nuestros pasos hacían eco dentro de la vivienda.
Los muebles estaban en el mismo lugar, tapados con sábanas blancas, generaban un aspecto triste y de desolación, como en esas películas yankis cuando una familia se muda a una casa antigua y a medio amoblar.
En el ambiente se respiraba un aroma a naftalina y encierro.
Ella fue hasta la habitación y preparó la cama. Fueron tantas horas de viaje que el cansancio se notaba en todo nuestro cuerpo.
Lo primero que yo hice fue enchufar la heladera, cargar una botella con agua de la canilla y dejarla en el freezer para tener algo fresco para mas tarde.
¿Qué es ese ruido?
Luego de unos segundos de silencio me asomé al living y me di cuenta que una de las enormes valijas que dejamos apiladas
en el comedor, había caído al piso.
Probé la cafetera y funcionaba, le ofrecí algo de beber pero me gritó desde la habitación que no, que gracias.
Encendí la vieja radio del escritorio. Sonaba musica country, me sentía en el lejano oeste.
Yo estaba bastante confundido todavía.
Ella volvió y me dijo: la habitación está lista.....y yo también, me largo de acá.
El remis la esperaba en la puerta y lo inevitable ocurriría. Se acercaba el momento, esos que nunca queremos que lleguen, que nos parecen mentira que estén sucediendo.
La ayudé a levantar su maleta gris, ella llevaba su cartera y una bolsa verde de supermercado llena de zapatos.
En el trayecto hasta el auto pensé en decirle lo mal que me sentía, hacerle saber que junto a ella se me iban momentos imborrables, quería que supiera que iba a extrañar no despertarme a su lado y que por un tiempo evitaría frecuentar todos los lugares que me hicieran recordar, decirle que nos deberíamos haber dicho TE QUIERO más seguido y que la rutina de los días siempre nos jugó en contra, pero mi cabeza no respondía porque al mismo tiempo se me pasaban cientos de fotogramas de toda mi vida junto a ella.
El camino hasta la puerta se hizo demasiado corto y sin que yo pudiera esbozar una palabra quedamos parados frente al remís.
Así fue, nos abrazamos solo unos segundos, se subió al auto en marcha y mientras la miraba alejarse comenzó a llover.
Volví a la casa rápidamente. No hubo más tiempo.
El café dejo de filtrarse, abrí el freezer y bebí un poco de agua, casi natural.
En el cuarto quedó la cama hecha majestuosamente, como siempre, ni una arruga.
Entonces comencé a caminar, recorrí toda la casa, de un ambiente al otro, pensativo y ansioso, sin saber que hacer. Aproveche para juntar cada portarretrato con fotos nuestras.
Prendí un cigarrillo y me senté en uno de los bordes de la cama, mientras pitaba y echaba el humo, miré al techo y percibí que lo único que se escuchaba entre tanto silencio era la música country que todavía salía de esa radio,
Y yo que me sentía en el lejano lejano oeste.
¿Y vos alguna vez te sentiste así?
¿Sos de expresar tus sentimientos hacia otra persona sin guardarte nada?
¿Tenés facilidad o te cuesta vincularte con los demás?
Soy Pato Lopardo, que tengas un excelente día y te espero en el próximo episodio de BLA BLA.
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¿Quién es?
Soy yo.
¿Qué vienes a buscar?
A ti.
Ya es tarde.
¿Por qué?
Porque ahora soy yo la que quiere estar sin ti.
Uffffffffff
Que complicadas que son las relaciones.
Las relaciones humanas son la forma como tratamos a los demás y cómo los demás nos tratan a nosotros.
Desde los orígenes que el ser humano aprendió a relacionarse con otros individuos, generando entre sí, comunidades o tribus con distintos fines en común.
En nuestra sociedad actual el primer grupo con estrechas relaciones es el grupo familiar, desde los primeros años de vida.
Luego en la educación inicial se establecen otros tipos de relaciones, con los compañeros de escuela y con docentes.
Claro que para esto, el individuo siempre deberá ser capaz de establecer una comunicación para que haya un intercambio de información.
Por supuesto que las relaciones humanas conforman un gran abanico de necesidades, así que la relación podrá variar desde una simple operación comercial hasta implicar cuestiones sentimentales o afectivas.
En éstas últimas, en las relaciones afectivas, la comunicación es de vital importancia.
El amor justamente, es el resultado de una tarea artesanal, no sólo para generarlo y construirlo, sino también para poder mantenerlo vivo.
Volvimos luego de 3 años y la casa parecía otra.
Hacía calor, estaba pesado, húmedo, y se veían unas nubes negras que anunciaban lluvia.
Eran ya las 9.20 de la noche y la luz del pasillo no funcionaba, encedimos la lámpara amarilla de la cocina. Daba una luz tenue
pero de todos modos podíamos arreglarnos bastante bien.
Nuestros pasos hacían eco dentro de la vivienda.
Los muebles estaban en el mismo lugar, tapados con sábanas blancas, generaban un aspecto triste y de desolación, como en esas películas yankis cuando una familia se muda a una casa antigua y a medio amoblar.
En el ambiente se respiraba un aroma a naftalina y encierro.
Ella fue hasta la habitación y preparó la cama. Fueron tantas horas de viaje que el cansancio se notaba en todo nuestro cuerpo.
Lo primero que yo hice fue enchufar la heladera, cargar una botella con agua de la canilla y dejarla en el freezer para tener algo fresco para mas tarde.
¿Qué es ese ruido?
Luego de unos segundos de silencio me asomé al living y me di cuenta que una de las enormes valijas que dejamos apiladas
en el comedor, había caído al piso.
Probé la cafetera y funcionaba, le ofrecí algo de beber pero me gritó desde la habitación que no, que gracias.
Encendí la vieja radio del escritorio. Sonaba musica country, me sentía en el lejano oeste.
Yo estaba bastante confundido todavía.
Ella volvió y me dijo: la habitación está lista.....y yo también, me largo de acá.
El remis la esperaba en la puerta y lo inevitable ocurriría. Se acercaba el momento, esos que nunca queremos que lleguen, que nos parecen mentira que estén sucediendo.
La ayudé a levantar su maleta gris, ella llevaba su cartera y una bolsa verde de supermercado llena de zapatos.
En el trayecto hasta el auto pensé en decirle lo mal que me sentía, hacerle saber que junto a ella se me iban momentos imborrables, quería que supiera que iba a extrañar no despertarme a su lado y que por un tiempo evitaría frecuentar todos los lugares que me hicieran recordar, decirle que nos deberíamos haber dicho TE QUIERO más seguido y que la rutina de los días siempre nos jugó en contra, pero mi cabeza no respondía porque al mismo tiempo se me pasaban cientos de fotogramas de toda mi vida junto a ella.
El camino hasta la puerta se hizo demasiado corto y sin que yo pudiera esbozar una palabra quedamos parados frente al remís.
Así fue, nos abrazamos solo unos segundos, se subió al auto en marcha y mientras la miraba alejarse comenzó a llover.
Volví a la casa rápidamente. No hubo más tiempo.
El café dejo de filtrarse, abrí el freezer y bebí un poco de agua, casi natural.
En el cuarto quedó la cama hecha majestuosamente, como siempre, ni una arruga.
Entonces comencé a caminar, recorrí toda la casa, de un ambiente al otro, pensativo y ansioso, sin saber que hacer. Aproveche para juntar cada portarretrato con fotos nuestras.
Prendí un cigarrillo y me senté en uno de los bordes de la cama, mientras pitaba y echaba el humo, miré al techo y percibí que lo único que se escuchaba entre tanto silencio era la música country que todavía salía de esa radio,
Y yo que me sentía en el lejano lejano oeste.
¿Y vos alguna vez te sentiste así?
¿Sos de expresar tus sentimientos hacia otra persona sin guardarte nada?
¿Tenés facilidad o te cuesta vincularte con los demás?
Soy Pato Lopardo, que tengas un excelente día y te espero en el próximo episodio de BLA BLA.
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